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Ribakov: "El pueblo soviético ha recibido una cuota de libertad y no va a devolverla"

El autor de 'Los hijos de Arbat' participa en el ciclo 'La casa común europea'

Anatoli Ribakov, autor de Los hijos del Arbat, novela que denuncia el terror de Stalin y que tuvo que esperar 20 años para poder ser editada en la Unión Soviética, afirmó ayer en Madrid que "el pueblo soviético ha recibido una cuota de libertad y no va a devolverla". Ribakov participa en el ciclo La casa común europea, organizado por el Círculo de Lectores. En dicho ciclo intervendrán a lo largo del año otros autores, como Aleksandr Solyenitsin y Andrei Sajarov.

Anatoli Ribakov se negó siempre a que Los hijos del Arbat se editara en el extranjero. "Esta novela era necesaria para mi gente, para mi país; debía de publicarse en casa. Una vez que esto fuera así se editaría fuera. Yo estaba convencido de que este tiempo de libertad llegaría para mi patria, y que mi pueblo leería esta obra".Ribakov terminó de escribir Los hijos del Arbat en 1966, y el anuncio de su publicación apareció en 1967, pero razones políticas la mantuvieron inédita durante dos décadas. La denuricia que la novela realiza de la figura de Josif Stalin la hacía impublicable. Se publicó en 1987, y hasta hoy se han vendido más de siete millones de ejemplares. "Mis enemigos explican el éxito de la novela porque el lector soviético ha conocido la verdad sobre Stalin; sin embargo, en Occidente, el terror de los años treinta era conocido mucho antes, y la novela también se ha vendido. Creo que en ella debe haber algo más que contenido político", afirma el escritor.

Este convencimiento no le impide a Ribakov reconocer que "los cambios gigantescos que están produciéndose en la URSS afectan al mundo, y el mundo tiene toda su atención en nosotros, y esto favorece a mi obra en Occidente".

Una de las críticas que suelen hacerse a Los hijos del Arbat es la acusación explícita que hace a Stalin sobre el asesinato de Kirov. Ribakov apela a su convicción y a su libertad de escritor. "Escribí una novela, no una investigación histórica. Según mi visión, el asesinato de Kirov sólo interesaba a Stalin. Naturalmente, de hechos así no se dejan órdenes escritas. Todos los testigos, incluido el ministro de Seguridad, fueron eliminados acto seguido. Mi convicción y los datos que aún recibo demuestran la autoría moral del asesinato"'.

Sobre los peligros que acechan a la perestroika, de la que es un decidido partidarío, afirma que "proceden todos del terror de Stalin y del temor de unas gentes que después de perder más de 30 millones de compatriotas en la guerra han construido el presente. Para muchos, negar a Stalin es negar su juventud. Otra amenaza es la gente del aparato del Estado que teme perder sus privilegios, y, por fin, la ruina moral en que está sumido el pueblo, que vive esperando instrucciones".

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