No volverse loco
Andrzej Wajda piensa que todo el poder y toda la fuerza de Hamlet radica en que cada uno de nosotros, de un modo u otro, somos Hamlet. "Hamlet es la aventura de una persona inteligente, que comprende que la respuesta del sí o del no, no es la única solución", comenta; "cada uno de nosotros, a lo largo de la vida nos estamos preguntando ser o no ser... frente a la brutalidad del mundo, frente a la realidad que no aceptamos". Wajda afirma que ante esta pregunta sólo una persona inteligente contesta ser.
'Ser o no ser'
"Nosotros, durante 40 años, viviendo aquí en Polonia", dice, "hemos tenido más razones que los demás para decir no ser, ya que todo estaba contra nosotros; sin embargo, no hay más que ver cuántos políticos, artistas, cuánta gente inteligente ha luchado para cambiar esta situación política, aunque parecía absolutamente irreal e imposible". Guarda unos segundos de silencio, su rostro se pone sombrío y añade: "Éste era nuestro problema: ser o no ser".
Wajda piensa en las diferentes posibilidades que se le presentaron en ese largo período: "Yo no podía adherirme a los comunistas, podíamos haber elegido abandonar cualquier actividad, cualquier intento de plantarnos en contra..., pero hay que ser". Para. el director polaco, éste es y será siempre el problema de Hamlet, el de escoger conscientemente una actitud en un mundo que no es racional.
Cuando se le recuerda que el papel de Hamlet ha hecho sufrir a muchos actores, como a Daniel Day Lewis, que fue internado en un psiquiátrico tras perder la cordura en plena actuación, o Bruno Ganz, a quien le trastorno especialmente este papel, o incluso José Luis Gómez, quien afirma que Hamlet le hizo mucho bien, pero que le mantuvo en un estado de alerta muy especial, Wajda dice: "La profésión de actor no es sana psíquicamente", y añade, "yo comprendo que el oficio de actor consiste en no volverse loco". En este sentido, recuerda que es el propio Hamlet quien da la solución cuando habla a los actores que van a actuar a su castillo: "Les viene a decir que no vivan tan intensamente lo que tienen que representar, porque entonces sus sentimientos les van a cortar la respiración; que si quieren conmover a los demás no pueden estar ellos emocionados". Para Wajda, el verdadero Hamlet tiene que conmover a los espectadores, pero él tiene que controlar sus emociones y graduarlas.
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