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MUNDOS DE AVENTURA

Una avalancha de héroes, espadas y magia

Las editoriales españolas han publicado este año más de 100 títulos del género de fantasía y se prevé el doble para el próximo

Jacinto Antón

El género de fantasía ha superado por primera vez en España, en ventas y publicaciones, a la ficción científica, según diversos especialistas. Las editoriales reciclan sus colecciones para introducir en ellas novelas de fantasía e inician otras nuevas (la última aparecida es la de Ultramar). Comienza a hablarse de pugnas editoriales para hacerse con tal o cual título de éxito en el extranjero. "Nos estamos poniendo al día a toda velocidad", señalan los responsables de las principales colecciones españolas del género. En otros países puede verse que editoriales tan prestigiosas como Mondadori o Penguin se lanzan a la publicación de obras de fantasía.Bajo el epígrafe de fantasía, que ya ha tomado carta de naturaleza en las librerías españolas (antes a los libros de este tipo se los ubicaba junto a los de ficción científica, bajo ese nombre), se presenta un material muy variado en calidad y contenidos, y en su inmensa mayoría de procedencia británica y norteamericana. Priman las historias de héroes aventureros en tierras fabulosas durante una época imprecisa, aunque con un ambiente y una tecnología medievales. Esos mundos inventados están repletos de seres fantásticos (dragones, trolls, enanos, brujos, etcétera) y en ellos impera la magia, o sea que puede pasar de todo. Normalmente se establece una dicotomía moral muy estricta: hay buenos y malos.

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El moderno género de fantasía posee dos claras paternidades: el escritor norteamericano Robert E. Howard y sus historias del bárbaro Conan de Cimeria, y el británico J. R. R. Tolkien, autor de El señor de los anillos y productos adyacentes (El Hobbit, El Silmarillion). Del primero desciende el subgénero de la fantasía heroica (Heroic Fantasy) o espada y brujería (Sword and Sorcery), con miles de héroes diestros en la lucha y dotados de personalidades que van desde la atormentada y compleja de Elric de Melniboné (criatura de Michael Moorcock) hasta la chistosa de Hrun el Bárbaro, individuo que apenas puede pensar sin mover los labios y en el que Terry Pratchett, su creador, satiriza a tantos guerreros microcefálicos e hipermusculosos del género.

La herencia de Tolkien

De Tolkien, fundador según algunos de otro subgénero, la alta fantasía (High Fantasy), recoge la fantasía el reto de la creación minuciosa de mundos fabulosos autosuficientes, en general muy inspirados en su Tierra Media. En todo caso, hay que tener presente que tanto Howard como Tolkien estaban influenciados por creaciones anteriores. La deuda del género, como explica Moorcock, uno de sus mejores teóricos y críticos, en su estudio Wizardry and Wild Romance (1987), se remonta al ciclo artúrico y al Amadís de Gaula, pasa por Ossian y la novela gótica y tiene como antecesores inmediatos a autores como Lord Dunsany. La línea fronteriza con la ficción científica, por otro lado, no es nada clara, y muchos productos cabalgan entre ambos géneros.

Orientarse hoy en el reino de la fantasía, en las prolijas tierras de Neveryon, Lavondyss, Lyonesse, Malloreon, Prydain, Lankhmar, Landover, o Sendaria, no es fácil. El profano se topa con una verdadera muralla de obras, a menudo partes de largas series, con títulos y portadas que al cabo de un rato de mirarlos parecen iguales.

Es indudable que hay joyas y monstruosidades. Entre las segundas muchos "clones tolkinianos", en acertadas palabras del director de las dos colecciones de fantasía (Fantasy y Gran Fantasy) de la editorial Martínez Roca, Alejo Cuervo. Y aventuras que, como resume el propio Hrun de Chimeria (sic) en la satirica El color de la magia (Martínez Roca), de Pratchett, consisten invariablemente en: "Ser arrastrado a alguna especie de circo ritual, donde quizá lucharé contra un par de arañas gigantes y un esclavo de ocho piernas procedente de las selvas de Klatch, y luego rescataré a una especie de princesa del altar, mataré a algunos guardias o algo por el estilo, y la chica me enseñará un pasadizo secreto para salir de este lugar, liberaré a un par de caballos y escaparé con el tesoro".

Entre las primeras, las joyas, hay algunas obras que difícilmente encajan en el espectro del género y otras que lo han trascendido por su capacidad de introducir nuevos elementos o renovarlos. En ambos casos son obras que pueden deleitar a cualquier lector, y no sólo al del género.

Hay que mencionar, entre lo último aparecido, Bosque mitago, de Robert Holdstock (Martínez Roca), un libro metaliterario, recomeqdado por el propio Moorcock, en el que se juega explícitamente con los mitos -celtas, por ejemplo- que están en la base del género; Las puertas de Anubis, de Tim Powers, novela sobre una conjura atemporal conducida por un brujo del viejo Egipto en el Londres romántico, o Soldado de la niebla, de Gene Wolfe, peripecia de un mercenario del ejército persa durante las guerras médicas que se lee, athaber traducido el autor los nombres griegos, exactamente igual que si se tratara de fantasía épica (otra maniobra que muestra cómo recrea el género los viejos mitos clásicos). Estos dos últimos libros también son de Martínez Roca.

Pervivencia de mitos

Más de género, pero igualmente espléndidas, son la esperada La sombra del torturador, de Wolfe, de inminente aparición en Minotauro y considerada la novela de mayor impacto en la fantasía desde El señor de los anillos; Sobre un pálido caballo, de Piers Anthony (parte de la serie Encarnaciones de inmortalidad), en Acervo; el ciclo de Lyonesse, de Jack Vance, que ha empezado a editar Ediciones B, y el de Alvin Maker, de Orson Scott Card, una reconstrucción de la historia de EE UU en la que perviven los mitos centroeuropeos de los colonos (también en Ediciones B). A destacar que los dos últimos autores citados son grandes nombres de la ficción científica. Un síntoma del fenómeno de trasvase que se está produciendo, y no sólo desde el campo de la ficción científica: gente del terror, como Stephen King, Peter Straub y Clive Barker, escriben y publican fantasía actualmente.

La escritora Marion Zimmer Bradley logró un gran éxito en España con la serie Las nieblas de Avalon (cuatro tomos, en Acervo), una recreación de la leyenda artúrica narrada por Morgana y en la que las verdaderas protagonistas de la historia son las mujeres, y no Lancelot, Arturo y sus caballeros. Esta obra, que agradó especialmente a las lectoras (fue bandera de las feministas alemanas) y lleva dos ediciones, es un ejemplo de otro fenómeno: la irrupción de mujeres en el género, que le aporta una cierta dulcificación y profundidad (no hay que olvidar el precedente de Ursula K. Leguin su mundo de Terramar).

De Zimmer Bradley, Acervo ha sacado otra obra, La antorcha, una significativa versión de la guerra de Troya en clave de fantasía. Ediciones B está publicando asimismo otra serle de éxito de la misma escritora.: Darkover, y anuncia para el 90 novelas de Barbara Hambly y Jane Jolen.

No hay que olvidar, al hablar de mujeres en el género, la popular saga de los dragoneros de Pern, de Anne McCafrey, con cuatro volúmenes que van por la tercera edición (Acervo) y el anuncio de la aparición de un quinto: El amanecer del dragón.

Otras novedades: Miraguano anuncia la publicación de nuevos títulos de la serie Ámbar, un clásico de Roger Zelazny; de Fantasías, de George McDonald, y de la trilogía de Skaith, de Leight Brackett: y Minotauro continúa con los Cuentos inconclusos, de Tolkien.

Parodia

Moorcock explicaba en una reciente visita a España que un género muestra su madurez cuando es capaz de producir obras en las que se satiriza a sí mismo. El humor, del que carecía Tolkien, por ejemplo, aparece en muchas obras actuales. El ejemplo más claro es El color de la magia, una divertidísima parodia del género similar a la que realizó Douglas Adams con la ficción científica en La guía del autoestopista galáctico. Otros ejemplos son la serie de Terry Brooks El reino mágico de Landover (Acervo), con títulos como Reino mágico en venta... vendido, o la citada anteriormente Encarnaciones de inmortalidad.

También en esta faceta hay precedentes: Jurgen (Laertes), de James Branch Cabell, o la magnífica triligía de Gormenghast (que está publicando Edhasa, en catalán), de Mervyn Peake, un contemporáneo de Tolkien.

Libros que se juegan, juegos que se leen

La colección de fantasía de Ultramar se ha iniciado con El mundo de los ladrones, un éxito enorme en el mundo anglosajón, representante de un fenómeno nuevo, los mundos compartidos. Se trata de la creación. por parte de un autor (en este caso Robert Asprin) de un universo fantástico que es llenado de historias por toda una serie de escritores (aquí gente como Bruner, Anderson, Haldeman, y Zimmer Bradley).Este tipo de creación colectiva guarda similitudes con los juegos de rol, muchos de los cuales se desarrollan en universos de fantasía épica y están protagonizados por grupos de camaradas cuyas reacciones ante los estímulos lanzados por un árbitro en un marco general de aventura producen, de hecho, la historia.

En todo caso, la interrelación entre estos juegos y la literatura es enorme y los estudiosos del fenómeno, entre ellos Michael Moorcock, advierten que el subversivo uso que de las obras de fantasía hacen los jóvenes jugadores (alterándolas para crear esquemas de juego, extrayendo personajes y mezclándolos) está produciendo nuevas, complejas y quizá revolucionarias relaciones entre el lector y la obra. Los juegos de tablero y de ordenador (con programas sobre el mundo de Tolkien, por ejemplo) son parte del mismo fenómeno.

El mismo Moorcock ha visto sus obras trasladadas al juego de rol. Terry Pratchett es otro autor vinculado directamente a ellos, incluso ha adaptado él mismo personajes suyos a los juegos.

El mercado reacciona a la necesidad de elementos de los jugadores de rol con la edición no sólo de un alud de relatos manipulables, sino de bestiarios y mapas exhaustivos de las tierras literarias. Los libros de Dragonlance editados por Penguin adjuntan figuras adhesivas de los personajes, y Bantam ha publicado libros híbridos que a la vez son guías para juegos y aventuras autónomas. Paralelamente, se ha establecido toda una industria de publicaciones y adminículos para jugadores: réplicas de objetos mágicos y armas, figuritas...

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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