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La depresión del autor de 'Florido mayo`

Un grupo de escritores e intelectuales próximos a Alfonso Grosso -entre los que figuran el director de la Academia de la Lengua, Manuel Alvar, y los escritores andaluces J. M. Caballero Bonald y José M. Vaz de Soto- hicieron llegar el pasado viernes un escrito al presidente de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla, en el que solicitan ayuda económica para Grosso, antes de que el Ministerio de Cultura anunciara su propia provisión de fondos para el autor de Florido mayo. El escritor, de 62 años de edad, atraviesa en la actualidad una precaria situación económica, además de padecer crisis depresivas.Considerado como uno de los valores más destacados de la narrativa andaluza surgida en la década de los 60, la producción literaria de Grosso se interrumpió debido a la crisis depresiva y económica que atraviesa desde hace años. Una de sus obras de mayor éxito popular fue Los invitados (1978), en la que se basó la película El crimen de Los Galindos.

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Los firmantes de la carta dirigida al presidente de la Junta de Andalucía tienen constancia de que la Junta "está ya buscando posibles soluciones a la situación que atraviesa Grosso", aunque oficialmente en la tarde ayer aún no tenían conocimiento oficial de las medidas que estudia el Gobierno andaluz para ayudar a Grosso.

Traducido a numerosos idiomas y autor de obras como Guarnición de silla, El capirote o Florido mayo, Grosso ha permanecido ingresado en diversas ocasiones en clínicas psiquiátricas, y en la actualidad su situación económica se ha agravado al haberse jubilado el pasado mes de diciembre de la plaza que ocupaba como funcionario del Servicio Andaluz de Salud (SAS). Grosso intentó suicidarse hace algunos meses arrojándose al vacío desde un primer piso.

El Ministerio de Cultura anunció ayer una ayuda de dos millones de pesetas para Grosso. Aunque Grosso, que vive acompañado de su esposa e hijos en una casita en el pueblo de Valencina, próximo a Sevilla, percibirá una pensión de jubilación en tomo a las 90.000 pesetas, los gastos derivados de la atención médica que requiere y de su "particular situación familiar" hacen que esta cantidad, en opinión de un amigo del escritor, "resulte a todas luces insuficiente".

Tras un período inicial de realismo social, Grosso evolucionó hacia un estilo más barroco. En su última etapa como narrador, "más comercial, en la que intentó, buscando el éxito masivo, llegar al, gran público", según Vaz de Soto, Grosso trabajó por encargos concretos del editor José Manuel Lara. En dos ocasiones resultó finalista del Premio Planeta.

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