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SEVILLA, CAPITAL POLÍTICA

Guerra inicia la precampaña andaluza con un duro ataque a IU y PP por "coaligarse" contra el PSOE

Luis R. Aizpeolea

El vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, en un ambiente de euforia y triunfalismo político, inició ayer la precampaña de las elecciones autonómicas andaluzas en el Prado de San Sebastián, de Sevilla, con un duro ataque contra toda la oposición, especialmente el Partido Popular e Izquierda Unida, a los que acusó de coaligarse para derribar al PSOE del Gobierno. Guerra, que empleó un tono victimista en su intervención ante un público entregado, no dudó en amenazar con una catarsis para todos los partidos del espectro político.

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El acto tuvo un fuerte carácter localista por la escasa presencia de representantes socialistas de otras comunidades de España. La excepción la marcó el presidente de la Federación Socialista Madrileña, José Acosta. No hubo ministros del Gobierno, ni siquiera el titular de la cartera de Trabajo, el andaluz Manuel Chaves, uno de los candidatos a encabezar la lista del PSOE en las autonómicas de Junio. Tampoco se encontraban entre las filas de invitados, familiares de Felipe González que comparecen habitualmente en los grandes mítines sociall stas de Sevilla.La intervención de Alfonso Guerra, ante los miles de militantes y simpatizantes socialistas, contó con una escenografla propla de una campaña electoral: El mismo marco que en anteriores ocasiones, la misma melodía pegadiza y unas pancartas que señalaban expresivamente una adhesión personal -"Alfonso no te detengas, dales caña a los fascistas", "Alfonso, tú para siempre"- El camino de una intervención triunfalista se lo prepararon el secretario general del PSOE de Andalucía, Carlos Sanjuán, y el presidente de la Comunidad Autónoma, José Rodríguez de la Borbolla. Éste último llegó a cerrar su discurso con una frase contundente: "No se puede eritender ni la historia del PSOE ni la de Andalucía ni la de España en este siglo sin este hombre que es Alfonso Guerra".

Sin embargo, cuando todo estaba dispuesto para que Alfonso Guerra tuviera una intervención incendiaria, el vicepresidente dio un quiebro y apostó por un discurso "en el que se imponga la cabeza sobre el calor de los cora zones". Consciente de la proximidad de las elecciones autonómicas, previstas para junio, -con las que el PSOE cree que puede cerrar sus heridas si alcanza el éxito en las urnas- y de la expectación reinante sobre su intervención, la primera, tras su criticada participacion en el Congreso, durante el debate sobre el escándalo Juan Guerra, el vicepresidente optó por rebajar el tono incendiario previsto.

En esta ocasión, Alfonso Guerra tampoco apuntó la más mínima autocrítica sobre su comportamiento en relación con el enriquecimiento de su hermano. Al contrario, pasó a la ofensiva eligiendo un terreno político más cómodo, el del victimismo propio, y la denuncia de la agresividad ajena, que sirvió para explicar los últimos comportamientos del PSOE.

Operación de laboratorio

En opinión de Guerra, lo que la oposic ió n política al PSOE -especialmente el Partido Popular e Izquierda Unida- no pudo conseguir por las urnas, lo trata de alcanzar con la descalificación personal. En ese contexto político situó el vicepresidente del Gobierno el escándalo que ha susci tado la conducta de su hermano Juan, que llegó a calificar de operación Política de laboratorio".

Se detuvo en una reflexión sobre la joven centro-derecha, liderada por José María Aznar, a la que calificó de "frente de rechazo", de no asumir el consenso constitucional en el que intervinieron sus predecesores, y de haberse impuesto en sus filas los "fundamentalistas" sobre los "liberales". La descalificación del centro-derecha la finalizó con una denuncia del progresivo reforzamiento e influencia del Opus Dei en el seno del centro-derecha político. Con Izquierda Unida tampoco fue compasivo y acusó a esta coalición de "conservadora", por la vía del paralelismo con la posición que mantienen los partidos comunistas en el Este de Europa.

Alfonso Guerra adoptó el mayor grado de victimIsmo cuando presentó al PSOE como "muro de contención" durante el proceso de la transición política española. El vicepresidente recordó la disposición del PSOE, durante esa fase, de hacer tabla rasa del pasado franquista de algunos líderes de la derecha y reprochó al Partido Popular de José María Aznar de utilizar hoy "cualquier procedimiento" con tal de derribar al Gobierno, incluido, "el extender las sospechas sobre los políticos españoles y con ellas sobre el sistema dernocrático".

Su conclusión fue amenazar con una catarsis generalizada para todos los partidos políticos, por la vía del endurecimiento de las leyes en materia de incompa tibilidades para los cargos públi cos, de manera que "los dipu tados y senadores sólo puedan vivir de su sueldo como políticos". Una conclusión que la pa sada semana adelantó el secretario de organización del PSOE, Txiki Benegas, en una conferencia de Prensa.

La fuerza de la gaseosa

El secretario general del PSOE de Andalucía, Carlos Sanjuán, y el presidente de la Junta, José Rodríguez de la Borbolla, que precedieron en el uso de la palabra a Alfonso Guerra, tuvieron en sus intervenciones un tono triunfalista que se acoplaba al clima de euforia partidista reinante en el Prado de San Sebastián de Sevilla.Sanjuán, dentro de la tónica electoralista que tuvo el mitin, descalificó a todos los rivales políticos del PSOE en Andalucía. Del Partido Andalucista dijo que "siempre están con la derecha", y del PP, de manera alusiva, que ellos iban a la plaza de Oriente y nosotros, no".

Rodríguez de la Borbolla fue más genérico y señaló que toda "la oposición política en Andalucía tiene menos fuerza que una gaseosa". El presidente de la Junta, triunfal en la venta de su gestión, -se apuntó la consecución de más de 400.000 puestos de trabajo en los cuatro años de legislatura autonómicatuvo un rasgo egocéntrico, que puede interpretarse como postulación de su propia candidatura cuando señaló: "Yo he avanzado más en el contacto con la sociedad sólo en dos semanas que la oposición en cuatro años",

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