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Andrzej Wajda: "Hay que crear el arte difícil, porque la gente ya no necesita el arte popular"

El director polaco estrenará, dentro del Festival de Teatro de Madrid, 'Hamlet IV', de Shakespeare

Andrzej Wajda, de 63 años, el hombre de hierro del cine polaco, se siente cada vez más alejado de su profesión cinematográfica. Hoy, el teatro y la política (es senador por el movimiento polaco Solidaridad) le absorben todo su tiempo. Un tiempo que vive comprometido con su país, con su labor de creador y en un momento en el que piensa que hay que potenciar nuevos valores: "Crear el arte difícil, porque la gente ya no necesita el arte popular". Su último montaje, Hamlet IV, de Shakespeare, se estrenará en España el próximo día 15, dentro del Festival Internacional de Teatro de Madrid. Hamlet IV será representado por la compañía Stary Teatr, sin la presencia de Wajda, que permanecerá en Varsovia.

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No volverse loco

Visto desde Occidente, Wajda ha ido perdiendo prestigio y resonancia como director cinematográfico y en cambio está cada vez más considerado como uno de los grandes del teatro mundial. Sobre este proceso él piensa: "Es cierto, creo que se debe a que voy perdiendo la fe en el cine. No sólo yo hago peores películas sino que miro alrededor y veo que los demás también".Afirma que durante muchos años hemos creído en el populismo y hemos llegado a pensar que las masas nos iban a salvar: "Pero ahora están llegando los tiempos aristotélicos y existe la necesidad de creación de valores", dice. "Hay que crear el arte difícil, porque la gente ya no necesita el arte popular".

El director de El hombre de mármol no acudirá a Madrid con su compañía a causa de sus compromisos políticos, ya que es senador -dentro de la organización polaca Solidaridad- por la región de Suwalki y en estos momentos se están preparando las elecciones locales. "En ellas pretendemos", comenta, "que sean elegidos los mejores candidatos en cada zona, y se trata de convencerles para que quieran participar en las elecciones y crean que es necesario".

Otros ojos

Su Hamlet VI viene de la mano del Stary Teatr de Cracovia, la compañía más antigua de Polonia, después del Teatro Nacional de Varsovia. El Stary (que significa viejo) fue fundado en 1781. Hoy tiene dos teatros en Cracovia y un repertorio de más de 200 obras, y sus montajes han logrado que se la considere como una de las compañías más sólidas de Europa.

Para Wajda no deja de ser curioso que este año hayan sido montados varios Hamlet, algunos de ellos con puestas en escena de prestigiados directores como Patrice Chereau o José Carlos Plaza, y que Shakespeare esté vigente como en pocas ocasiones. "El repertorio del teatro europeo es siempre eterno como literatura, pero hay que re-crearlo para el nuevo público, que ha cambiado gracias al teatro experimental de las décadas de los sesenta y setenta". Wajda habla de un público diferente que ha visto las experiencias de teatros norteamericanos, de Grotowski y del teatro español -y aquí nombra a Nuria Espert- "Este público no quiere ir a ver Hamlet", dice, "desea que los directores miren estas obras con otros ojos y descubran algo más; esto prueba que el teatro tradicional tiene algo que decir, y ello debe empezar por Hamlet, la obra maestra de todos los tiempos".

Wajda ha montado cuatro veces Hamlet. Esta vez ha elegido al actor como epicentro del conflicto. "La primera vez que dirigí Hamlet tenía 30 años; entonces consideré que era una obra sobre el poder. Hoy ese pensamiento me es muy lejano y creo más interesante tratar de contestar quién es Hainlet: unjoven que sabe que al final de todo está la muerte, y ello convierte al Hamlet político en uno existencial'.

Wajda relaciona de manera especial la muerte con el teatro: "A veces me preguntan por qué pudiendo ser director de cine trabajo para el teatro", comenta. "Precisamente porque el teatro es mortal es por lo que vale la pena trabajar para él; es lo natural, como la vida que en un momento determinado se termina".

Wajda cuenta, como si de un relato se tratara, cómo en los últimos cinco o seis años pensaba en una nueva puesta en escena de Hamlet y llegó a perder la fe de que fuera un espectáculo posible "porque es inconsecuente, como la vida". Pero hace unos años llegó el Teatro Taganka de Moscú a Varsovia con un Hamlet interpretado por Vladimir Vysotski. "Vimos que era una representación brutal", cuenta, "en la que nos preguntábamos si el actor llegaría al final de la representación. Cuando fui a saludar a Vysotski le encontré en el camerino frío como un cadáver, desencajado y empapado de sudor. Fue su última representación, porque dos semanas después murió". Wajda entonces comprendió que éste era el verdadero problema de Hamlet. "Su problema es llegar vivo al final del espectáculo", comenta, "como cualquiera de nosotros, que tratamos de llegar vivos al final de nuestra vida, y en ese momento recuperé la fe. Se trataba de preguntarme si no es la lucha del actor con el papel lo que nos plantea Hamlet".

Situaciones extremas

Para esta ocasión ha elegido a una actriz. El propio Wajda explicaba el motivo en una carta a Baranczak, traductor de Hamlet IV al polaco: "De qué sexo sea el actor que interpreta al protagonista, no importa. Lo imprescindible es que se trate de un cuerpo íntegro que atraviese situaciones extremas de la vida".

Wajda ha recurrido, a la hora de montar Hamlet IV, a una vieja tradición: el juego del teatro dentro del teatro. Su Hamlet deambula no por castillos daneses, sino por el interior de un teatro y de su propio camerino. A Wajda le consuela mucho que este año se hayan visto otros Hamlet en España, y dice: "Así mi versión no será un esperpento, sino otra mirada distinta".

Su opinión sobre los acontecimientos que han venido sucediendo en los países del Este y en Polonia es la de alguien al que una sorpresa brutal le ha sacudido: "Nunca creí que llegara a vivir tanto como para ver este momento; siempre he creído que este sistema tenía que caer porque es injusto, pero pensé que yo no vería la descomposición, que no ocurriría de manera tan rápida y que el Estado no se defendería tan poco a pesar de disponer de bombas, aviones, policía y toda la administración".

Afirma que quiere llevar el camino de Hamlet hacia una Polonia deseada: "Tenernos mucho que hacer, porque el socialismo real nos ha llevado a que una gran parte de la sociedad sea pasiva; hay que despertar la esperanza de la gente y demostrarles que sólo ellos pueden cambiar la realidad". Con respecto a la Iglesia, especialmente unida a la organización Solidaridad, a la que pertenece, comenta que ha ayudado a que sobrevivan las tradiciones, tanto de la familia como polacas o democráticas.

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