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Los médicos generales españoles deficientes y tratan la depresión deficientemente, según un estudio

Ana Alfageme

Entre tres y cinco personas de cada 100 padecen depresión, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y ese número puede ser mayor. Los médicos generales, apropiados según este organismo para hacerse cargo de casi todos los enfermos deprimidos, diagnostican y tratan directamente esta dolencia. Aunque están convencidos de la importancia creciente de esta enfermedad y quieren mejorar su formación, no buscan los medios para incrementar sus conocimientos. Son algunas conclusiones de un estudio sobre conocimientos y actitudes de los médicos españoles frente a la depresión. Se -estima que el 90% de todos los enfermos deprimidos es examinado por vez primera por un generalista.

El estudio ha sido realizado por Jerónimo Saíz, jefe clínico del servicio de Psiquiatría del hospital Ramón y Cajal de Madrid, y Manuel Martín Carrasco, director del Hospital de Día de Psiquiatría del Hospital de Navarra en Pamplona. Ha sido premiado por el Comité para la Prevención y Tratamiento de las Depresiones (PTD-España), creado para facilitar a los médicos no psiquiatras información para el manejo del enfermo deprimido.Los trastornos depresivos se caracterizan por sentimientos de culpa y desesperanza, enlentecimiento del pensamiento, cansancio físico y trastornos del apetito y del sueño. La dolencia puede aparecer como tal, mezclada con otros trastornos psiquiátricos o enmascarada detrás de síntomas físicos. Una temible complicación es el suicidio.La encuesta empleada por Saíz y Martín Carrasco recoge 23 preguntas realizadas a 170 médicos, cuya edad media era de 33 años. De cada cuatro preguntados, tres eran hombres y uno de cada cinco tenía antecedentes familiares de depresión.

Vitaminas y reposo

Los autores destacan el mal manejo de esta dolencia. "la inatención a este problema [la depresión] puede deberse en algunos médicos a actitudes de rechazo más o menos encubiertas, ancladas en conflictivas personales", dicen Saíz y Martín. "Sin embargo, en otros médicos, el origen puede estar en un grado insuficiente de conocimientos". De la encuesta se desprende que uno (27%) de cada cuatro preguntados carecía de formación específica en psiquiatría, al margen de los cursos teóricos recibidos en le Universidad. Signos del desconocimiento terapeútico destacados por los autores eran que tres de cada cuatro médicos encuestados tenía prejuicios contra la terapia electroconvulsiva o electrochoque, cuando está indicada en algunos casos. Uno de cada cuatro cree que las vitaminas son útiles contra la depresión. También se concede relevancia terapéutica a los cambios ambientales favorables, al reposo y la relajación. Los psiquiatras consideran que, en términos generales, la depresión debe ser tratada con fármacos adecuados y psicoterapia.

Más del 80% de los médicos usaban fármacos antidepresivos y el 28% lo usaban frecuentemente. Pese a que los médicos tenían una "ponderada opinión general sobre la eficacia y tolerancia" de los medicamentos antidepresivos, otorgaban a éstos toxicidad nula o baja (más del 61 %), lo cual no es así. Uno de cada tres médicos, en opinión de los autores, retiraba precozmente la medicación.

Los resultados de este estudio son refrendados por Alberto Fernández Liria, coordinador de programas asistenciales del Hospital Psiquiátrico de Leganés de Madrid, que participó en un estudio realizado en la zona sur de Madrid en el que se estudiaron casi 3.000 enfermos que asistían a consultas de médicos generales. De aquel trabajo, en el que se vió que la depresión era el trastorno mental más frecuente de los que se diagnosticaban allí, Fernández Liria observó que los generalistas "detectan mal y poco la depresión". Según este experto, el 25% de los enfermos que acuden a ver a su médico tiene un trastorno psiquiátrico. El estudio al que se refiere sólo detectó cinco casos de enfermedades mentales de cada 100 pacientes. Los médicos estudiados prescribían tranquilizantes en vez de antidepresivos. "Esto es debido", prosigue el especialista, "a que conocen mejor estos fármacos, que tienen menores efectos secundarios. Pero no se consigue ningún resultado.

Tiempo para aprender, tiempo para curar

El colectivo de médicos generales consultado por los autores del estudio debe tener la impresión de que algo falla en su bagaje científico: casi el 90% de los preguntados tenían "mucho interés" en mejorar sus conocimientos (un 38%) sobre la depresión o "bastante interés" en ello (más de la mitad de los encuestados). Porcentajes que rondan un 40% alegaron carencia de tiempo o falta de acceso a la formación para explicar sus lagunas. Un grupo numeroso, cercano a la mitad, creía que no existen actividades específicas que permitan incrementar su nivel de conocimientos.Nueve de cada diez médicos encuestados opinaba que aumenta la frecuencia de depresiones entre los pacientes que acuden a su consulta. Un 65% de los preguntados creía que hasta un 25% de sus pacientes padecen depresión. Uno de cada tres médicos opina que esta frecuencia es mayor y que entre el 25 y el 50% de sus enfermos sufren de esta invalidante enfermedad.

"Los médicos que trabajan en ambulatorios -y que tienen consultas de dos horas- nos envían muchos más pacientes, tres veces más que los que nos remiten los facultativos que trabajan en centros de salud y que tienen más tiempo para hacer un estudio adecuado del enfermo", asegura el psiquiatra Alberto Fernández Liria, del Hospital de Leganés (Madrid). Los agobiados médicos de ambulatorio "nos derivan a pacientes que no les casan en ninguno de los diagnósticos orgánicos o que se quejan de problemas psíquicos", afirma Fernández Liria. Los facultativos que prestan servicio en los centros de salud, integrando un equipo multidisciplinar de atención primaria, "suelen estar además mejor formados, ya que son médicos de familia", asegura este psiquiatra.

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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