Rigor y tensión
Buena parte del público que llenó la sala Jácara para escuchar a Salif Keita acudió al reclamo de su origen africano y sabía más de algunos detalles anecdóticos -albino de familia noble- que de su música, prácticamente desconocida en España. Se -encontraron con un músico dificil, de enorme rigor artístico, representativo de algunas de las cualidades que adornan la esencia de la música africana: el sentido circular, repetitivo y catárquico de las canciones, impulsado por un complejísimo planteamiento rítmico y una voz estremecedora.la música de Salif Keita se basa en una monótona armonía de dos acordes, sobre los que se entretejen los ritmos de batería, bajo, percusión y balafón, interpretados por músicos africanos. Los componentes blancos del grupo -guitarra, teclados y saxo- proporcionan el toque occidental y restan agilidad y carisma a un conjunto que funciona con gran precisión.
Salif Keita
Salif Keita (voz, guitarra), Brice Wassy (batería, coros), Djengue N'Doumbé (bajo, coros), Jean François Kellner (guitarra), Hervé Bouffartigues (teclados, coros), Nicolas Gueret (saxo, teclados, coros), Souleyman Doumbia (percusión), Kélétigui Diabate (balafón), Djené Doumbouya (coros, danza), Assitan Keita (coros, danza). Sala Jácara. Madrid, 27 de abril.
Y ante todo, está Salif Keita. Pálido, hierático y dominador, en el escenario parecía un hombre de ninguna parte. Su magnífica y segura voz interpretó con desgarro melodías lineales de gran dramatismo y tensión interna, alejadas de la alegría de otros músicos africanos. En ocasiones se escucharon ecos del raï argelino o del flamenco, mientras sus músicos defendían con vehemencia ritmos calientes derivados de la salsa congoleña. Por encima de modas y procedencias demostró que es un músico excelente que hoy puede ofrecer su trabajo, oculto y marginado hasta hace muy pocos años. A veces hasta las modas tienen sus ventajas.
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