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VÉRTIGO EN EL ESTE

Las complejas aguas de la legalidad

La oferta de Mijail Gorbachov de promulgar una ley que establezca un detallado procedimiento para la secesión de cualquiera de las 15 repúblicas que constítuyen la Unión Soviética parece a primera vista una concesión sensacional a los movimientos separatistas de Lituania y de cualquiera otra región de la URSS. Sin embargo, lo único que ha conmseguido en la práctica es remover más las complejas aguas de la legalidad.Para empezar, la constitución vigente es completamente contradictoria. Es verdad que proclama que la URSS es una asociación voluntaria de pueblos iguales y que su artículo 72 dispone que cada república retendrá libremente el derecho de secesión, pero ese derecho es negado de manera efectiva en el siguiente artículo, que determina las fronteras estatales de la URSS. En otras palabras, la inclusión o exclusión de territorios de esas fronteras es un asunto que deciden sólo las instituciones del Gobierno central en Moscú.

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En segundo lugar, llevará anos ver convertida en realidad la propuesta de Gorbachov. La nueva legislatura soviética está teniendo problemas para concluir los nuevos proyectos de ley sobre propiedad y derechos de las repúblicas.

Los nacionalistas lituanos saben muy bien que cualquier mecanismo de secesión implicaría como mínimo la aprobación por parte del Congreso de los Diputados del Pueblo, el Parlamento soviético, piedra angular del nuevo Estado y de la constitución que Gorbachov está construyendo. También saben que incluso si los diputados lituanos fuesen apoyados por colegas de otras repúblicas, todavía serían minoría. Lo mismo ocurriría si la secesión dependiese de un referéndum entre los 200 millones de votantes de la URSS.

En vez de esto, los separatistas lituanos están firme y deliberadamente preparando la base jurídica para la secesión exactamente desde el ángulo opuesto. Su punto de partida no es la URSS de hoy día, sino la independencia lituana que existió entre las dos guerras mundiales. Su objetivo es asegurar la derogación jurídica de todo lo que alteró en 1939 y 1940 las relaciones entre Lituania y la Unión Soviética.

Los constitucionalistas lituanos mantienen que tanto la declaración realizada por un Parlamento lituano títere el 21 de julio de 1940 sobre la anexión por la URSS y por el Soviet Supremo de la URSS el 3 de agosto del mismo año deben prescribir. Por consiguiente, las relaciones entre Lituanla y Moscú deberían revertir al tratado firmado por Lenin el 12 de julio de 1920, que reconocía la soberanía e independencia de Lituania.

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