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PROBLEMAS EN LA DANZA Y EN LA MÚSICA

Retrato del bailarín sentado en su locura

El contrato que está previsto que firme hoy Nacho Duato y el Ministerio de Cultura tiene una cláusula que hace brincar de risa al bailarín: podrían echarle en cualquier momento por motivos de locura. Y él se pregunta qué es realmente estar loco. Y piensa que sólo un loco está capacitado para el arte. Que si algo no debe perder un creador es la demencia de poner los convencionalismos y la mediocridad patas arriba.De todas formas firmará ese papel, que le pone al frente de esta compañía el próximo mes de junio por un período de tres años. Tiene 32 años y una carrera prestigiosa en el extranjero. Dice que si durante el primer año el ministerio no le apoya y no respalda sus iniciativas, los dejará plantados. "He aceptado la oferta porque España es mi país y porque los bailarines españoles merecen que se hagan coreografías para ellos y que este ballet tenga un nuevo repertorio con auténtico carácter español".

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Declinó otras ofertas similares para dirigir el Ballet de la Opera de Berlín y, el de Basilea. Más adelante proyecta contratar a coreógrafos y bailarines extranjeros, porque, según su experiencia como bailarín y coreógrafo en el Nederlands Dans Theater, donde lleva cerca de ocho años, sólo cuatro individuos en la compañía son holandeses, y el resto, extranjeros. "La combinación de nacionalidades y culturas enriquece siempre", dice Nacho Duato.

Nació en Valencia. Su bisabuelo, Vicente Novella, era pintor y amigo de Sorolla. También fue fotógrafo. Y coleccionista de arte. De ahí, cree él, le viene la inquietud de crear, algo que no entendieron muy bien sus educadores cuando esa fuerza se desveló en su infancia.

Rebelde

Le expulsaron del colegio del Pilar por lo que él llama ahora "mi conducta de rebeldía contra la educación que me daban". Un día le pillaron rompiendo un lavabo. "Me dio por ahí, por sentarme en los lavabos, golpearlos y derribarlos. Me pillaron y le mandaron la factura a mi padre. Y me expulsaron".

Cree que eso es lo mejor que pudo pasarle. Su padre, que más tarde sería gobernador civil de Alicante con Unión de Centro Democrático, le matriculó en una academia donde o bien los lavabos eran más escasos y estaban mejor sujetos a la pared, o Nacho Duato ya no tuvo necesidad de rebelarse. "Ya no la tuve porque la gente en la academia era gente normal. Y al final nos aprobaban a todos", dice.

Acabó el bachillerato. Luego puso fin a los estudios. Fue una lástima que en el Pilar el instrumento accesible a los alumnos fuera el órgano de la iglesia. En su casa accedieron a ponerle profesor de piano. "Me mandaron al Conservatorio de Valencia, y era un sitio deprimente: una bombilla colgada del techo y el teclado allá abajo".

Le interesaba pintar, como al bisabuelo Vicente. Pero eso tampoco salió. Y se apuntó a la Coral de Pequeños Cantores dirigida por un tal Jesús Ribera. "Ahora este - señor dice que él me inició en el arte, lo cual tal vez sea cierto. Ganamos un premio en un concurso en Escocia".

Más tarde se enroló en un grupo de teatro valenciano llamado Carnes Toltes. "Mis papeles eran de poco hablar, porque el valenciano no se me daba demasiado bien. Pero mis padres me dejaron poner un teatro en el garaje de su casa, en Rocafort. Allí fabriqué un escenario y hacíamos funciones. Desde muy pequeño me atraía el teatro. Recortaba papeles para darlos como entradas a mis hermanos (somos ocho hermanos) y a los amigos, y me sentía feliz cuando acudían a una representación".

A los 17 años vino a Madrid. Empezó a hacer musicales. La primera vez que salió un desnudo frontal en un escenario español fue el suyo. Eso sucedió en el Reina Victoria, con la obra de Gala Por qué corres, Ulises. Victoria Vera y Nacho Duato se quedaron en cueros vivos, y eso, dice, estuvo muy bien.

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