El toro astifino, novedad de la feria

ENVIADO ESPECIALLa sorpresa de la feria fallera ha sido la reaparición del toro astifino -con pocas excepciones-, tal como se cría en su estado natural en las dehesas. Lo cual da a entender que empieza a tener efecto la circulas que el Ministerio del Interior cursó hace pocas semanas a los gobiernos civiles y delegaciones del Gobierno dictando instrucciones respecto a los reconocimientos previos de las reses.

La circular de Interior recomendaba que se rechazara en los reconocimientos todo toro sospechoso de manipulación, en defensa de los intereses del público, y si en el examen pos mortem había dudas acerca de la integridad de las astas, se remitieran a examen de la Escuela Nacional de Sanidad.En cumplimiento de estas instrucciones, que no hacían sino recordar lo que establece el reglamento taurino, los veterinarios rechazaron los cuatro toros de la corrida mixta del día 11, las corridas completas del marqués de Domecq y Benítez Cubero anunciadas para los días 14 y 15, respectivamente; dos toros de Matías Bernardos del día 16, y cuatro de los ocho toros de Torrestrella reconocidos para el festejo de ayer, que finalmente fue aplazado a mañana, por la lluvia.

Los pitones íntegros de los toros pertenecientes a las ganaderías de Victorino Martín, Fermín Bohórquez y María del Carmen Camacho, nada tenían que ver con los que se vieron en la mayor parte de las ferias la temporada anterior. Aquella versión de los taurinos y algunos ganaderos según la cual los toros se autoafeitan en el campo al rascarse los pitones con las piedras, quedaba en ridículo. Un toro -el que se rasque tanto, que tampoco es frecuente- puede ocasionar un pequeño desgaste del asta pero no reducirla varios centímetros, hasta su deformación, como era habitual que apareciesen las cornamentas años atrás.

La invalidez del ganado es un problema, quizá aún más grave que el del afeitado, que no se ha resuelto. Con la única excepción de la corrida de Victorino Martín, casi todos los toros y novillos que han saltado a la arena en la feria valenciana carecían de la resistencia física necesaria para soportar la lidia. La corrida de María del Carmen Camacho del pasado viernes, pese a su trapío, padecía una invalidez intolerable. Estos toros -y otros de la feria- tuvieron el comportamiento contradictorio que ya viene siendo típico: salían veloces, codiciosos y fuertes, y a los pocos minutos de moverse por el ruedo, antes de la suerte de varas, cambiaban totalmente y empezaban a trastabillar o sencillamente se derrumbaban en la arena.

El segundo, un ejemplar de 648 kilos, saltó de salida con una potencia inmpresionante hasta las maromas protectoras de la barrera, cuando volvió al ruedo, embistió poderoso, e instantes después ya se estaba cayendo, como todos.

Totalmente distinta resultó la corrida de Victorino Martín, el pasado domingo. Seria, fuerte y encastada, los diestros le dieron una lidia valerosa y torera -especialmente Ruiz Míguel y Esplá- y el público se entusiasmó con los emocionantes incidentes de la lidia y la belleza singular del espectáculo Hasta el momento, ese festejo en su conjunto, con la novedad de las pitones íntegros, la sensacional actuación de Julio Aparicio, el pundonor de los alumnos de la escuela taurina y el lamentable percance que su frió Gregorio de Jesús, han sido lo más destacado de la feria.