La exposición de Andy Warhol en Venecia reinterpreta la obra del artista
El Palazzo Grassi aporta una visión global de uno de los inventores del. 'pop-art'
., Una retrospectiva de Andy Warhol, uno de los inventores del pop-art uno de los movimientos artísticos más polémicos del siglo, se exhibe desde ayer, hasta el 27 de mayo, en la galería veneciana de Palazzo Grassi, restaurada hace cinco años por la familla Agnelli, propietaria de la Fiat. De Warhol afirma Kyneston McShine, en la introducción del catálogo de 500 páginas editado por Bompiani, que "la fama de la que ha gozado siempre Warhol ha hecho a veces olvidar que se trata de uno de los artistas más serios y más importantes de nuestro siglo".
Después de las exposiciones anteriores, desde la del Futurismo, pasando por Arcimboldo, Los fenicios y Arte italiano 1900-1945, el Palazzo Grassi, que ha sabido ganarse en poco tiempo un puesto de prestigio entre las grandes galerías mundiales al dar cita en Venecia cada año a más de 300 periodistas internacionales, ha querido abrir un capítulo nuevo. A través de una colaboración con el Museo de Arte Moderno de Nueva York, ha recogido una muestra ya presentada el año pasado en dicho museo, el Art Institute de Chicago, la Hayward Gallery de Londres y el museo Ludwig de Colonia, y que concluirá su Itinerario en el Centre Pompidou de París el verano próximo.Nueva interpretación
En Venecia se exponen sólo 280 de las 400 obras de la muestra de Nueva York. Pero como ha subrayado el semanario L'Espresso, y como se advierte enseguida visitando la exposición (abierta ayer a la Prensa internacional y hoy al gran público), el Palazzo Grassi, gracias a la obra de Pontus Hulten, de Ida Giannelli y de Gae Aulenti, ha sabido presentar "una nueva interpretación crítica de la obra de Warhol, no a través de una simple exposición de cada una de las obras -como en las muestras de la pintura clásica-, sino gracias a una visión del pensamiento global del artista con su maníaca y obsesiva idea de serialidad que lo llevaba a registrar friámente cosas y personas; hasta repetirlas, idénticas y distintas, en infinitas versiones cromáticas".Lo mejor de la exposición de Palazzo Grassi es laforma en que ha sido presentada. Incluso el visitante menos enterado, el más distraído, es introducido en la muestra gracias al recorrido de las salas, donde las obras han sido liberadas de sus marcos para que aparezcan más bien como los fotograrnas de un filme, y que recrean bien el mundo que fue del famoso artistapop, nacido en Perisylvania el 6 de agosto de 1928 en una familia de origen checoslovaquo emigrada a los Estados Unidos, y que falleció en Nueva York hace tres años.
La gran intuición de Warhol fue poner de relieve la fuerza de las cosas banales de cada día: desde un bote vacío de conserva, un frigorífico, un billete de banco, un sujetador de hernias, una botella de Coca-cola. Arrancando de una foto o de la noticia de un díario, la agrandaba, la proyectaba sobre una tela y la dibujaba. Fue así cronista del día a día, de personajes y sucesos. Desde los accidentes espectaculares de coches a las ejecuciones en la silla eléctrica, siempre aparece guiado por su obsesión contradictoria por la fama y la caducidad, la belleza, la banalidad y la muerte.
Hay quien, como Bonito Oliva, ha llamado a Warhol "el Rafael de nuestros tiempos". Otros lo han comparado con Manet y hasta con Picasso como "comentarista de su época", pero mediante su sistema de fotografiar la realidad cotidiana en los Estados Unidos que él amó y que no se sabe si critica, asimila o usa con inteligencia para construirse su fama, Warhol superó a todos. De él ha escrito Robert Rosenblum que si no debiese quedar nada de los años comprendidos entre 1962 y 1987, excepto una retrospectiva de este artista escandalizador, "los futuros historiadores de arqueología se encontrarían en sus manos con un resumen temporal más amplio del ofrecido por cualquier otro artista de la época". Y añade: "Con una fuerza infinitamente mayor que la de la colección del New York Times microfilmado, la obra de Warhol ha ofrecido una crónica inmediatamente inteligible de lo que interesaba a la mayoría de la gente, desde sl suicidio de Marilyn Monroe a la subida al poder de la China popular, pasando por el pos-Hiroshima y la amenaza de la reproducción mecanizada".Una frase en cada sala
Magnífica la idea de Palazzo Grassi de recoger en cada sala una frase del artista que introduce al visitante en el mundo, unas veces simple y otras complejo, de la obra de quien decía de sí mismo: "Yo no leo nunca, miro sólo las imágenes, paso sólo las manos sobre la superficie de las cosas". Muy acertada la cita de Jean Paul Sartre: "La única forma para superar la esclavitud de lo cotidiano es la de utilizarlo como instrumento de la razón", colocada allí como contrapunto a la afirmación de Warhol: "Nacer es como ser secuestrados y después vendidos como esclavos. La gente nohace más que trabajar. Vivir es ya de por sí un gran trabajo".
Más que una galería de arte
El Palazzo Grassi se va caracterizando, cada año que pasa, por su voluntad de ser algo más que una simple galería de arte para convertirse, como afirma su presidente, Feliciano Benvenutti, en una propuesta de "argumentos de reflexión", arrancando del pasado, a veces olvidado, para conocer mejor nuestra actualidad.De ahí que cada exposición vaya siempre acompañada de un despliegue pedagógico destinado al gran público, con toda una serie de instrumentos tecnológicos para profundizar en la exposición, desde vídeos a debates y conferencias. También en esta ocasión , Palazzo Grassi, siguiendo la llamada "filosofía cultural de Fiat", ha organizado en Turín, en el Lingotto, en la vieja fábrica de automóviles hechos en la cadena de montaje, una serie de conferencias para intentar responder a la pregunta acerca de lo que ha representado y signi ica para la moderna cultura de fin de siglo la obra de Andy Warhol, quien decía de sí mismo: "Me gusta ser un vacío", y que añadía en un juego psicológico muy a lo Fellini: "Me hubiese gustado permanecer en el misterio. Por eso cuento mi paslado cada vez de un modo distinto. Cuando me pasa algo, es como en televisión: no siento nada".
Babelia
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