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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Fidelidad al género cómico

Juan José Alonso Millán tiene estrenadas unas 60 comedias de tensión cómica fuera de la lógica. Es un teatro hoy poco cultivado, o mal, probablemente por falta de autores. En Cuéntalo tú, que tienes más gracia, con la que se entreabre la temporada en un mes de agosto repleto, al parecer, de personajes populares que llenaban el Muñoz Seca -y desprendían un calor humano poco común-, acude a la fórmula de los tres cuadros unidos por un lugar y las variantes de una misma situación: prostitutas de lujo y sus clientes, y sus casos: en ninguno de ellos se cumple la misión de la cita.Esta frustración sexual parece uno de los recursos cómicos más característicos de este tipo de teatro, e incluso lo que podríamos llamar -con exageración- tesis del juguete escénico. Las tres prostitutas las interpreta una misma actriz, Analía Gadé, y los tres clientes el actor Juanjo Menéndez; las variaciones propias de estos intérpretes de calidad y su falta de prejuicios a la hora de buscar la risa son, también, elementos básico.

Cuéntalo tú, que tienes más gracia

Autor: Juan José Alonso Millán. Intérpretes: Analía Gadé, Juanjo Menéndez, Gracita Morales, Julia Blanco. Escenografía de Toni Cortés. Música de Luis Cobos. Dirección de Alonso Millán. Teatro Muñoz Seca. Madrid, 17 de agosto.

Camareras

Una pareja de camareras del hotel de los líos -por aplicarle una denominación clásica en el vodevil- hace de nexo entre los cuadros: una de estas camareras es Gracita Morales -la otra es Julia Blanco-, que mantiene sus peculiaridades de actriz única y que sabe colocar sus frases como se hacía en el teatro antiguo.A pesar de las variantes, la triple situación se repite demasiado a sí misma. Alonso Millán sale de las situaciones para hacer incursiones por el terreno de la actualidad, a veces un poco pasada, como si hubiera reposado en un cajón -la transición, el miedo al golpe militar...-, a veces de hoy mismo: nombres y sucesos pasan por el escenario y su sola mención hace reír independientemente de la calidad del chiste que lleven dentro: es otra característica del género.

Al final, en el último cuadro, se tiene la sensación de que el autor no sabe despegarse de la comedia, que rebota por todas partes sin encontrar la puerta de salida. La colaboración de los actores, sus muecas, saltos, retorcimientos y gritos, los disfraces que adoptan, la exageración de las situaciones, divierten más al principio; quizá no porque después sean peores, sino porque actúan ya sobre el cansancio y lo ya visto.

Pero la buena voluntad de un público tan seleccionado y tan amistoso, y su deseo de reír, pasan por encima de todo. Y el trabajo de los actores: es agotador y no lo llevan nunca por la facilidad.

Mantienen el ritmo del esfuerzo, con la dirección del propio Juan José Alonso Millán, y reciben sus ovaciones: en unas palabras finales el feliz y nervioso autor recalcó la cantidad de trabajo que se acababa de desarrollar en el escenario.

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