Un circo al borde del mar

El espectáculo ha comenzado. La 42º edición del Festival Internacional de Cine de Cannes, que durará hasta el 23 de mayo, ha abierto sus puertas y la croissette se ha convertido en un circo. El viejo paseo al borde del mar, donde toma el sol toda la tercera edad francesa, se ha llenado de cómicos,mimos, trompetistas y vendedores de baratijas. Las terrazas se ponen las botas atendiendo a cientos de turistas y a los 3.000 periodistas acreditados para el festival mientras las primeras starlettes hacen sus pinitos en la playa, con bañadores cuyo escote empieza en el ombligo, mientras una nube de fotógrafos las devora a flashazos.

David Lean se ha quedado en Londres, enfermo, y Peter O'Toole excusó su asistencia, pero ya horas antes de la apertura de gala, con la proyección de la copia íntegra y restaurada de Lawrence de Arabia (siete oscars para recuerdo de los cinéfilos), una multitud se congregó a las una multitud se congregó a las puertas del palacio del festival, detenida por vallas llenas de pan fletos de colores y custodiada por un sinfin de gendarmes vestidos de azul que marcaban el paso solemnemente. Sentada paciente- mente en una silla de madera en la primera fila, una señora entra da en años hacía calceta. Dos asientos más atrás, un joven de dicaba la espera a hojear un grueso álbum de fotos.A las seis de la tarde, bajo un sol de justicia, Omar Shariff, Anthony Quinn, José Ferrer, el equipo de producción de la película y los responsables de su reconstrucción hicieron una aparición estelar. Precedidos por motos policiales, una comitiva de cuatro Mercedes antiguos y descapotables de abrió paso entre el gentío.

Omar Shariff, morenísimo, con el pelo casi blanco y un smoking impecable, bajó del coche entre un murmullo de ¡ohs! y los ecos del altavoz que anunciaban a todo Cannes su llegada. La señora de la calceta dejó sus agujas a un lado para mirar con atención la larga fila de muchachos vestidos con túnicas blancas que adornaban ambos lados de la escalinata por la que subirían las pajaritas y los trajes de noche de los invitados a la gala.

Abierta la veda

Y es que desde que se ha inaugurado el festival, se ha abierto la veda. Cualquiera puede pasear por la misma playa que Sally Field, o tomarse una copa al lado de Jack Nicholson. El glamour está al alcance de todos. La gente se agolpa a las puertas de los hoteles Carlton, Majestic y Martínez, instamatic en mano, con la esperanza de vislumbrar, aunque sólo sea por un momento, a sus ídolos de celuloide.Se sabe que ya están aquí Grace Jones, Donald Sutherland, Hugh Hudson, Nick Nolte, Rossana Arquette y Meryl Streep, quien llegó anoche en medio del más absoluto secreto para recluirse en el lugar más lujoso de esta costa: el hotel Ducap, en Antibes, desde donde mira un hermoso mar azul festoneado de palmeras.

Y también ha llegado el equipo español de El niño de la luna (segunda película dirigida por el cineasta mallorquín Agustí Villaronga, autor de Tras el cristal), protagonizada por Maribel Martín y producida por Julián Mateos, que hoy se proyecta en la sección oficial con la esperanza de que el jurado presidido por Win Wenders y compuesto por Sally Field, René Blanchar, Christine Gouce-Renal, Héctor Babenco, Claude Beyl¡é, Silvio Clementeli, George Delerue, Peter Hanke y Krzysztof Kieslowski se acuerde de ellos en el palmarés.

Se espera a Ettore Scola, Marcelo Mastroiani, Mickey Rourke, Liliana Cavani, Brooke Shields, Rob Lowe, Helena Bonham Carter, Bo Derek, Rod Steiger, Roy Scheider, Ennio Morricone y un largo etcétera que cerrará la aparición de una Jane Fonda recién separada que viene a presentar su última película, Gringo viejo, al lado de Gregory Peck. La señora de la calceta no va a dar abasto.