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El 'estilo Semprún'

La reforma del 'decreto Miró', la iniciativa más polémica del ministro de Cultura en sus primeros 323 días

Semprún es un ministro atípico. Su biografía y el tono que ha empleado en algunas de sus manifestaciones públicas avalan esta apreciación, que, por otra parte, él mismo se encargó de subrayar pocos días después de sentarse por primera vez en la mesa del Consejo de Ministros, en julio del pasado año: "No se me ha dicho qué pinto yo en esta fotografía de familia, pero procuraré pintar algo", aseguró.

¿Ha conseguido el ministro su propósito? La oposición comunista, centrista y popular opina que no. "Semprún no ha encontrado el gran proyecto cultural que necesita este país", subraya el diputado comunista Francisco Moreno. Pese a considerarle "encantador en su talante personal", el popular Andrés Ollero duda de que "Semprún sea un buen gestor", requisito que considera indispensable, por encima incluso de su talla intelectual, en un ministro de Cultura. El centrista Antonio Garrosa "percibe un intento de dirigismo cultural en la acción política del Gobierno socíalista".

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Esta valoración crítica de la gestión de Semprún que hace la oposición contrasta con la expresada por los representantes de diversos colectivos y personalidades del mundo de la cultura, que atribuyen a la actuación del ministro efectos mucho más positivos, si se exceptúa, claro está, a los representantes del sector cinematográfico. Entre estas opiniones favorables figura, por ejemplo, la del vicepresidente de la Asociación Colegial de Escritores, José Luis Giménez Frontín, que considera a Semprún como "el primer ministro que sabe qué es la cultura". 0 la del cantautor Luis Eduardo Aute, que valora en términos elogiosos el proyecto de Semprún sobre las subvenciones al cine: "Es una ley que promueve la iniciativa privada como creo que debe hacerlo el Estado".

Proteccionismo oficial

La reforma del llamado decreto Miró, con la que Semprún se propone, entre otros objetivos, "terminar con el excesivo proteccionismo oficial" al cine, es la iniciativa más importante de las que ha abordado el ministro y la que ha obtenido un mayor rechazo. A las críticas al proyecto expresadas por los representantes del sector se sumó la dimisión, el pasado mes de diciembre, del director del Instituto de Cinematografía (ICAA), Fernando Méndez Leite, con el que Semprún mantuvo un duro enfrentamiento dialéctico a través de los medios de comunicación. Una batalla en la que el ministro se vio obligado a puntualizar" que nunca había acusado a Méndez Leite de practicar el amiguismo en el reparto de las subvenciones.

El tratamiento informativo que TVE dispensó a la dimisión, provocó a su vez un serio incidente entre el ministro y la entonces directora general del medio, Pilar Miró, impulsora, porotra parte, de la norma que Semprún se propone reformar. La calma que sobrevino a esta tempestad la halló el ministro en el nombramiento de Miguel Marías como responsable del ICAA y de Luis Solana al frente de RTVE.

Los cineastas coinciden con Semprún al señalar que la resolución de los problemas que padece el cine español requieren la puesta en marcha de un conjunto de medidas -como la creación de líneas de crédito blando, la concesión de beneficios fiscales, la informatización del control de taqnilla, el saneamiento drástico del mercado del vídeo o el establecimiento de un acuerdo con TVE- cuya aplicación no depende exclusivamente del Ministerio de Cultura. Pero no existen indicios de que esas medidas,complementarias del decreto Semprún, vayan a ponerse en práctica a corto plazo, si se exceptúan las relativas al control de taquilla, que parecen haberse iniciado, o el anuncio de que TVE promoverá la creación de una productora cinematográfica.

Semprún abordará su segundo año de ministro con importantes temas por resolver: el futuro del legado Dalí, la redacción de una ley del mecenazgo, la creación del Instituto Cervantes y las obras de remodelación del palacio de Villahermosa, que albergará la colección Thyssen, entre otros de menor repercusión pública, como la reforma del reglamento de la Orquesta Nacional o la puesta en marcha de medidas de protección al circo.

"No habrá tensiones en el reparto de la herencia de Dalí", señaló el ministro. Ni tensiones ni soluciones soluciones, a pesar de que el director general de Bellas Artes y Archivos, Jaime Brihuega, prometió que las conversaciones sobre el futuro del legado de Dalí habrían concluido antes del verano.

Fuentes del ministerio aseguran que ya ha finalizado la elaboración del inventario -documento base de cualquier negociación-, pero de resultar cierta esta afirmación, no lo es menos que ese inventario no ha llegado a ser "el documento utilizable por todos" que prometió Brihuega.

Semprún comentó en el Congreso que el borrador de la ley de mecenazgo cultural podría estar lista antes del verano. Pero no ha sido así, y tampoco es seguro que ese proyecto vea nunca la luz. Ello no quiere decir, sin embargo, que el proyecto de Semprún de estimular la inversión privada en proyectos de tipo cultural no vaya a llevarse a la práctica. Quiere decir, simplemente, que el Gobierno podría optar por una solución distinta a la promulgación de una única ley del mecenazgo. Una solución que incluiría la adopción de medidas parciales, como por ejemplo la ley de beneficios fiscales relativa a la Exposición Universal de Sevilla, los Juegos Olímpicos de Barcelona y los actos de conmemoración del V Centenario.

España no ha prestado una atención excesiva a la defensa de su cultura en el exterior. "Son 100 años de incuria conservadora los que pagamos", sentenció Semprún en marzo. Y por ello es urgente, comentó, impulsar la creación del Instituto Cervantes, un equivalente español de las redes de institutos británicos y alianzas francesas esparcidas por el mundo. Pero el Instituto Cervantes, pese a su reconocida importancia, no va a ser una realidad a corto plazo.

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