Cómo nacer criollo americano
El presidente José Azcona no quiere confusiones con su partida de nacimiento. Vio la luz en La Ceiba, localidad hondureña, y no en Noja, Santander, como se ha dicho, pero de ahí es toda su familia, ahí llegó de cinco años, y ahí vivió hasta que le llegó en 1949 la edad de visitar la Caja de Reclutas. Provisto de un pasaporte de su futuro país expedido en el consulado de Honduras en Santander, lo que visitó entonces fue su patria definitiva. Huero seguramente un día, antes de que el tiempo le nevara intensamente la cabeza, ojos azules, tez de generaciones recriadas a un cántabro sol de proporciones manejables, era todo un criollo predestinado, cualquiera que hubiese sido el lugar donde naciera.José Azcona, presidente de un país al que muchos califican del portaaviones Honduras, alistado en la estrategia oceánica de los Estados Unidos, tiene la aritmética y el calendario tan flexibles como un fuelle entre dos extremidades: la contrarrevolución que alienta Washington, y el sandinismo nacido en la revolución. En esa enconada papeleta, el presidente Azcona ha sostenido no sin ceñudo empeño un Gobierno civil elegido con las bendiciones del rito democrático, aunque tocado de ordinarias flaquezas tropicales, sobrevivido a un Ejército que hasta hace pocos años no dudaba en ejercer el poder directamente, y sabido mantener una cierta aunque difícil comunicación con la vecina Nicaragua.
Del portaaviones centroamericano han despegado otros aviones de combate para agredir a la república sandinista, pero jamás los propios hondureños. José Azcona probablemente no ama el presente estado de tensión con el régimen de Managua. Pero de su mano no ha dependido hasta la fecha la firma de la paz.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.