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Tribuna:UNA NUEVA EUROPA
Tribuna
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El espejo del Este

Andrés Ortega

No deja de resultar extraño que para referirse a lo mismo se empleen definiciones completamente opuestas. Así ocurre con los que se resisten a los cambios que comporta la perestroika de Mijail Gorbachov y que son calificados de "conservadores" por algunos medios de comunicación, mientras que para otros representan la "izquierda dura". Incluso algún alto cargo comentaba recientemente, en tono jocoso, que "Boris Eltsin le ha salido rojo a Mijail Gorbachov". De hecho este mismo periódico ha calificado a Eltsin de "máximo exponente de la oposición por la izquierda a Mijail Gorbachov".Hay confusión y cierta crisis de los conceptos. La crisis, de hecho, se inició ya antes de los convulsivos acontecimientos en los países de la Europa del Este, como refleja, en esta época de predominio de los colores, el auge de los verdes (sobre todo, y no es casualidad, en los países protestantes) y de los temas verdes, a los que ya no escapa casi ninguna fuerza política.

El color rojo no se lleva. Un diplomático alemán señala que los socialdemócratas de la RFA imprimieron la propaganda para sus homólogos de Alemania del Este. Con tan mala fortuna que eligieron un fondo rojo. Hubo que cambiarlo.

Con los regímenes comunistas en Europa del Este se han derrumbado muchos conceptos. "Los viejos conceptos de izquierda y derecha simplemente no se corresponden con lo que está ocurriendo en nuestra región en la actualidad", declaraba recientemente el polaco Adam Michnik. "No sólo está muerto el socialismo, sino que el lenguaje de ese tipo de política también está muerto. Lo que quedan son valores, no conceptos de izquierda y derecha".

Definiciones en entredicho

En el mismo sentido se pronunciaba el presidente checoslovaco en una entrevista con el director de EL PAÍS: "Para mí lo principal es qué ocurre y cómo hacer las cosas; me importan poco las etiquetas posteriores, las generalizaciones".

Charles Krauthammer, de The Washington Post, recordaba que a Ronald Reagan se le tildaba de conservador por propugnar, una política de reducción del control del Estado sobre la economía y de revitalización de las fuerzas del mercado. Por querer reducir el control del Estado sobre la economía y revitalizar las fuerzas del mercado se le llama a Gorbachov reformista. Y Krauthammer se preguntaba: ¿cómo puede ser que Violeta Chamorro, anticomunista, y Deng Xiaoping, comunista, quieran llevar ambos sus respectivos países hacia la derecha?

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En este país sabemos mucho de jugar con los espejos. No hace mucho, hubo un referéndum en el que parte de la izquierda (los socialistas) apoyó la permanencia en la OTAN y la derecha (Alianza Popular entonces y otros) propugnaba la abstención frente a una política que apoyaba. Recuerdo a un diplomático soviético, el pobre completamente despistado, que recién llegado a España confesó no entender nada de esta situación.

"Este nuevo mundo necesita una nueva ciencia de la política. Esto es, sin embargo, en lo que menos pensamos; lanzados en mitad de la rápida corriente, fijamos la vista con obstinación en las ruinas aún en pie, en las costas que hemos dejado, mientras la corriente nos arrastra y nos lleva hacia el golfo", escribió el siglo pasado Alexis de Tocqueville. E. H. Carr, que se dedicó con maestría a la historia de la revolución soviética, en su reflexión sobre La nueva sociedad (1951) añadía: "El sentimiento de nostalgia por las ruinas en la orilla del pasado es un sentimiento bastante lícito y natural, pero entregarse mucho a él puede ser fatal desde el punto de vista político". Es un consejo a aplicar estos días en que muere no el siglo XX, sino el XIX.

Decía Pío Baroja que la verdadera izquierda la forman los anarquistas y los liberales. Y para clarificar y reactualizar algunos conceptos vienen al caso unas palabras del filósofo español quien en sus Notas del vago estío, hablando de los castillos señalaba: "Democracia y liberalismo son dos respuestas a dos cuestiones de derecho político completamente distintas. La democracia responde a esta pregunta: ¿Quién debe ejercer el Poder público? La respuesta es: el ejercicio del Poder público corresponde a la colectividad de los ciudadanos. [ ... ] El liberalismo, en cambio, responde a esta otra pregunta: Ejerza quienquiera el Poder público, ¿cuáles deben ser los límites de éste?" El razonamiento podría proseguirse en lo referente al socialismo. Quizás sea hora de volver a reflexionar sobre cuestiones básicas.

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