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200.000 jovenes asistieron en Moscú al Festival por la Paz

Las estrellas del 'heavy-metal' cantaron contra las drogas

El rock and roll no es una novedad en la URSS, y menos aún ese hijo suyo llamado heavy-metal, un género duro con muchos seguidores en ese país. Lo que sí es una sorpresa es que las autoridades soviéticas hayan tolerado la celebración de un gran festival en Moscú que se ha visto acompañado por una auténtica invasión de rockeros norteamericanos y europeos. Unos 200.000 jóvenes asistieron al que ha sido calificado como el Woodstock soviético, por coincidir prácticamente con el 20º aniversario del mítico concierto celebrado a pocos kilómetros de Nueva York.

Los críticos musicales norteamericanos no creían en este festival, y no dudaron en calificarlo con dureza como un ridículo intento soviético, condenado al fracaso, de acercarse a la joven cultura occidental, utilizando el rock como excusa. Las 70.000 personas que se reunieron el pasado sábado inicio del concierto- en el estadio Luzhniki, de Moscú, ondeando banderas de Estados Unidos como homenaje a las bandas heavy de este país, restaron credibilidad a esos comentarios y protagonizaron una intensa y pacífica primera jornada de conciertos. Durante dos días iban a desfilar algunas de las primeras figuras del actual mundo del heavy-metal, como Bon Jovi, Ozzy Osbourne, Motley Crue, Cinderella o Skid Row, en un macrofestival programado como una muestra de solidaridad hacia las organizaciones anti-droga. Genrikh A. Borovik, miembro del Comité Soviético para la Defensa de la Paz aseguró que "el concierto no sólo es un alegato contra las drogas, puesto que los asistentes, al primer día, mostraron su preocupación por temas como el desarme nuclear y pidieron el fin de nacionalismos, racismos y chovinismos".

360 millones de pesetas

El músico soviético Stas Namin abrió con una larga parrafada el festival, que tiene un presupuesto de unos tres millones de dólares (aproximadamente 360 millones de pesetas). Diversas empresas norteamericanas han adelantado una cantidad superior a los seis millones de dólares (720 millones de pesetas) para obtener los derechos de retransmisión en diferido del concierto por la cadena MTV. También está prevista la edición de un elepé con lo mejor de estos dos días de música para la paz. Los espectadores de la primera jornada vivieron los momentos más intensos con la presencia en escena de Vince Neil, vocalista y líder de Motley Crue. Los norteamericanos triunfaron plenamente, gracias en buena medida a que la fuerte publicidad de los días anteriores se basaba en su nombre además de en los de Bon Jovi y Ozzy Osbourne. El grupo Bon Jovi es uno de los más conocidos en la Unión Soviética, donde se pueden encontrar todos sus discos en formato de casetes piratas.

La leyenda que rodea al veterano cantante Ozzy Osbourne es aún mayor. Después de 20 años en el mundo del rock, Ozzy es tan popular por sus dotes vocales e interpretativas como por sus textos, cargados siempre de referencias demoniacas. En uno de los conciertos de su mejor época cuentan que decapitó, de un mordisco, a un murciélago vivo. Desde entonces se ha creado un halo sombrío alrededor de su vida y su obra.

Toda la parafernalia que rodea a este tipo de conciertos multitudinarios en Europa y Norteamérica está siendo reproducida a la perfección en Moscú. Los servicios de seguridad y orden funcionan sin problemas en un festival que, según dijo Stan Namin, "sirve para unir aún más a una juventud que desconoce las fronteras".

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