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La resistencia de la banca al recorte de la deuda pone en peligro la aplicación del Plan Brady

Enric González

La deuda externa de los países en desarrollo se está erigiendo otra vez en la protagonista de la asamblea anual de¡ Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM). Aunque oficialmente el Plan Brady sigue su curso y se cuenta con el éxito obtenido por México, las crecientes y cada vez más ásperas críticas de las entidades financieras de los acuerdos sobre reducción de deuda y aportación de nuevos créditos ponen en entredicho la estrategia diseñada por el secretario de] Tesoro de EE UU, Nicholas Brady, y respaldada por todas las grandes instituciones multilaterales.

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La luz de alarma se encendió el sábado pasado, al empezar a conocerse el contenido de una áspera reunión mantenida por Brady con los presidentes de los principales bancos comerciales de Estados Unidos: John Reed, del Citicorp; William Butcher, del Chase Manhattan; Lewis Preston, de J.P.Morgan; Andrew Clausen, del Bank of America; Walter Shipley, del Chemical Bank Corporation; John McGillicuddy, del Manufacturers Hanover y Barry Sullivan, del First Chicago, expresaron al secretario del Tesoro su malestar por las crecientes presiones que recibe la comunidad bancaria desde los Gobiernos y las instituciones multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional, para que acelere la negociación con los endeudados.

Las provisiones

La cuestión subió de tono, según fuentes bancarias, cuando algunos banqueros manifestaron abiertamente su oposición a negociar nuevos pactos de reducción de deuda y exigieron que el Fondo Monetario, adalid del Plan Brady, redujera las deudas de sus acreedores en un proporción al menos igual que la aceptada en cada caso por la banca. Lewis Preston, de J.P.Morgan, tomó el liderazgo de la revuelta al anunciar que su banco había decidido provisionar el 100% de los créditos concedidos a países morosos, y que desde esa posición de seguridad seguiría exigiendo el pago íntegro de los intereses y la devolución de la totalidad del capital. " Si no se nos paga, que no ida ni un crédito más", remachó Preston.

La situación creada por esa sublevación de los banqueros impregnó desde entonces la mayoría de las declaraciones y comunicados oficiales. El domingo, Brady hizo un nuevo llamamiento público a la banca comercial para que ésta no se descolgara del programa de reducción de deuda. El lunes, el diario financiero American Banker habló de "una patada en los dientes al Plan Brady". El boletín del Fondo Monetario Internacional publicó después una declaración de una fuente de la Administración brasileña: "Lo que viene a decir J.P.Morgan es: iros al infierno".

Ayer, en la inauguración oficial de la asamblea anual conjunta de los gobernadores del FMI y del Banco Mundial, Michel Camdessus, director del Fondo, formuló una rotunda respuesta a las pretensiones de los bancos: "Repito que la financiación [a los países endeudados] debe ser suficiente y duradera. Los bancos no deben pensar que las reticencias de su parte conducirán a una mayor contribución por parte de las organizaciones multilaterales. Ustedes, los gobernadores del Fondo, han insistido repetidamente en que no se proporcionarán créditos oficiales para sustituir deuda privada por pública: este mensaje no debe ser ignorado".

La intención de los bancos podría no centrarse tanto, en realidad, en la aportación de más fondos por parte de los organismos multilaterales. Su objetivo estaría, según la opinión de distintos analistas financieros, en la obtención de generosas exenciones fiscales como compensación a sus sacrificios en la negociación con los países endeudados.

En este sentido, el comunicado del Grupo de los siete (los ministros de Finanzas y gobernadores de los bancos centrales de las siete mayores potencias económicas) emitido este fin de semana se refería de forma críptica al problema: "[Los ministros y gobernadores] señalan que han repasado, con vistas al mantenimiento de la seguridad y la solvencia del sistema financiero, su legislación, impuestos y prácticas contables con el propósito de eliminar innecesarios obstáculos para las transacciones de reducción de deuda y que este repaso ha ayudado a clarificar procedimientos para facilitar tales operaciones".

Pero la Administración de Estados Unidos, cuya comunidad bancaria soporta la mayor parte de los créditos a países morosos, se niega de momento a anunciar nuevas concesiones fiscales.

Este malestar de la comunidad bancaria ha eclipsado la consecución por parte de Argentina de 1.500 millones de dólares aportados por el Fondo Monetario para fortalecer sus reservas de divisas y respaldar sus operaciones exteriores. La importancia de ese acuerdo, ya redactado y cuya firma se efectuará probablemente hoy, coincidiendo con la llegada a Washington del presidente Carlos Menem, radica en que supone un tratado de paz entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional y, de hecho, abre las puertas a la posterior negociación con la banca privada. Venezuela también ha aprovechado la asamblea del Fondo Monetario para difundir un variado menú de propuestas sobre las que intenta basar sus conversaciones con los bancos. Pero éstos prefieren esperar y reclamar compensaciones, ya que el tiempo parece estar, ahora, de su parte.

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