Mayor: "Es peligroso usar a la Unesco con fines políticos
El director general de la organización de las Naciones Unidas dice que no depende ni de EE UU ni de la URSS
"Es muy peligroso que una organización como la Unesco sea utilizada con fines políticos", confiesa Federico Mayor Zaragoza, de 55 años, director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) desde noviembre de 1987, y ahora punto de mira de las críticas más heterogéneas por su actuación al frente de una institución conflictiva y constantemente en el ojo del huracán A pesar de los problemas y de la nueva crisis que parece adivinarse, Federico Mayor Zaragoza disfruta relajado sus vacaciones veraniegas.
El director general de la Unesco está en su refugio de la costa granadina. Se trata de un chalet, que construyó en sus tiempos de rector de la universidad de Granada, al borde del Mediterráneo, cuando el paraje estaba semisalvaje y nada le hacía suponer que un día se sentaría en la amplia terraza para charlar del Tercer Mundo y de Occidente, de sus encuentros con docenas de jefes de Estado y de Gobierno, de sus diálogos con Mijail Gorbachov, a quien admira sin por ello "estar vendido a Moscú", y de la necesaria transformación de mentes y espíritus para afrontar la ingente tarea con que se enfrenta el mundo del futuro. En los próximos días estará de nuevo en París para hacer frente a la vorágine de problemas y ataques furibundos de quienes le acusan de pro-norteamericano, pro-soviético, racista, tercermundista, antitercermundista, autoritario y otros contradictorios epítetos.P. ¿Tantos problemas le dejan descansar?
R. La tranquilidad de mi refugio me relaja mucho, porque me dedico a leer y a navegar. Tengo una Zodiac con un motorcillo y hago esquí acuático con mis hijos, y salgo al mar con mis nietas, porque ya tengo nietas, una de siete años y otra de tres. También escribo un libro que está casi acabado. Se va a llamar "La nouvelle page" (La nueva página) y es sobre la enorme transformación que está experimentando el mundo. En estos últimos meses me he entrevistado con 42 jefes de Estado, entre ellos Gorbachov, y todo hace confirmarme en mis tesis.
P. Supongo que desde la posición de la Unesco se puede contribuir de manera efectiva a esa transformación.
R. La Unesco tiene un mensaje ético. Fue creada en uno de los momentos de mayor turbación de la humanidad, después de la A Guerra Mundial. Como dijo el poeta, la guerra nace en la mente de los hombres y es allí en donde debe edificarse la paz. La institución debe ayudar a perfilar estrategias culturales, científicas y educativas en todo el mundo y tiene que movilizar las fuerzas de la intelectualidad. Hay que convencer al poder político, que suele recelar de los intelectuales, de que esa inmensa fuerza creadora no le es hostil.
El mundo de la utopía
P. Éso es bastante utópico...
R.Todos los que a nivel institucional o a nivel personal cambian el mundo son utópicos. Quienes aceptan la realidad nunca la transforman. Para hacerlo, lo primero es estar en contra o tener una actitud divergente de la situación en que nos encontramos. Adaptarse a la realidad me parece la peor de las soluciones. Significa reconocer los hechos como irremediables y no hay nada irremediable. Todo tiene remedio.
P. ¿Incluso atajar la deformación ideológica y politización de la Unesco?
R. En la Unesco se habla de contenidos educativos, de identidades culturales y lingüísticas. El primer artículo de su constitución dice que debemos garantizar la libre circulación de ideas por la palabra y la imagen. No es una institución política, pero es la más vulnerable de las instituciones de las Naciones Unidas.
P. ¿Hay miedo a la palabra "política"?.-
R. Yo no le tengo miedo. Soy un científico que entró voluntariamente en la vida política, que es vocación por el bien común. Lo que debemos evitar es la politización. Ningún país miembro debe utilizar a la Unesco fuera del ámbito de su competencia ni escudarse en ella.
P. Entonces, ¿una organización de los ideólogos o de los tecnócratas?
R. De los ideólogos, sin duda. Los tecnócratas, y aquí incluyo también a los burócratas, son muy útiles. Quienes actúan desde un punto de vista técnico y de la gestión ponen en práctica las ideas. Me encantan los burócratas siempre que no sean ni excesivos ni incompetentes.
P. Precisamente la presunta incompetencia funcionarial ha dado lugar a muchos ataques contra la institución...
R. La Unesco no es una organización técnica. Por eso tenemos enemigos de talla. Sin embargo, hay que leer el mandato que se nos dio. La institución está para construir en la mente de los hombres, para pasar de esta civilización, que todo lo explica en términos de guerra, a una civilización que todo lo explique en términos de paz. Los cambios experimentados por el mundo en los últimos años han sido un fracaso. Los países ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres. Las disparidades son intolerables. Las fórmulas que tenemos hoy ya no nos sirven. Y ésto hay que proclamarlo muy alto y decírselo a las autoridades y a quienes todavía manejan prontuarios de economía superados por la realidad.
P. ¿Esas ideas son las recogidas en los planes a corto plazo (1990-95), que serán sometidos a la conferencia general en otoño?
R. Sí, y es lo que ha desencadenado tan duras críticas últimamente. La crítica no me molesta. Al contrario, trato de provocarla. Me gustaría que el futuro de la Unesco se fundase en tres C: concentración en grandes objetivos, concertación con las otras organizaciones del sistema de Naciones Unidas, y la crítica. Sólo con esas tres C llegamos la cuarta C, que es la de la credibilidad. La Unesco necesita credibilidad, pero hay que evitar la crítica desde la ignorancia. La Unesco es la organización más transparente que existe. No hay secretos.
Cambios radicales
P. Los recientes ataques lanzados contra usted hablan de lo contrario.
R. Todo es fácilmente verificable. Yo he presentado un nuevo programa. Hasta que no sea aprobado por los Estados miembros mi objetivo fundamental no habrá sido alcanzado. Y ese objetivo es dar un giro radical a la organización. Lo estoy consiguiendo. El Consejo ejecutivo, que son los Estados miembros, ha aceptado en buena medida mis propuestas.
P. Pero ha sido como destapar la caja de los truenos. Parece que se ha desencadenado una nueva crisis. Unos le acusan de tercermundista y de estar al servicio de la URSS. Otros, como Elder Cámara hace unos dias, dicen que está vendido a EE UUpor aceptar su política imperialista. En el mismo Tercer Mundo le llaman a usted racista porque ha recortado los programas de ayuda. No es un panorama muy alentador.
R. Es lógico que unos crean que estoy al servicio de los yanquis, y éstos crean que estoy al servicio de los rusos. No es fácil guardar el equilibrio entre 159 Estados miembros. Los comentarios de Elder Cámara son fruto de la desinformación. Yo no dependo de nadie. Si algo he aportado a la Unesco es mi absoluta independencia. He llegado allí como científico. Me eligieron en contra de muchos puntos de vista y tibiezas de algunos países, pero saqué la práctica unanimidad de los votos. Me critican que viajo mucho, y es cierto. He estado con todos los primeros ministros y jefes de Estado de los países miembros. En todas partes me han recibido bien. En estos momentos el apoyo a la Unesco es muy fuerte, porque se dan cuenta de que es una organización más importante que en 1946. Y al Tercer Mundo me he dedicado desde el primer momento. La Unesco no es París ni Europa. Los occidentales creemos ser el ombligo del mundo. Tenemos ya un programa para África, que se llama "Prioridad África", en el cual están los puntos fundamentales para el desarrollo del continente negro. También hay un plan para los países árabes, que se llama "Plan Arabía". En la Unesco no hay hoy una visión eurocéntrica, sino un diálogo intercultural, y favorecemos que la cuarta década del desarrollo se base en las dos grandes vertientes de aliviar la pobreza y contribuir a la formación de recursos humanos de calidad. Elder Cámara, pues, tendrá que reconocer que sus declaraciones son de una ligereza intolerable.
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