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Pilar Miró: "El convenio de cine entre Cultura y RTVE es una parodia"

Andrés Fernández Rubio

Pilar Miró piensa que el convenio de 12.000 millones de pesetas sobre cinematografía firmado a finales de julio pasado entre el ministro de Cultura, Jorge Semprún, y el actual director general de Radiotelevisión Española (RTVE), Luis Solana, "es una parodia, con un reflejo espectacular en la opinión pública, sobre un dinero y unas bases que ya existían".

Dicho convenio supone la inversión por parte de TVE de 12.000 millones de pesetas en la producción de audiovisuales de ficción -películas, series y telefilmes- durante 1990. Miró dice que en el presupuesto que ella dejó para 1989 había 14.000 millones destinados a producción ajena, "es decir, derechos de antena, largometrajes, series de ficción y documentales". De ahí que crea que la parodia consiste "en firmar un convenio sobre un dinero y unas bases que ya existen, al mismo tiempo que se están parando en TVE diversos proyectos aprobados con la excusa de que yo dejé un excesivo volumen producción en marcha que ahora dicen que resulta dificil de controlar". Respecto a su decreto de protección del cine español de 1983, cuyo cambio, el llamado decreto Semprún, se está tramitando con el impulso del titular de Cultura, Pilar Miró afirma que existe una corriente de opinión tendente a presentar al colectivo que realiza cine en España, y en especial a los productores, como a una panda de mangantes". En opinión de Miró esa corriente es alentada desde el Gobierno mediante declaraciones como las de Semprún cuando dice que se vacían las arcas o que los productores no arriesgan.

"El arribiente de opinión que se respira", dice, "es que el coleclivo cinematográfico está formado por personas incompetentes, que ruedan películas que no interesan, y por empresarios que engañan. Con lo cual, ¿a qué banco le puede interesar ofrecer créditos blandos a esta panda de delincuentes? ¿Cómo se vende esta industria según la están definiendo? ¿Y a quién?"

En este sentido, es tajante al decir que si entra en vigor el decreto Semprún "no se hará cine, o habrá un cine desvirtuado, de bajo coste, como antes del 83, y un mínimo de productores se las ingeniarán para sacar proyectos adelante. Yo creo que el cine de un país no se debe hacer así, y también creo que Semprún no conoce el cine que se hacía antes de 1983". Miró dice que el decreto de 1983 es mejorable, "pero esa posible mejora de un asunto tan complejo se está realizando de forma lamentable". Sin citar el decreto Semprún, afirma que "no se pueden aplicar normas duras de financiación cuando no se solucina la dureza de la amortización. Tampoco se puede controlar rígidamente a esa especie de ser repugnente en que se ha convertido el productor sin hacerlo también a quien se beneficia de la producción, el exhibidor-distri-buidor de un mercado antes centrado en las salas y ahora en el vídeo".

El riesgo

Decir que el productor no arriesga al emprender un proyecto utiliza un argumento falaz, según Pilar Miró: "Una película es un riesgo siempre, y si alguien dice que Borau,Trueba, Colomo, Armiñán, Martínez Lázaro, García Sánchez, Martín Patino, Almodóvar o yo misma, en cuanto que productores de nuestras películas, no hemos arriesgado, es que no conocen la industria ni la legislación por ahora vigente. Una etapa que es en la que menos se ha engañado a la Administración porque ha habido un control exhaustivo en todos los proyectos". La ex directora general de cine, y de RTVE, volverá a su oficio de cineasta con una película basada en El temblor de la falsificación, de Patricia Highsmith. Pilar Miró insiste en que el sector cinematográfico no le ha interesado a nadie en España. "¿Qué son las dos o tres mil personas que lo componemos? ¿De verdad merece tanto la pena hablar de esos 2.500 millones anuales del fondo de protección al cine, cuando en Europa con ellos se hacen como máximo diez películas".

Cree Pilar Miró que todos los gobiernos europeos con una mínima visión de futuro, y a los que les preocupa la cultura y la imagen de su país (y cita a Mitterrand), apoyan al máximo la industria audiovisual. Hacia eso debe tenderse, en su opinión, porque es preciso "superar la inferioridad de condiciones del cine español con respecto a la industria europea y al cine norteamericano en versión doblada".

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