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Un banco sueco poco neutral

Un historiador y un politólogo holandeses revelan el apoyo de Enskilda y de los Wallenberg a los nazis

Isabel Ferrer

Durante la II Guerra Mundial, el poderoso banco sueco Enskilda prestó ayuda económica a la Alemania el III Reich, a pesar de estar emplazado en un Estado neutral. Encubriendo a los verdaderos dueños de empresas nazis en Estados Unidos y en el Reino Unido, los hermanos Jacob y Marcus Wallenberg, banqueros y tíos del diplomático Raoul, desaparecido durante la guerra en extrañas circunstancias, entorpecieron la victoria aliada, pero consiguieron ampliar aún más su ya fabulosa fortuna.

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Así lo afirman, en su libro Negocios, como siempre. El apoyo secreto prestado por los Wallenberg a los nazis, los holandeses Gerard Aalders y Cees Wiebes, historiador y politólogo, respectivamente. Ambos han dedicado los últimos 11 años a visitar más de 25 archivos en nueve países hasta poder concluir hoy, en Estocolmo, que "el arte de ocultar" a los representantes de empresas susceptibles de confiscación en tiempos de guerra y la aceptación de fuertes sumas procedentes de la elite nazi fueron prácticas habituales en los países neutrales, como Suecia y Suiza, durante la pasada contienda bélica en Europa.Según Aalders y Wiebes, la firma American Bosch Corporation (ABC), dependiente de la alemana Bosch de Stuttgart, fue vendida a Enskilda con la condición de que el dueño original pudiera readquirirla una vez concluida la guerra. La compañía ABC recibió contratos y órdenes del Pentágono, y los resultados de sus investigaciones también llegaron a Berlín. Con otras empresas, como IG Farben (productora de gases venenosos y gerente de un campo de concentración) o Norsk lydro (encargada del agua pesada necesaria para la investigación nuclear nazi,), el Enskilda prefirió comprar sus acciones después de 1945 para luego devolverlas al Reichsbank a través de diversos bancos europeos.

Descubrir el engaño

Los aliados descubrieron el engaño tras la rendición alemana, y para conocer su magnitud debieron dinamitar los silos de cemento donde la cúpula nazi que rodeaba a Hitler había enterrado los contratos. Cuando todo estuvo claro, las cuentas corrientes de los Wallenberg en Estados Unidos y el Reino Unido fueron blanqueadas, y a Jacob se le prohibió viajar a Alemania durante tres años. Luego, Estados Unidos obligó a su banco a paralizar el crédito de 280 millones de ,dólares que había ofrecido en 1946 a la Unión Soviética con la condición de que adquiriera productos en Suecia. Estas represalias, sin embargo, duraron poco, y los Wallenberg acabaron recibiendo apoyo del Departamento de Estado norteamericano, que dirigió directamente las investigaciones. Uno de sus defensores más vehementes, John Forster Dulles, sería nombrado ministro de Asuntos Exteriores. Y es que, al parecer, importantes políticos de Washington habían tenido tratos con los Wallenberg durante la guerra y no quisieron remover más escombros."Por sorprendente que parezca esta historia, no hemos afirmado nada en el libro que no pueda ser probado con documentos públicos", afirmó a EL PAÍS Cees Wiebes poco antes de viajar a Suecia. "El mayor problema será ahora convencer al pueblo sueco de que los artífices de la transformación económica de su país colaboraron con los nazis sin pudor", añadió. Nadie forzó a los Wallenberg a establecer contactos con el III Reich, pero incluso una vez perdida la guerra el banco registró patentes y recibió numerosos bonos alemanes que debían servir para reconstruir Alemania tras la guerra.

Según Gerard Aalders, ambos pidieron permiso a los actuales dueños de Enskilda para consultar el archivo del banco en Estocolmo. "Nos dijeron que habían decidido que no tenían nada interesante para nosotros. Incluso su abogado nos prometió documentos importantes para la investigación aunque nunca ha querido mostrarlos, evitando así dar la otra versión de los hechos".

Hay otra pregunta sin respuesta en el libro, y se refiere a Raoul Wallenberg. El sobrino diplomático de Jacob (fallecido en 1982) y Marcus (muerto en 1981) fue detenido por los soviéticos y confinado hasta su muerte en una cárcel. Estos datos han sido sólo recientemente revelados por la propia Unión Soviética. ¿Estuvo entonces Raoul encerrado como revancha por el deterioro de las relaciones sueco-soviéticas tras el problema del crédito o las posteriores trabas comerciales que sus tíos impusieron al régimen comunista?. "No lo sabemos, pero sí es cierto y está probado que Jacob y Marcus rechazaron la ayuda del presidente Truman, dispuesto a buscar a Raoul, diciendo: 'Déjelo, a estas alturas ya debe estar muerto".

El material sobre su caso es, además, materia reservada hasta el año 2050 en los archivos de la Oficina Pública de Información británica.

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