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El cuerpo según Cillero

El pintor valenciano expone en Madrid obras de los tres últimos años

Andrés Cillero (1934) tiene aún mucho que decir sobre el cuerpo, sobre los pliegues de la figura humana. La galería Alvar de Madrid (Almirante, 11) ha preparado una amplia exposición del artista valenciano que no sólo muestra obras realizadas en los tres últimos años, sino que en otra sala expone algunas de las obras que Cillero ha realizado en más de 20 años. Antes y después, ahora y a lo largo de la historia, el cuerpo humano representa para Cillero un eje en su búsqueda pictórica.

Movimientos como el pop-art y el informalismo pasan por las manos de Cillero teñidos de los rasgos que lo distinguen a lo largo de toda su obra. Las curvas de la anatomía humana, los tejidos, los músculos tensos y laxos, la piel o cierta extraña sensualidad que se superpone a los colores vibrantes, lo acercan por momentos al testimonio social y en otros se aproximan con ironía al kitsch.Pero este enfrentamiento entre obras de tan distintos momentos parece no formular en el artista ninguna reflexión sobre su propia evolución. "Son obras que corresponden al tiempo, dándole al Tiempo una medida filosófica", dice. "Corresponden a distintas épocas, y verlas me ha provocado recuerdos vivenciales de esas épocas. Pero creo, como decía Picasso, que cuando se va de tus manos una obra, esa obra deja ya de ser tuya, se convierte en otra cosa, llámale objeto, llámale cuadro o lo que quieras".

"Podemos poner como símil al matador de toros. Una vez hecha su faena los otros trámites de arrastre y cómo desaparece la res brava, no pertenecen al mundo del matador", señala el artista.

Pero hay un hilo conductor entre esas obras del pasado y las actuales. Motivos y formas recurrentes y una paleta que, con un tratamiento distinto de la pincelada, sigue empleando la fuerza de los colores básicos y las formas anatómicas inconclusas.

La sabiduría del tiempo

"A mí me ha gustado siempre, de una forma romántica quizá, la arqueología. Pero nunca ha sabido explicarme justamente si me gustaba porque los objetos no estaban policromados como en su época o porque habían sido desgastados de esa manera por la sabiduría del tiempo. Mirando hacia atrás en la historia del arte llegué a la conclusión de que los griegos tenían razón en su concepción del desnudo y la figura humana, cosa que tardamos en recuperar prácticamente hasta 1700, porque ni siquiera el humanismo puede con esos tabúes y les resulta diricil asimilar, por ejemplo, un vaso erótico griego"."La figura humana sigue fascinándome. Es un reto porque de alguna manera el cuerpo humano no es totalmente lícito hasta que los humanistas no descubren que hay una circulación de la sangre, unos músculos. Después viene una época de oscurantismo, y luego nos encontramos nuevamente con la autenticidad de ese desnudo que es bello en sí como objeto".

Aunque la mayor parte de las pinturas recientes que expone Cillero son acrílicos sobre tela o sobre tablero, no ha abandonado el recurso de relieves que otorgan a la obra una dimensión escultórica. "Todo surge a raíz de algo que sucedió a mediados de los años sesenta y setenta. Yo iba a construir un objeto para pintarlo, y entonces descubrí que ese objeto que yo deseaba interpretar o copiar se transformaba en una obra, quizá mejor que si yo la hubiese copiado. A su vez, esos relieves no significan nada más que lo que podrían significar para Mondrian esos rebordes deliberados de una de sus divisiones de un espacio negro con un espacio rojo o gris. Mondrian. Añadían un valor sensorial, porque, además, cualquier relieve proyecta una sombra y esa sombra se convierte en parte de la obra".

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