¡Al ladrón!
Un país ocupado, como Panamá, es un país donde todas las instituciones han sido barridas por el Ejército invasor. Es un país donde las tropas ocupantes imponen su ley y donde la población, desprotegida y amparada en la impunidad, se toma la justicia por su mano.
Un joven ladrón fue identificado el día de Nochevieja por los vecinos de la Vía Argentina, en un barrio capitalino de clase media. Rodeado y amenazado, consiguió correr lo suficiente para saltar la tapia que lo llevó hasta la oficina de la Agencia Efe en Panamá, no sin haber recibido antes el impacto de un bate de beisbol en sus riñones.
La agencia Efe, que un día antes había sido minuciosamente registrada por soldados norteamericanos, se disponía en ese momento a celebrar la despedida del año con un grupo de amigos. Confundidos, todos los presentes tuvieron que convertirse rápidamente en guardianes de la integridad física del caco ante la furia linchadora de la vecindad. Hubo que recurrir para salvarle la vida al muchacho al único poder visible del país: una patrulla del Ejército de Estados Unidos, que se acercó presta al lugar, con sus fusiles, sus caras tiznadas, sus bucles de tela en los cascos y sus sofisticadas tácticas de guerra.
El ladrón, que no tenía armas, fue hábilmente reducido por los soldados norteamericanos en menos de diez minutos. Después, ante la mirada complacida, de los vecinos, fue arrodillado, registrado y esposado en medio de la acera. La patrulla militar pidió calma a los enardecidos civiles y siguió su misión de limpieza en otros barrios, en otras casas de este Panamá que celebra tan dulcemente su ocupación. Los demás volvieron a su fiesta sin saber por qué brindar.
[El segundo jefe del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos, Marc Cisneros, expresó al embajador de España en Panamá, Tomás Lozano, que lamentaba los registros efectuados por soldados estadounidenses en las sedes de la agencia Efe, Iberia y el Banco Exterior, según explicó ayer a este diario Juan Leña, director general de la OID.
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