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LA POLÉMICA HERENCIA DEL PINTOR DE PORT LLIGAT

La peripecia de un legado polémico

Los 12 meses transcurridos desde la muerte de Salvador Dalí han sido insuficientes para debatir el destino de su sorprendente y polémico legado, e incluso para conocer con precisión su contenido. A esta demora no es ajena la airada reacción con que los responsables de la Administración autonómica acogieron en su día la decisión testamentaria de Dalí, reacción que provocó un clima nada propicio a una negociacíón serena.Las alusiones a un supuesto engaño efectuadas por el propio presidente de la Generalitat, Jordi Pujol; las declaraciones del conseller de Cultura, Joan Guitart, afirmando que tenía un "temor fundado" respecto al futuro del legado, y, sobre todo, la intervención del ex conseller Max Cahner, que acusó a los representantes del Estado de haberse comportado como "una fuerza de ocupación", obligaron al ministro de Cultura, Jorge Semprún, a hacer un llamamiento a la calma y a proclamar que no habría tensiones en el reparto de la herencia.

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Un punto en el horizonte

Hasta esta misma semana, a punto de cumplirse el primer aniversario de la muerte del pintor, el fin de la negociación no se vislumbra. Las partes implicadas dicen trabajar ahora "en perfecta armonía" y anuncian el acuerdo para un futuro casi inmediato.

Pero no todo está claro. Sentada la base de domiciliar el legado en museos radicados en Figueres, Barcelona y Madrid, queda por decidir qué obras acogerá cada uno. De la misma forma, no se ha informado todavía con precisión de cuál será el futuro de la fundación creada por el pintor en Figueres y el de sus casas de Púbol y Portlligat. Pero lo más importante o, al menos, lo que más interés tiene para la opinión pública en general, es el destino de los cuadros, a repartir de una forma "artísticamente homogénea", según los negociadores.

Para las personas del entorno del pintor y para los amantes de su obra tiene también singular relevancia el futuro de la fundación, entidad que, además de gestionar el museo de Figueres, conservará, previsiblemente, la mayoría de la obra artística y los documentos de Dalí. Y la fundación, desde la muerte del pintor, se encuentra sin presidente y tiene dos puestos vacantes entre los llamados patronos vitalicios, ninguno de los cuales, pese a la confianza depositada en ellos por el pintor, ha participado en la negociación sobre el legado.

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