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Mayor diversificación

El incremento de la participación de la mujer en las profesiones técnicas está produciéndose en España en un momento en el que se está comenzando a desarrollar una cierta sensibilidad hacia un hecho cada vez más patente: la urgente necesidad de que las opciones profesionales de las mujeres se diversifiquen.

Del total del alumnado matriculado en las escuelas de ingeniería y arquitectura durante el curso 1987-1988, aproximadamente el 13% eran mujeres. Esta participación, pese a ser todavía reducida, es ya significativa, sobre todo si se compara con la que se daba 13 años atrás, en 1975, momento en el que las mujeres solamente representaban el 5% de dicho alumnado.Por otro lado, las ingenieras y arquitectas activas -9.000 en total (incluyendo bajo esta denominación tanto a las de titulación media como a las de superior)suponen en la actualidad aproximadamente el 5,8% del total de la población activa de estas profesiones. Este porcentaje, a pesar de ser todavía reducido, está comenzando también a perder ese carácter de simbólico que tenía tan sólo hace unos años.

Tendencia creciente

Todo parece, pues, indicar que esa tendencia a una creciente participación de la mujer en las profesiones tradicionalmente asociadas con la imagen masculina va a continuar.

Ante este hecho, sin duda positivo (por cuanto permitirá que las mujeres entren en unos ámbitos profesionales de mayor cotización en el mercado de trabajo y de mayor prestigio social), cabe, no obstante, plantearse una serie de preguntas, cuyas respuestas permitirán perfilar las expectativas profesionales de las mujeres que van a elegir carreras tradicionalmente reservadas a los hombres:

- ¿Cómo va a hacerse la entrada de estas mujeres en dichas profesiones?: ¿van a dirigirse éstas hacia las carreras, ramas y especialidades más cotizadas y con más futuro o, por el contrario, lo van a hacer hacia aquellas en regresión?

- ¿Van a tener las mismas oportunidades profesionales que sus compañeros y la misma movilidad labora?: ¿van a acceder a los mismos puestos de trabajo y a las mismas áreas de actividad?

- ¿Van a tener acceso a los mismos niveles de responsabilidad y autoridad?

- ¿Van a obtener retribuciones análogas a las de sus compañeros para niveles de experiencia y responsabilidad similares?

- ¿Van a tener estas mujeres las mismas ambiciones y aspiraciones de promoción profesional que los hombres?

Si tuviéramos que dar respuesta a estas preguntas haciendo extrapolación directa de lo que ocurre hoy para el caso particular de las ingenieras y arquitectas (y según los datos que nuestra asociación ha obtenido sobre la situación de este colectivo en España y en otros países de nuestro entorno), aquéllas serían las siguientes:

- La entrada de las mujeres en estas profesiones será menos orientada que la de los hombres. Es decir, las mujeres presentarán una menor tendencia a inclinarse hacia carreras, ramas y especialidades de mayor cotización en el mercado de trabajo, ya que para ellas los factores retribución económica, poder y prestigio tendrán claramente (antes, durante y después de la vida universitaria) un menor peso que para los hombres.

-Las mujeres tendrán menos oportunidades profesionales y movilidad laboral (la cual estará subordinada a la de su esposo o compañero) que sus colegas varones, y habrá puestos cuyo acceso les será vetado; este veto será levantado únicamente en las épocas de bonanza económica y sólo cuando la escasez de mano de obra obligue a no hacer distinciones por razón del sexo. Como consecuencia, la actividad de las mujeres tenderá a concentrarse en unas pocas áreas (en la actualidad, éstas son las de estudio, consultoría, enseñanza e investigación) y a desarrollarse con más frecuencia en el sector público (y en particular en la Administración).

Retribuciones

- Las mujeres tendrán menos acceso a los puestos de dirección -en particular a los de alta dirección-, y para llegar a estos puestos se les exigirá más competencia profesional y capacidad de trabajo que a los hombres.

- Las retribuciones de las mujeres serán menores, disminuyendo proporcionalmente a medida que aumente su experiencia profesional. (Según estudios realizados en otros países, los salarios de ingenieras e ingenieros empiezan a diverger de modo acusado a partir de los 10 años de experiencia profesional).

- Por último, estas mujeres van a tener unas ambiciones y aspiraciones de promoción profesional menores que los hombres, ya que -influidas por el proceso de socialización y de asignación sexual de roles a que se ven sometidas desde que nacen- considerarán la profesión como algo subordinado a la familia y a los hijos. De este modo, ellas mismas, con su actitud, estarán facilitando la alimentación de ese mercado secundario de trabajo, que también existe en las profesiones tradicionalmente asociadas con la imagen masculina.

El escenario mostrado para las ingenieras y arquitectas -perfectamente extrapolable a otras profesiones- no es realmente halagüeño. Ahora bien, con su presentación no se quiere, en absoluto, disuadir de que se adopten medidas para acelerar la diversificación de opciones profesionales de las mujeres. (Nada más lejos de nuestra intención, si se tiene en cuenta que el contribuir a que se logre esta diversificación es uno de los fines básicos de nuestra asociación). Lo que se pretende, por el contrario, es alertar sobre la necesidad de que junto a estas medidas se adopten otras que, yendo orientadas a modificar las actitudes de las empresas y de las propias mujeres, permitan ir preparando el camino para que cuando éstas accedan masivamente a las profesiones tradicionalmente reservadas a los hombres tengan las mismas oportunidades que éstos. Sólo así podrá evitarse que estas mujeres se conviertan en una mano de obra secundarla dentro de esas profesiones. Sólo así podrán aquéllas obtener la misma rentabilidad que sus compañeros para la misma inversión en formación.

Julia Pérez Cerezo es ingeniera de caminos y presidenta de la Asociación de Ingenieras y Arquitectas.

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