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EL ESCÁNDALO DEL NARCOTRÁFICO

Abrantes, víctima propiciatoria

C. G., José Abrantes, ministro del Interior cubano guillotinado el jueves por Fidel Castro, fue su leal centinela durante los últimos 30 años y el confidente más cercano del líder revolucionario desde 1985. El general de división que sustituyó ese año al implacable comandante Ramiro Valdés ha sido la víctima propiciatoria de la escabechina que sigue al escándalo por narcotráfico.

"La misión más delicada de mi vida ha sido velar por la protección del comandante en jefe. La misión más importante y compleja que podía darme la dirección de la revolución", dijo el 25 de mayo pasado al diario oficial Granma, con motivo del 30º aniversario de la creación de los órganos de seguridad del Estado.

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El general José Abrantes, de 53 años de edad, reconoció que cuando comenzó a participar en los cuerpos de seguridad, a los 24 años, "no tenía la menor idea de lo que era ese trabajo. Lo único que sabía era lo que había visto en las películas de la época sobre el tema". La carrera del ministro, destituido cuando aún gozaba de la confianza y estima" de la dirección del partido, discurrió muchos años entre las bambalinas de un ministerio en vigilia contra intentonas contrarrevolucionaria.

Abrantes fue colaborador de Ramiro Valdés en el diseño de los primeros órganos de espionaje y contraespionaje de los milicianos de Sierra Maestra que derrocaron a Batista en 1959, y le acompañó al Ministerio del Interior como viceministro. Una de las misiones más importantes encomendadas al militar en su período como ministro fue la lucha contra el delito común, que había crecido alarmantemente en los últimos tiempos. El general creó en 1963 las llamadas tropas especiales, que participaron en alguna operación de la guerra de Angola y ha viajado recientemente con Castro a países de América Latina.

El Gobierno no ha informado aún sobre el destino que se ofrece al destacado policía, cuya sagacidad fue puesta en entredicho por un equipo de funcionarios aparentemente fuera de control.

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