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Castro convoca a la unidad nacional

En medio del caos económico, el dirigente llama a los cubanos a defender el bastión socialista

"La historia reciente de Europa del Este no se repetirá en la Cuba socialista", afirma Fidel Castro. La convicción del presidente cubano de que su poder no ha mermado después de las conmociones registradas en el mundo comunista parece absoluta. El 29 de enero lo dijo claramente al pueblo cubano. Pero el mensaje también iba dirigido a todos los que en el mundo entero -convencidos, sin duda, de que la teoría del dominó que zarandeó los regímenes comunistas europeos llegará también al Caribe- se preguntan no ya si el régimen castrista va a caer, sino cuándo.

Durante la clausura del XVI Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), Castro se mostró perfectamente consciente de que esa es la creencia internacional más extendida y no ocultó los peligros que acechan a su revolución, militares económicos o internos. Tampoco disimuló sus intenciones: resistir hasta el final y aplastar cualquier intento de trastocar el orden establecido.Fidel Castro está convencido, a juzgar por sus discursos, de que la historia le ha convocado a batirse bajo la bandera del marxismo-leninismo en un país en el que, según él, se juega el destino del "movimiento revolucionario internacional", pero por donde pasa también la independencia de América Latina ante EE UU. Los cubanos han sido llamados a cerrar filas en nombre de la unidad nacional, nueva fórmula patriótica ideada por el líder máximo en estos momentos de serias dificultades. Castro ha hablado extensamente sobre la evolución de la Unión Soviética y de un mundo socialista, que para él ha dejado de existir: "La unidad del Dueblo es nuestro Pacto de Varsovia".

Ante una posible intervención militar norteamericana contra Cuba, la URSS, con sus graves dificultades internas, más parece constituir una molestia que una seguridad a los ojos de La Habana, cuyo Gobierno no olvida, y ahora menos que nunca, el acuerdo negociado en octubre de 1962 entre Washington y Moscú, sin contar con Fidel Castro, pata resolver la crisis de los misiles.

En esta nueva situación internacional, la agresividad de los planes de EE UU es ya una realidad para Cuba, fundamentalmente a partir de la invasión de Panamá, considerada por los políticos cubanos como un indicio claro del retomo norteamericano a la política de las cañoneras. Este convencimiento se ha visto reforzado con el abortado proyecto del presidente George Bush de desplegar una fuerza naval a lo largo de la costa colombiana para combatir el tráfico de drogas.

"Nos preparamos para cualquier eventualidad", ha subrayado Castro al detallar diferentes variantes de acoso a la isla: desde el bloqueo total a la intervención directa norteamericana. Paralelamente, los últimos incidentes con EE UU son vistos como actos de hostigamiento y explotados políticamente. Bien sean los disparos efectuados, según los mililtares cubanos, desde la base norteamericana de Guantánamo sobre dos centinelas nacionales; la presencia de naves de guerra de EE UU en esa base y cerca de aguas cubanas, o el ametrallamiento del mercante Hermann por un guardacostas estadounidense a corta distancia del puerto mexicano de Tampico.

Atmósfera densa

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A pesar de los desmentidos norteamericanos sobre cualquier intención de intervenir militarmente contra Cuba, el país vive una atmósfera de movilización a la espera del próximo golpe, que puede ser la entrada en funcionamiento de TV Martí, emisora financiada por el Gobierno norteamericano y dirigida a la audiencia cubana, cuyos primeros ensayos se esperan para febrero. "Se trata de una agresión contra nuestra soberanía nacional", repite Castro, advirtiendo también que nose quedará con los brazos cruzados. En La Habana, mientras los técnicos ponen a punto los sistemas de interferencias de la señal televisiva.Sin embargo, en un aparente intento de demostrar que no existe miedo a la información que pueda suministrar TV Martí, la televisión cubana comenzó a difundir la semana pasada el World report (Informe del mundo) de la cadena norteamericana CNN, después de haber cubierto ésta, a lo largo de dos meses, los acontecimientos ocurridos en Europa del Este.

La tensión creciente, las manifestaciones antinorteamericanas que vuelven a repetirse en las calles, hace que tenga menos importancia, transitoriamente, el segundo frente: el económico.

La situación del consumo intemo, ya mala, corre el riesgo de convertirse en catastrófica debido a las repercusiones de la crisis del Este europeo. Más del 80% del comercio exterior cubano -un 70% con la URSS- se realiza, por lo general, en el marco de los protocolos de acuerdos anuales o quinquenales firmados con los países de Europa del Este.

El rumbo emprendido por éstos hacia la economía de mercado va a acabar presumiblemente con esta forma de comercio interestatal. Cuba ya no tiene garantizados sus aprovisionamientos para 1990 y reina la "incertidumbre más absoluta" para el quinquenio 1991-1995. Fidel Castro, mientras tanto, advierte también sobre la eventualidad de una suspensión de los envíos soviéticos de petróleo a Cuba.

Los primeros efectos del deterioro económico experimentado por el país como consecuencia de la evolución de los acontecimientos en el Este europeo, y el consiguiente retraso en los suministros procededente de esas naciones, no se han hecho esperar. En La Habana se han tomado medidas para el racionamiento del pan, y su precio ha subido en las provincias, al igual que el de los huevos. Las autoridades cubanas atribuyeron a las navieras y empresas soviéticas de comercio exterior la responsabilidad última de ese retraso, pero fueron cuidadosas en exculpar a Moscú y en negar cualquier motivación política.

Por las mismas razones, la no disponibilidad de mercantes, la exportación de pomelos, uno de los principales productos cubanos destinados a la venta a terceros países, no ha alcanzado las cotas previstas. En cuanto al azúcar, primer recurso y principal fuente de ingresos de la isla, no se descarta un aplazamiento en el cumplimiento de los acuerdos cubano-soviéticos, que establecen la compra de cuatro millones de toneladas a un precio superior al del mercado mundial.

Incertidumbre

A partir de ahora, Cuba se enfrenta a la tarea de hacerse un nuevo planteamiento sobre su comercio exterior, su aprovisionamiento y sus clientes. Para un país del Tercer Mundo, endeudado y con una economía con una planificación centralizada, llevar a cabo todo esto exige mucho tiempo.Ante tanta incertidumbre y la delicada coyuntura internacional, el Gobierno de La Habana parece haber optado por tensar los músculos y esperar el curso de los acontecimientos. En el orden político, no se ha anunciado ninguna reforma esencial del sistema, y, por el contrario, parece continuar el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas, que supone una reafirmación de la ortodoxia comunista promocionada con fuerza en 1986. Mientras, la producción alimentaria en Cuba es considerada estratégica; en otras palabras, el país se apresta a hacer reservas de alimentos para una economía de guerra. Estas negras perspectivas, lógicamente, no logran reducir un creciente descontento, que, sin embargo, no ha cristalizado hasta ahora en un movimiento político capaz de interpretarse como una movilización popular contra el sistema.

El 29 de enero, Fidel Castro prometió aplastar a las cucarachas que quisieran jugar a ser la quinta columna del imperialismo. Desde el momento en que Castro ha declarado que "la patria está en peligro", la advertencia es seria: las veleidades contestatarias serán fulminantemente reprimidas.

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