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El peligro de dictadura 'narco-militar'

Colombia, a diferencia de la mayoría de los países latinoamericanos, no ha tenido que sufrir el síndrome de la bota militar. Sin embargo, a raíz de los nuevos poderes económicos y de las nuevas correlaciones de fuerza que generan poderes emergentes como el del narcotráfico, este país está ad portas de una dictadura narco-militar dentro del Estado civil. Algunos de los más recientes hechos relacionados con las actividades del narcotráfico han sacado a flote una curiosa alianza entre los grandes jefes del cártel de Medellín y la cúpula militar. El reciente cambio del ministro de Defensa refleja en parte esta situación. Según el Noticiero 24 Horas de ese país, el presidente, Virgilio Barco, ante la disyuntiva de dirimir el conflicto entre su ministro de Defensa, general Manuel Jaime Guerrero Paz, y el director general de los Organismos de Seguridad del Estado, general Miguel Alfredo Maza Márquez, se decidió por este último y pidió la renuncia al primero.Bandas paramilitares

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El enfrentamiento entre estos dos generales es el resultado de la fuerte contradicción entre los organismos de seguridad y el Ejército a raíz de la actitud que han asumido estas dos fuerzas frente al fenómeno que más ha azotado a Colombia durante los dos últimos años: el paramilitarismo. Las bandas paramilitares de extrema derecha se han convertido en el verdugo de las organizaciones de izquierda y de los sectores democráticos de ese país. Entre sus víctimas se pueden contar cerca de un millar de militantes del partido Unión Patriótica, grupo que se formó para tratar de incorporar a la vida civil a los miembros de la guerrilla comunista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Por otro lado, los grupos paramilitares, durante los últimos 18 meses, han llevado a cabo por lo menos una docena de masacres colectivas de campesinos, posibles apoyos de la guerrilla.

Los grupos paramilitares, según la definición que les da el propio general Maza Márquez, son "la interpretación que el cártel de Medellín ha hecho de las autodefensas". Las autodefensas eran una especie de guardia civil campesina que hasta hace un par de meses estaban autorizadas por la ley y las cuales debían ser apoyadas y estimuladas por el Ejército en la lucha contra la subversión. Pero, recientemente, la Corte Suprema de Justicia las declaró inexequibles ante la proporción que adquirieron después de que los dos principales jefes del cártel de Medellín, Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha, alias el Mexicano, decidieron tomarlas por su cuenta. Según las autoridades judiciales colombianas, estos dos señores han convertido en suya la lucha contra el comunismo. En diferentes regiones del país, se han vuelto verdaderos líderes entre ganaderos y otros sectores que tradicionalmente eran víctimas de las acciones de la guerrilla como la extorsión, el secuestro y el boleteo, que consiste en mandar boletas amenazantes pidiendo dinero.

El debate sobre las autodefensas dividió al país, a la clase política, a la Prensa y a las mismas fuerzas del orden en Colombia. El año antepasado le costó el puesto al entonces ministro de Justicia, José Manuel Arias Carrizosa, quien los defendía, y este año casi le cuesta la vida al general Maza Márquez, quien los combate fuertemente. En un atentado dinamitero ocurrido en mayo pasado, el general Maza se salvó gracias a su automóvil blindado. El general Maza denunció que en el atentado había participado un grupo infiltrado en la Inteligencia Militar, lo que al parecer agrió aún más la contradicción entre Guerrero Paz y Maza Márquez. En un sonado caso conocido en Colombia con el nombre de los papeles de Wanumen -se encontraron documentos reveladores en manos de un excapitán de la Inteligencia Militar llamado Luis Javier Wanumense puso de manifiesto la infiltración del narcotráfico en el Ejército. Pero aunque esta idea siempre se ha manejado sottovoce en Colombia, fue la actitud que los militares asumieron contra Maza la que evidenció para el presidente Barco la existencia de algo oscuro a nivel de los altos mandos militares.

Sin embargo, la destitución del ministro de Defensa no garantiza que se haya terminado el problema. Según algunas fuentes gubernamentales, casi toda la cúpula militar está comprometida en la aventura narco-paramilitar.

Laboratorio

Otro de los episodios que puso en evidencia la participación de altos mandos militares en esta alianza ultraderechista que ha dado origen al paramilitarismo fue el del coronel Henry Bohórquez, un oficial de la región del Magdalena Medio, convertido a lo largo de 10 años en el hombre clave del cártel de Medellín en la zona. En sus cuarteles se entrenaban los sicarios. Bohórquez hacía fiestas a las que asistían Escobar y Rodríguez Gacha. Cuando el procurador delegado para el Ejército comunicó a los superiores de Bohórquez que abriría pliego de cargos en su contra, el coronel fue desplazado. Según algunas fuentes de la procuraduría, el propósito de este traslado era el de evitar la investigación, y esa orden no podía venir sino de arriba.

Pero lo ocurrido hace tres semanas en Colombia sí fue el colmo. Un grupo de soldados allanó una residencia de un reconocido esmeraldero y fusiló a varios. Después del operativo, el esmeraldero Angel Gaitán Mahecha se asomó a la ventana Ni pidió a los periodistas que evitaran que lo asesinaran. Cuando salía protegido por agentes, gritó: "Por este operativo, el Mexicano pagó 200 millones de pesos".

Que los militares estuvieran comprometidos en la guerra sucia no resulta un hecho nuevo para los colombianos. Pero que la guerra sucia la estén haciendo bajo las órdenes de los grandes jefes de la mafia tiene asustado a más de un funcionario. Y aunque el gobierno civil parece estar dispuesto a dar la lucha contra el narco-paramilitarismo, son muy pocos los que creen que se puede ganar. Sobre todo si se observa la actitud del Ejército, que, a juzgar por las fincas y propiedades que cada vez adquieren los grandes generales, no parece ser precisamente la de apoyar al Gobierno del presidente Barco.

Rolando Cifuentes es el seudónimo de un periodista colombiano huido de su país tras ser amenazado de muerte.

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