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Cristiani pide a los guerrilleros que se rindan, con la promesa de respetarles la vida

Antonio Caño

Los combatientes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) resistían ayer duros ataques del Ejército salvadoreño contra las posiciones ocupadas por la guerrilla en la capital. El presidente Alfredo Cristiani explicó a la población que la victoria de las fuerzas armadas "es cuestión de tiempo", mientras que la radio oficial llamaba a los rebeldes a la rendición, bajo promesa de respetarles la vida.

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Por cuarto día consecutivo, la guerra continua en San Salvador. Con pequeños intervalos de descanso para que los extenuados soldados descansaran a la sombra de un árbol o se alimentaran precipitadamente, el combate no cesó. A primeras horas de la tarde del martes, el Ejército lanzó una contraofensiva por tierra y aire que persistía ayer.Los comunicados triunfalistas de ambas partes, pensados más para animar a sus fuerzas que para informar sobre el desarrollo de los combates, apenas sirven para conocer el estado real de la situación. Sobre el terreno, de acuerdo con la información de los vecinos y el testimonio inequívoco de la batalla, se puede apreciar que, al menos hasta el mediodía del miércoles, la guerrilla conservaba importantes zonas de resistencia en varios barrios de San Salvador, donde se mantiene la vigencia del toque de queda de 24 horas.

La iniciativa parece estar del lado del Ejército, que está empleando todas sus fuerzas y todos sus medios militares. Pero el FMLN sigue controlando varios edificios, calles y territorios a los que las fuerzas armadas no han podido penetrar.

El presidente Cristiani explicó, en un mensaje transmitido al país en la noche del martes, que "las fuerzas armadas tienen capacidad para erradicar a los terroristas, si no fuera porque no quiere perjudicar a la población civil", y prometió a los ciudadanos: "Estén seguros de que las fuerzas armadas van a salir adelante de esta situación".

La radio oficial, la única en antena, emite continuamente mensajes dirigidos a los miembros del FMLN para que se rindan, con la promesa de que sus vidas serán respetadas y que serán entregados a organismos internacionales. "Su derrota es total. Entreguen sus armas, como han hecho ya muchos de sus compañeros", dice enérgicamente la voz del Ejército a través de las ondas.

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Defender las posiciones

Los guerrilleros, en su puesto de combate, niegan que hayan perdido terreno y aseguran estar dispuestos a defender sus posiciones a toda costa, con la confianza, según ellos, de que, a medida que pasen los días, la moral del Ejército se irá debilitando, la crisis acabará por cercar al Gobierno y el FMLN obligará, como mínimo, al presidente Cristiani y a los militares a una negociación en posición ventajosa para la guerrilla.Alfredo Cristiani advirtió, sin embargo, en su discurso televisado que no volverá a negociar con el FMLN si previamente no se establece un cese total de las hostilidades. La radio, manejada por el Ejército, afirma que "el que hable hoy de diálogo con la guerrilla sólo puede formar parte de los partidos fachada de los terroristas".

En medio, un pueblo desesperado grita: "¡Que se acabe ésto!". En la colonia Zacamil, una de las más castigadas por los ataques, un hombre con lágrimas en los ojos comentaba ayer: "No hemos dormido en toda la noche, llevamos cuatro días infernales".

En la tarde del martes, los aviones hicieron allí varias pasadas, dejando caer cohetes que destrozaron algunas casas; los helicópteros descargaron sus ametralladoras, y las tanquetas entraban y salían entre el estampido de los disparos. Las fuerzas guerrilleras, con sorprendente capacidad de fuego, contestaron permanentemente con fusiles automáticos y cohetes.

En ese barrio, el FMLN ha instalado su cuartel general en una fábrica de cremalleras, y tiene fuerzas distribuidas al menos en cuatro puntos distintos. En medio de Zacamil, entre barricadas, escombros y un vomitivo olor a carne putrefácta, uno tiene la sensación cierta de que le llegan disparos por los cuatro costados.

Orden de abandono

Columnas interminables de personas con banderas blancas en busca de refugio recorren las calles de la ciudad desde que amanece. El Ejército ha dado orden de abandonar los barrios donde se combate para evitar víctimas civiles; miles de personas han obedecido la orden, pero otras muchas, que no tienen adónde ir, porque ni el Gobierno ni ninguna organización humanitaria se ha ocupado hasta el momento de ese problema, prefieren el peligro de quedarse en sus casas que la desesperación de echarse a la calle con una manta bajo el brazo y la familia alrededor."Aquí va a haber una anarquía, saqueos, hambre", dice un médico residente en el barrio de La Metrópoli, sentado sobre el escalón de su casa, viendo cómo las balas cruzan por encima del tejado. Igual que el resto de sus vecinos, no tiene agua ni luz, y aprovecha la conversación con un periodista extranjero para pedir al mundo que haga algo para acabar con esta angustia.

Este salvadoreño, como muchos otros, no cree que la guerrilla pueda ganar esta batalla, porque carece del suficiente apoyo popular, pero no duda de que cualquier cosa puede pasar si los combates continúan, y culpa, en gran parte, al Gobierno de la situación, "porque creyó que la guerrilla estaba acabada y mandó negociar a gente sin importancia y sin voluntad verdadera de dialogar".

En este barrio es apreciable que la guerrilla ha perdido algún terreno, pero sigue controlando posiciones estratégicas -como el edificio de la Escuela Tecnológica-, desde las que hace muy difícil el avance de las fuerzas armadas. En las calles desiertas, cuando callan los fusiles, el ladrido de los perros se oye al mediodía con el mismo eco dramático que en las noches de luna llena.

[El embajador de EE UU en El Salvador anunció anoche que los combates se han cobrado ya 614 muertos y 963 heridos, informa Efe].

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