El periodismo verosímil
El escritor británico John le Carré, en su última novela, La Casa Rusia, pone en boca de uno de sus personajes: "... temí que se dispusiera a inventar, que es lo que muchos suelen hacer cuando se han quedado sin información, pero que quieren conservar su ascendiente...". Esta preocupación de los espías es común a los periodistas. Cuando no hay información contrastada, algunos periodistas poco escrupulosos facilitan información verosímil. No existe certeza de que sea cierto, pero es muy posible que haya ocurrido. Es un periodismo. hecho mitad de rumores, cuarto de mitad de imaginación y cuarto de osadía. La falta de rigor se envuelve en innominadas fuentes que lo mismo valen para un roto que para un descosido. Es el periodismo verosímil, que en boca de una aspirante a periodista se justifica con la conocida frase: "Se non è vero, è ben trovato".Algunos lectores han llamado al ombudsman para quejarse de este abuso de las fuentes no identificadas, que permite sortear ese viejo principio del Libro de estilo de EL PAÍS que afirma que los rumores no son noticia. Es un problema difícil de atajar que sólo puede despejarse en función de la confianza que inspira el medio de comunicación y el periodista que firma la información.
En una reciente reunión celebrada en Washington a la que asistieron políticos y periodistas para debatir sobre los niveles de ética en el periodismo norteamericano, el director de The Washington Post, Benjamin Bradlee -que acaba de imponer a sus redactores uno de los códigos más estrictos del periodismo moderno-, reconoció que es un problema al que se enfrenta diariamente y para el que no existen soluciones fáciles. Cada caso es distinto.
Uno de los lectores considera que "el recurso de adjudicar una determinada declaración a una persona cuya identidad se sustrae al lector sólo puede invocarse en casos graves. En los demás casos es razonable pensar que se trata de un abuso. Y el razonamiento es muy sencillo. Si una persona no está dispuesta a mantener públicamente lo que afirma, acogiéndose al secreto profesional del periodista, sus motivos han de ser de peso. Lo demás es tirar la piedra y esconder la mano".
La queja del lector tiene fundamento en el abuso que en los últimos años se ha hecho del recurso a las fuentes no identificadas, que permite poner opiniones o rumores en boca de anónimas personalidades que no existen. Sin embargo, el ombudsman considera que EL PAÍS es uno de los medios que menos abusa de un recurso periodístico legítimo y difícilmente sustituible cuando se emplea correctamente.
Coherencia toponímica
Desde Bruselas escribe A. Benítez para pedir explicaciones por lo que considera "una evidente falta de coherencia".
"Me refiero", escribe el lector, "al idioma en el que aparecen escritos los topónimos de las autonomías españolas. En unos casos están en el correspondiente idioma (Oiartzun, Figueres ... ); en otros, en castellano (Bilbao, Gerona ... )".
"Creo que lo correcto sería escribirlos todos en castellano o todos en su respectiva lengua, pero, por favor, eviten incoherencias como las del pasado 23 de noviembre. En la página 36 de la edición nacional, en el último párrafo del artículo sobre aguas contaminadas hablan de un 'bar de Pasajes', mientras que en la página 19, en un artículo sobre la huelga general en Euskadi, se refieren a la 'zona de Pasaia".
Alex Grijelmo, redactor jefe de edición y formación, explica cuáles son las normas para evitar la incoherencia toponímica. 'Tos nombres de las capitales, de las provincias y de las comunidades autónomas se escriben siempre en castellano. Las demás poblaciones españolas deberán escribirse según la grafía aceptada oficialmente por el correspondiente Gobierno autónomo. En el caso de ser igualmente válidas las dos grafías, la castellana y la autóctona, se optará por la castellana". Sin embargo, existe una excepción en el caso de los nombres de las comunidades autónomas: EL PAÍS acepta Euskadi (pero no Catalunya). Este tratamiento diferente quedará suprimido de aprobarse la nueva versión del Libro de estilo, puesto que País Vasco es una expresión adecuada con la norma general, figura en el título del Estatuto de Gernika y no ofrece ninguna controversia. La existencia de unas normas no impide -como señala el lector- que a veces se cometan errores.
30 meses después
El ombudsman ha recibido una carta para replicar a una información que se publicó en esta sección hace 30 meses. La culpa no es del servicio de Correos. Se trata de una puntualización de Antonio Núñez Jiménez, que firma su carta como presidente de la Comisión Nacional Cubana del V Centenario del Descubrimiento Mutuo, al que la publicación del artículo de Ismael López Muñoz, primer ombudsman de este diario, le sorprendió navegando en canoa por el Amazonas rumbo al Caribe en una expedición científica.
Su puntualización se dirige a un veterano lector y colaborador habitual de esta sección, Armando López Carrasco. Este lector corregía -con la enciclopedia Salvat en la mano- unos datos sobre el caudal del Amazonas en su desembocadura: 60.000 metros cúbicos por segundo en épocas normales y 190.000 en el período de crecida.
Antonio Núñez Jiménez mantiene las cantidades que había publicado inicialmente -63.000 metros cúbicos para épocas normales y 200.000 para el período de crecida- y lo razona con un amplio despliegue de datos tomados durante su reciente aventura científica por el Amazonas, que ha sido patrocinada por la IV Conferencia Iberoamericana del V Centenario.
Los lectores pueden ponerse en contacto directo con el ombudsman llamando al teléfono 754 45 53 de Madrid, de lunes a viernes.
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