Cara y cruz
Nada que objetar al éxito del jovencísimo Soderbergh. Es un síntoma de coraje e inteligencia por parte del jurado que haya considerado a su filme -pese a las imperfecciones que tiene, lógicas en una primera película- el mejor de todos.No es, probablemente, la mejor película de la competición, pero sí la más intensa, libre, sincera y penetrante. Es una curiosa obra que empieza mal y que gana a medida que avanza dentro de sí misma, como si Soderbergh estuviera aprendiendo el oficio a medida que lo practica. Al comienzo balbucea, pero en la zona final alcanza alturas poco comunes.
Pero no todo ha sido tan limpio, valiente y libre en las decisiones del jurado. La presión ambiental para que la pretenciosa y mediocre película francesa Demasiado bella para ti se llevara el gato al agua era tanta que ha dado su fruto: una vergonzosa transacción que le ha permitido compartir con Nuovo cinema paradiso el segundo premio, dejando en la cuneta a Do the right thing, de Spike Lee; a Splendor, de Scola; a Monsieur Hire, de Leconte, y a Lluvia negra, de Imamura, ninguna de ellas perfecta, pero todas infinitamente superiores a la francesa.
'Pialatada'
Este ridículo premio, junto al concedido a Meryl Streep, ensucian a un reparto de méritos que por lo demás es completamente limpio. Es algo parecido a lo que ocurrió hace dos años, en la conmemoración del 40º aniversario de este festival, con la concesión de la Palma de Oro a Bajo el sol de Satán, una insincera película de un cineasta habitualmente tan sincero como Maurice Pialat. En el argot de los periodistas acreditados en Cannes, a este tipo de cambalaches se les conoce ya con el nombre de pialatada. Quien lo inventó dio en el clavo.
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