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Entrevista:

Serrat: "Una lengua necesita a la canción"

El cantautor realizará una gira por España para presentar su disco en catalán 'Material sensible'

Joan Manuel Serrat presentará mañana en Madrid su último disco en catalán: Material sensible. Es su primer álbum en catalán desde que en 1984 grabara Fa vint anys que tinc vint anys (Hace veinte años que tengo veinte años). Serrat cantará las nueve canciones de este disco por toda España: en Madrid lo hará (en el teatro Monumental) el 29 de septiembre y, durante cinco días consecutivos, en el Palau de la Música, en Barcelona, a partir del 11 de octubre. Se propone, dice el cantautor, promocionar especialmente este disco: "Para volver a la vida a un idioma, la canción es fundamental, algo que la actual Administración catalana no entiende". Esta tarde, Serrat será nombrado amotinado mayor en las Ferias del Motín, que se celebran estos días en la localidad madrileña de Aranjuez.

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Parece que el mundo está ahí para que Joan Manuel Serrat espíe sus detalles, sus pliegues, sus botones de vida melancólica y, en castellano o en catalán, los cante. Es un trovador en permanente estado de alerta discreta para no perderse los fenómenos cotidianos, no espectaculares, no envenenados por la inmediatez fácil de la moda. Por eso, entre otras cosas, el ojo de Serrat es específicamente poético: mira, en la superficie del mundo, las grietas. Con la nariz metida en las grietas, ve a la vez lo recién nacido y lo que se vuelve decrépito.

Idioma mutilado

En muchas de sus mejores viejas canciones en catalán -que, según algunos, aunque es tema de polémica, son sus mejores canciones- habla de lo que está abandonado, olvidado, arrugado, cubierto de polvo: La mort de l'avi (La muerte del abuelo), La tieta (La tía soltera), Els titelles (Las marionetas), Els titelles amants (Los vieios amantes). Pero habla, también, con impresionante fuerza, de lo que apunta: Ara que tinc vint anys (Ahora que tengo veinte años), Com hofa el vent (Coino lo hace el viento). Y, para hablar tanto de lo que se impone como de lo que se despide, tanto de la vida subida a la moto del viento como de la tía mustia, tanto en la primera época como ahora, elige las palabras santas de lo cotidiano, tan dificiles de tratar poéticamente y tan impecables cuando están bien tratadas. Especíalmente díficiles de trabajar, quizá, cuando el idioma en cuestión es el catalán, mutilada su vida normal por razones muy sabidas. ¿Hay, realmente, un argot catalán equivalente al castellano? Declaró Serrat hace muchos años: "Nací en el Poble See. Hablo como los chicos de mi calle". Y declara ahora: "La persecución de un idioma impide, como es lógico, su desarrollo natural. Y el argot es una manifestación del idioma que surge, justamente, cuando no está perseguido. El catalán, durante mucho tiempo, sólo se habló en las casas, no en la calle. En la mía, a pesar de que mi madre nació en un pueblo de Aragón, se hablaba catalán con toda naturalidad. Cuando yo era muy pequeño, le pregunté a mi madre de dónde era, y ella me contestó: 'Soy de donde comen mis hijos'. Así, muy pronto, comprendí cosas que a otra gente le costó mucho tiempo comprender. Para que un idioma perseguido vuelva a ser normal, la canción es muy importante, pero la Administración actual no parece verlo así".Se nota a Serrat -él, que es cantante bilingüe- especialmente irritado ante las muecas antipáticas que mostró el Gobierno de Pujol, en los últimos tiempos, a los cantantes monolingües: "La difusión de la música popular es, actualmente, una cuestión completamente mercantil. Ya no existen los pinchadiscos que difundían aquello que les reclamaba su sensibilidad. Aunque un cantante no conocido grabe un disco, si no se le difunde (y se lo difundirá sólo si hay, detrás, una discográfica que pague por ello), no se puede ganar la vida y, por lo tanto, no puede evolucionar. Los cantantes que se encerraron hace poco en la Generalitat no pedían subvenciones sino medios de difusión. A lo mejor no se les hace caso porque no son de Convergéncia. Pero una Administración se tiene queconvencer de que los artistas no están para besar la mano de los que eventualmente les dan de comer, o les ayuden a que coman. No todos serán buenos, esos artistas, pero tampoco todos malos, como se dijo. Yo digo que es absurdo que a mis hijos se les enseñe geometría en catalán y que en la radio y en la televisión la canción en catalán parezca como mendicante".

¿Este último disco, Material sensible, tiene algo que ver, también, con esta historia entre un idioma y el mercado, un idioma y la Administración?: "Por supuesto. Creo que hay que salirdel llano y pasar al contraataque. Por eso, yo voy a hacer la promoción de este disco como si tuviera 20 años. Ya algunos, fuera de Cataluña, me han dicho algo que yo esperaba: 'Lástima que sea en catalán'. Eso quiere decir que les gustó; si no, no lo querrían para sí. El comentario -sí, lo sé- es del tipo: 'Qué simpático eres: no parece que seas catalán'. Es un tipo de comentario que me toca las narices (aquí también se dicen cosas equivalentes), pero, en el caso del disco, me parece que es un buen síntorna".

Romper mucho

Para atraparle al mundo el material sensible de estas nuevas canciones, Serrat ha trabajado -según dice- tanto como siempre. Quiere decir que mucho; que Dios no le silba al oído ni una sola sílaba, ni una sola nota: "Me habría encantado tropezarme alguna vez en la calle, agarrado a una farola, con la inspiración. Hubiera detenido a cualquiera que pasara por allí: ¿Tiene usted papel y bolígrafo?. Pero no: tengo que trabajar mucho, romper mucho, volver a empezar muchas veces. Por eso, leyendo las críticas sangrientas que le han hecho al último libro de Gabo (Gabriel García Márquez) y habiendo disfrutado tanto con él, me he cabreado mucho. Yo sé, en mi trabajo (y no se puede comparar con el suyo), lo que cuestan cuatro líneas bien puestas. Lo que le costarán a él esas páginas, y después viene cualquiera que ese día se levantó con mala leche, y las destroza. Parece que ya se levantó la veda con Gabo, porque ya empezaron a destrozarlo con El amor en los tiempos del cólera, que tiene páginas maravillosas. También lo hicieron con Cortázar, en la última época de su vida, cuando se había humanizado tanto, cuando se había convertido en un hombre infinitamente tierno y había abandonado el cinismo. En fin".En fin. Hablábamos de cómo, sin silbido divino, salen las canciones: "Me levanto temprano, llevo a mis hijos a la escuela, compro el pan y los periódicos, desayuno fuerte (pan, tomate, cerveza; nada de café con leche y ensaimada) y me siento ante la máquina de escribir. Escribo una frase y pueden pasar horas hasta que salga otra cosa. Esa frase a lo mejor tiene una melodía. Me gusta trabajar los dos caminos al mismo tiempo. Así me han salido las mejores canciones. Por momentos se prolonga la línea musical y, entonces, después, retorno a la letra. Enseguida se prolonga la letra y, entonces, relleno la melodía. A veces hago una estructura literaria y, sobre ella, trabajo: tiene resultados más rápidos, aunque nunca mejores. Otras veces (muy pocas) a una melodía le meto una letra".

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