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Maria Zambrano, un regreso confesional

La escritora María Zambrano, de 84 años, recibe hoy, en un acto que se celebra en el paraninfo de la universidad de Alcalá de Henares con asistencia de los Reyes, el Premio Cervantes, que se le concediera el pasado mes de noviembre. Su delicado estado de salud le impide asistir a la ceremonia y será su primo Rafael quien recoja el galardón. La autora malagueña, primera mujer que recibe el Cervantes, ha escrito con tal motivo un texto que será leído, según su propio deseo, por una voz femenina.

Volvió en el año de la falsa profecía orwelliana. Regresaba a su país entre un rumor de interrogantes y su propia fragilidad, escoltada por poetas que parecían custodiar un secreto sagrado. Con María Zambrano, sin embargo, se repetía la añosa regla: más conocida en las tierras extrañas donde discurriera su exilio que en el hogar soñado que remitía a las raíces de sus invocaciones.. Pues es lo cierto que en el fondo de sus reflexiones -muy en especial en aquellas vincula das al símbolo y a la vivencia del sueño- emergía la silueta de un país golpeado por la historia y por la tragedia. Podría haberse llamado Antígona, de acuerdo con el sentido de unidad imposi ble del mito griego; la muerta envida. Se llamó España y su nombre sigue' legitimando contradicciones arriesgadas que a menudo se traducen en contiendas y, en algunos casos contados, en el doble salto mortal de lo imaginario. No por casualidad María Zambrano estableció en las conclusiones íntimas de Pensamiento y poesía en la vida española: "La continuidad de España se ha expresado por la poesía, sin que nadie pueda ya impedirlo, pero se ha expresado igualmente por la sangre. Y la sangre también tiene su universalidaT. Publicado en 1939, el texto sigue corroborando la hondura de una indagación estremecedora donde se reivindica la inocencia perdida del ser. Es esa noción, que identifica la pérdida y la inocencia en un impulso vital único, la que desvela el sentir activo de su pensamiento. De ese modo puede asimilarse la forma en que, mediante la escritura, María Zambrano alumbra y descifra la existencia. Una de las estampas dominantes que estructuran esa visión sobre lo humano proftindiza en lo que san Agustín denominó injusticia de la vida, cerco de la realidad y nostalgia de un paraíso remoto.A partir -de esa búsqueda personal de la universalidad, revelada para denunciar la tristeza; a partir de ese asomarse y entregarse al mundo -la desnudez humana ante la Aurora-, María Zambrano presenta y fija el contexto de su reflexión: la desdicha de la especie. Es ella misma quien subraya los precedentes de su compleja apertura poética y los motivos de su dilatada tensión en ese empeño: Agustín de Hipona, Descartes, Nietzsche, Ortega... Su actividad se concreta en el regreso del deseo de muerte, en la juventud y en reafirmar su opción como fundamento indiscutible de su postulado vital. Sobre esos pilares -experiencias, no episodios extraídos de la historia de la filosofia; experiencias, no sólo lecturassu obra alienta y orienta un anhelo onimpresente: lo confiesional.

Interrogantes radicales

En lo confesional discernimos el eje de su evolución. Será en el mundo de la confesión donde la escritura imprima materialidad a su palabra como desvelamiento necesario de la vida, a su pensar como recorrido poético, a su sentir como expresión íntima en lugar de sentencia científica.

En su obra se reitera la pregunta heideggeriana sobre quién es el hombre y en qué medida habitamos en lo terreno. Y por todo ello, en cuanto que su verbo plantea los interrogantes radicales de la existencia desde una perspectiva en la que se reúnen las razones del corazón y el vértigo ante el abismo -la condena a elegir de Jean-Paul Sartre, el somos forzosamente libres de Ortega-, su confesión torna concreta la aventura del individuo.

- En este sentido, sobre la meditación reconocible sobre un tiempo, su escritura apunta la soledad extrema de nuestra condición. ¿Nace en esta evidencia la modernidad del trabajo de María Zambrano? Un detalle nos ofrece la clave: su sentido de lo confesional se verifica en realidad como antiautobiográfica, como elusión de reglas documentales y pleitesía cronológica. No püede olvidarse que María Zambrano quiere ser fiel a la vida mediante la palabra.

Volvió en el año de la falsa profecía orwelliana. En su obra se intuye que lo orweWano desapareció como el chisporroteo de un entretenimiento intelectual.

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