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42º FESTIVAL DE CANNES

Woody Allen destaca sobre Ford Coppola y Martin Scorsese en el filme de apertura

Ausencias y homenajes póstumos dieron aires fantasmales a la inauguración

Ayer comenzó el gran festival de la Costa Azul con la proyección de Historias de Nueva York, contadas por Martin Scorsese, Francis Ford Coppola y Woody Allen. Ninguno de ellos vino a respaldar la película. Anteayer, en una especie de preinauguración, tuvo lugar el estreno mundial de la versión íntegra, recién restaurada, de Lawrence de Arabia. Estuvieron presentes algunos de sus actores secundarios, pero los grandes esperados, el director David Lean, enfermo en Londres, y Peter O'Toole, que rueda un filme en Bruselas, no acudieron a la cita. La gala inaugural tomó así un aspecto fantasmal.

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Si a estas ausencias se añaden los homenajes rendidos a tres actores muertos (Charles Chaplin, Bernard Blier y Charles Vanel), y se observa el cadáver del viejo edificio del palacio de La Croisette, recién demolido, y el intento de disimular sus ruinas detrás de vallas adornadas con viñetas de otro muerto, el poeta y cineasta ocasional Jean Cocteau, el fantasmal ambiente de la fiesta inaugural adquirió tintes funerarios en Cannes.Las buenas lenguas rumorea que es éste el mal comienzo preceptivo de todo buen festival. Pero las malas, más audibles en paisajes como éste, sugieren otras cosas. Unos dicen que las cinco grandes ausencias citadas son una respuesta norteamericana a la política agresivamente europeísta inaugurada el año pasado por los responsables del festival. Otros añaden que David Lean, con sus 80 años a cuestas, no está para fiestas, y que Peter O'Toole lo está en demasía, hasta el punto de que lo tienen poco menos que amarra o en Bruselas y se niegan a soltarlo por temor a una recaída en su vieja afición a vaciar botellas, y no precisamente de agua.

Circula una tercera interpretación de estos vacíos, más esquinada pero más creíble: que Cannes ha perdido poder de convocatoria de estrellas después de sus últimas opciones, el año pasado hacia la busca de un cine (en palabras del director de este enorme certamen, Gilles Jacob) puro y duro, y este año (en palabras del ministro francés de Cultura, Jack Lang) hacia un cine de la Libertad, es decir, de agitación de conciencias y de multitud.

Lo cierto es que hasta ahora las estrellas han sido sustituidas por asteroides y de las dos únicas caras famosas prometidas, hay una, Meryl Streep, que no ha hecho todavía aparición ante el público, y la otra, Jane Fonda, es una persona que encaja perfectamente en esa poco creíble vocación revolucionaria que se pretende estos días dar al festival de la Costa Azul.

Versión íntegra

Y entre estas y otras cábalas llegó Lawrence de Arabia, a sus 27 años completamente viva y por primera vez en versión integral. El minucioso trabajo de remontaje, de limpieza de negativos, de incorporación de secuencias suprimidas por el productor Sam Spiegel, de restauración de varias escenas mutiladas por las distribuidoras, de acoplamiento al formato de 70 milímetros y de filtraje de la banda sonora para adaptarla al sistema Dolby, va a permitir una nueva carrera comercial del famoso filme.Y llegaron después los tres mediometrajes de que consta Historias de Nueva York, realizados por Scorsese, Coppola y Woody Allen. Scorsese se limita, al alimón con el fotógrafo español Néstor Almendros, a simplificar una compleja idea argumental de Dostoievski, esbozada en su Diario de un escritor, en un ejercicio inútil y superficial de virtuosismo y de preciosismo óptico. Por su parte, Coppola, más humilde y escéptico, asegura que se ha divertido mucho haciendo una miniatura que él califica de amateur, y no le falta razón. El único que se salva de la quema es Woody Allen, que repite con mucha gracia lo que viene haciendo desde hace años. Pero esta vez realiza una película de 40 minutos cuya ventaja es que dura 40 minutos, y no los 80, de los que sobran la mitad, que duran La rosa púrpura de El Cairo y Días de radio, por no citar a Septiembre, en la que sobra prácticamente todo.

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