Canto de sirena
Hubo un tiempo de teatro de sirenas, creo que a partir de la Ondina, de Giraudoux, tomada a su vez de un cuento de La Motte-Piquet. Todo el mundo intentó su obrita de sirenas; bellas, rubias, luminosas, casi todas venían a continuar la idea de la mujer impalpable, inasequible, aunque ella quiera. La sirena de Ignacio del Moral, en Aquarium, que ha subido al escenario del Círculo de Bellas Artes de Madrid, es un monstruo. Produce repugnancia; hiede.La situación original es inverosímil: metida en un contenedor, una científica y su auxiliar de ocasión la examinan clandestinamente con unos aparatos increíbles. Pero aceptamos este arranque en espera de que genere una lógica teatral. Es muy corta.
Aquarium
Autor: Ignacio del Moral. Intérpretes: Isabel Ordaz, J. Carlos Gómez, Enrique Escudero, Luz Amalia Peña. Dirección: Susana Hernández. Sala Fernando de Rojas, del Círculo de Bellas Artes. Madrid, 18 de abril.
El auxiliar quiere ponerla en libertad; la científica, conservarla a toda costa para exhibir su hallazgo histórico. El diálogo es demasiado inane como para suscitar algún debate mayor o remover posos intelectuales del espectador.
La necesidad escénica deja sola a la sirena en su cajón; entra el curioso guardián del recinto, y la sirena, que hasta ahora se ha quejado, entona el mítico canto, le atrae y le mata. Y se fuga por la ventana, que da al mar.
Otra fuerza
El espectador puede pensar en una demostración de que vale más imaginar a las sirenas que contemplarlas, o que la libertad es el principal móvil hasta de los monstruos. Puede no pensar nada. Pero para que esto sea teatro para el teatro le falta otra fuerza. La interpretación de los cuatro actores y la dirección de Susana Hernández no le dan tampoco esa fuerza.Y el autor de la obra, Ignacio del Moral, alarga demasiado sus conversaciones para que el cuentecillo dure la hora y pico que necesita el espectáculo.
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