La reunificación, desde el otro lado del Rin
Un 62% de los franceses considera segura o probable la pronta existencia de un único Estado alemán
Francia vive con incertidumbre la irrupción brutal de la cuestión alemana, es decir, el problema de la reunificación del gigante del otro lado del Rin. Políticos e intelectuales se refugian en Europa para reclamar una mayor fortaleza de la Comunidad Europea ante la perspectiva de la reunificación, aunque también se escuchan voces que pronostican la muerte de la CE y preconizan una Europa federal o confederal, y otras que defienden una Alemania reunificada y neutral. Un 62% de los franceses cree segura o probable la pronta existencia de un único Estado alemán, según una reciente encuesta.
Realizada los pasados días 9 y 10 de noviembre sobre una muestra de 1.006 personas, la encuesta hecha por el Instituto Louis Harris ha sido publicada por el diario Le Figaro. Sólo un 28% no cree en la reunificación. A la cuestión de si una Alemania unida es buena para Francia, el 60% contesta afirmativamente y el 19% opina que no. Un 70% estima que la reunificación no es un obstáculo para la construcción europea, mientras que el 18% considera que sí lo es.El optimismo de la opinión pública no es compartido, sin embargo, por la clase política o intelectual. El empresario y escritor Alain Minc comenta el sondeo diciendo que los franceses no han entendido que Francia ha sido el principal beneficiario de la división alemana, al concederle un peso en Europa superior al real. Alfred Grosser, historiador especializado en temas alemanes, cree que las respuestas obedecen a una falta de información y de reflexión. Considera que una reunificación pura y simple es improbable en un próximo futuro, y que, en caso de producirse, provocaría unas dificultades insospechadas por los interrogados. Grosser es de los que piensan que el reforzamiento de la CE aumentaría la atracción que ésta ejerce sobre los países del Este. Un Estado único alemán se convertiría en una potencia situada justo detrás de Japón, con un producto nacional bruto superior a los 160 billones de pesetas (es decir, un 50% más que el de Francia) y una población de 80 millones de habitantes. Sería, según Thierry de Montbrial, director del Instituto Francés de Relaciones Internacionales, "una Alemania demasiado fuerte, que dominaría Europa".
Sin embargo, otra encuesta realizada para el programa de TF-1 Sept sur sept indica que el 72% de los franceses está convencido de que esa entidad existirá antes de fin de siglo, con un 21% de aumento de esta opinión debido a la influencia de la caída del muro de Berlín y de los últimos acontecimientos. Uno de los convencidos es Michel Debré, primer ministro del general Charles de Gaulle cuando se levantó el muro. Debré pronostica una nueva alianza germano-soviética basada en un contrato en el que la URSS permitirá la reunificación a cambio de ayuda económica prioritaria.
Rotundo como siempre, Minc estima también que una Europa no dividida conocerá él dominio de Rusia (no ya de la URSS) y de Alemania porque la desaparición del muro significa la muerte de la idea de la Europa comunitaria.
Muerte de la CE
El ex presidente Valéry Giscard d'Estaing se plantea asimismo la idea de la muerte de la CE, aunque el fallecímiento estaría ligado más bien a la reunificación. Giscard había pedido el domingo una sesión extraordinaria del Consejo Europeo antes de la ordinaria de Estrasburgo, señalada para los días 8 y 9 de diciembre, con objeto de comprometer a la República Federal de Alemania en sus actuales alianzas y presentar los resultados en la cumbre que reunirá en Malta, los días 2 y 3 del mismo mes, al presidente norteamericano, George Bush, y al líder soviético, Mijail Gorbachov.
El peso de un eventual Estado alemán unificado sería, según Giscard, "incompatible con nuestras instituciones".
Los dirigentes y los analistas políticos empiezan a matizar su inicial entusiasmo tras la borrachera histórica de Berlín. Los líderes políticos están teóricamente a favor, pero prácticamente en contra de la reunificación, una cuestión que ilustra mejor que ninguna la habitual distancia entre la teoría y la práctica.
El presidente de la República Francesa, François Mitterrand, ha mantenido, antes y después de la apertura del muro, la misma posición. Su exposición más clara sobre el tema la hizo en Bonn durante la última cumbre franco-alemana occidental. Negó tener miedo de la reunificación, para lo que "cuenta, ante todo", dijo, "la determinación del pueblo alemán". Precisó, no obstante, que esta iniciativa debe ser pacífica y democrática y no comprometer la paz. La reunificación, recordó Mitterrand, afecta a otros países -especialmente europeos-, a los acuerdos de la posguerra y a los pactos que fundamentan la CE. "Si ellos [los alemanes] la quieren y pueden, Francia adaptará su política en beneficio de los intereses de Europa y de los suyos", afirmó. Como el presidente francés ha repetido últimamente al abordar el terremoto político en el Este, eso quiere decir que "antes de la reunificación hay que progresar primero en la construcción comunitaria", para lo que "la cooperación de la RFA no nos faltará", confiaron fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Para demostrar esa voluntad, Mitterrand convocó el lunes una cumbre informal de la CE para el próximo sábado en París, aunque, para que no parezca una respuesta a la propuesta de Giscard, el Elíseo se cuidó de aclarar que los contactos se iniciaron el jueves pasado a iniciativa, entre otros, del presidente del Gobíerno español Felipe González.
Los vertiginosos cambios en la RDA acrecentaban el peligro de fracaso de la presidencia francesa de la CE, tras la petición hecha a Mitterrand por el canciller alemán federal, Helmut Kohl, de que la cuestión alemana fuera el tema central de la cumbre. Mitterrand pretende con la reunión extraordinaria del sábado salvar la cumbre de Estrasburgo, en la que, pese a que volverá a tratarse el tema del Este, la prioridad francesa seguirá siendo hacer avanzar la unión económica y monetaria
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