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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El placer de robar

Sidney Lumet es un director muy irregular, que unas veces acierta -las menos- y otras sólo llega a alcanzar una cierta dignidad profesional. Para dar lo mejor de sí mismo necesita una buena historia y unos actores que sepan vivirla ante la cámara.En Negocios de familia no hay ningún problema con los intérpretes porque el reparto es uno de los mejores de los últimos años, pero lo que se cuenta es sólo discreto: un retrato de familia peculiar y atípico, mezcla do, con mayor o peor fortuna con uno de esos robos casi per fectos, de los que tanto se ha ocupado en los últimos años.

La historia recuerda obras famosas, como Rififi, y Topkapi, y Consejo defamilia, de Costa Gavras, con una banda formada por tres ladrones: abuelo, padre e hijo. La intriga que podríamos llamar policiaca es mínima y sólo sirve para acelerar el relato y ofrecer al público un entramado narrativo reconocible y cómodo con el que se encuentre a gusto. El núcleo dramático de la película es nada menos que el sentido de la vida, la dificultad de encontrarlo y reconocerlo en un mundo desquiciado, pero no en una vía abstracta y filosófica, sino con un planteamiento vivo y práctico.

Negocios de familia (Family business)

Tri-Star Pictures presenta una producción Gordon Company. Guión. Vincent Patrick. Música: Cy Coleman. Imágenes: Andrzj Barkowiak. Dirección: Sidney Lumet. Intérpretes: Sean Connery, Dustin Hoffman, Matthew Broderick. Estreno en Madrid: cines Callao, Carlos III, Bilbao, Velázquez, La Vaguada, en versión española; Bogart, en versión original.

En realidad se trata de la educación de los jóvenes y de los errores de los padres, en una fábula frívola que esconde un auténtico apólogo moral. Negocios de familia pretende dar la vuelta a bastantes ideas admitidas, y frente a los pensamientos simples sobre moralidad y legalidad, conceptos no necesariamente ligados entre sí, según se deduce del desarrollo de la acción, Lumet propone otros acercamientos más irónicos y sarcásticos e insiste -quizá con un punto de exceso- en el sentido del honor de sus protagonistas.

Éstos arriesgan su vida y su libertad frente a los auténticos estafadores profesionales, como abogados y agentes inmobiliarios. Y todo esto, que podría ser pedante o aburrido, se convierte en un espectáculo maravilloso cuando intervienen los tres actores juntos, salvo en algunos momentos repetitivos y vacilantes, en un estilo inevitablemente costumbrista y tierno en el que combaten dos entendimientos de la existencia humana: el riesgo y la seguridad.

Uno y otra aparecen simbolizados, respectivamente, en el abuelo y el padre. El nieto, interpretado por el joven actor Mattew Broderick -que no desmerece lo más mínimo frente a las colosales figuras de sus famosos companeros de reparto, Sean Connery y Dustin Hoffman-, intenta elegir su propio camino, más afin a la línea audaz de su abuelo que a la postura conservadora y temerosa del progenitor. Negocios de familia no es una película trascendental ni está plenamente lograda, porque entre la propuesta inicial y su desarrollo cinematográfico se quedan muchas cosas en el camino, pero contiene los suficientes hallazgos para atraer al aficionado.

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