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Victoria de los Ángeles, académica de honor de Bellas Artes

La soprano interpretó durante el acto 'lieder' y canciones

En sesión extraordinaria presidida por la reina Sofía, la soprano Victoria de los Ángeles recibió ayer tarde la medalla de académica honoraria de Bellas Artes, reconocimiento simbólico por parte de la corporación de unos méritos por todos reconocidos y aclamados desde el mismo día de su aparición en la escena lírica internacional, el 19 de mayo de 1944, en el Palau de la Música Catalana.

Victoria de los Ángeles López y García ha sido, desde entonces, un monumento a la pureza. Su voz, por timbre, igualdad y emoción, no admite comparación posible. Su pensamiento musical tampoco es homologable a ningún otro. Uno y otros valores vienen definidos por un mismo signo: la suprema perfección.La carrera de Victoria recibió definitivo impulso cuando, en 1947, ganó el concurso internacional de Ginebra, después de haber triunfado ya en la condesa del Fígaro mozartiano, la Eurídice de Monteverdi, la Salud de Falla, la Margarita de Gounod, y de haber derramado mil nuevas luces sobre el lied, la melodie o la canción española, desde el Araceli del Misterio de Elche hasta el Cántico espiritual de Mompou o Los álamos de Rodrigo.

El maestro Rodrigo, los duques de Alba, Luis de Pablo y Narciso Yepes, entre otras personalidades, y todos los académicos de Bellas Artes asistieron al acto. Tras los discursos de rigor -ofrecimiento por el crítico y académico Antonio Fernández Cid-, Victoria de los Ángeles, doctora honoris causa en la universidad de Barcelona, premio Nacional de Música, medalla de oro de la Generalitat, por citar honores distintos del unánime aplauso internacional, pagó con creces la distinción recibida, pues cantó. Explicó a todos, académicos músicos y profanos, la razón de su magisterio a través de Schubert, Brahms, Granados, Mompou, Toldrá, Rodrigo y Monsalvatge, perfectamente asistida al piano por Manuel García Morante.

De Victoria de los Ángeles se ha dicho todo, hemos escrito ríos de tinta y millones de cuartillas. Ni una sola puede ser capaz de desvelar el misterio de su voz y de su arte, algo así como una suma que comprende los trovadores y Claudio Debussy, el casticismo dieciochesco de La Serna y Gabriel Fauré, las tonadas de García Lorca y Wagner, la Carmen de Merimée-Bizet y la Liu de Turandot, el Cántico de la esposa y el Punto de la habanera, la gracia cortesana de Manón y el romance de la reina Isabel en Atlántida.

Victoria de los Ángeles ha dado al mundo, durante medio siglo, bellas canciones. Ha sido y es, conmovedora.

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