Emocionantes Victorinos
Martín / R. Miguel, Esplá, Mendes
Toros de Victorino Martín, bien presentados, con casta. Ruiz Miguel: estocada contraria y descabello (petición y vuelta); pinchazo, media estocada cáda -aviso con retraso- y descabello (vuelta). Luis Francisco Esplá: en la suerte de recibir, pichazo y estocada corta (oreja); pinchazo hondo, rueda de peones y (los descabellos (ovación y salida a los medios). Víctor Mendes: pinchazo, estocada corta tendida y descabello (ovación y salida al tercio); cinco pinchazos y estocada ( vuelta). Plaza de Valencia, 12 de marzo. Segunda corrida fallera.
ENVIADO ESPECIAL
Salieron los Victorino en Valencia a dar emoción y complacer al cotarro, que lo pasó en grande. El cotarro lo último que quisiera en el mundo es aburrirse, y si va a los toros, lo primero que quisiera en el mundo es ver toros. Precisamente. El toro, si íntegro, es lo que le divierte, porque áÍgurnenta la lidia.
Dicen algunos que a los antiguos pobladores de nuestro solar les apasionaban los toros sólo porque no tenían fútbol, ni discotecas, ni chalés en la sierra para distraer su ocio. Una explicación así equivale a coger el rábano por las hojas, por no tomarse la molestia de coger el toro por los cuernos y explicar que la fiesta de hoy en casi nada se parece a la que apasionó a los antiguos pobladores de nuestro solar. Entonces había toro-torazo íntegro cada tarde, y ahora lo hay rara vez.
Ayer fue rara vez. Los Victorino, nada aparatosos aunque con sobrado trapío, llevaban dentro una casta pura que era dinamita. Todos humillaban en cada lance hasta surcar la arena con el morro, y ese habría sido síntoma inequívoco de nobleza, de no acaecer que, aún humillando, varios de ellos armaron guerra. La armaron revolviéndose ágiles y fieros, a la caza de las zapatillas toreras, y si caía una femoral, eso se llevaban de propina. Así se comportaron cuarto y quinto, que no consiguieron cazar nada, pues Ruiz Miguel y Luis Francisco Esplá les dieron la réplica del pundonor, el valor y la técnica bien aprendida, en el transcurso de sendas faenas emocionantes y toreras.
Al mejor toro, el segundo, le ligó Esplá redondos y naturales, en una parcelita de escasos metros, y lo mismo hizo Ruiz Miguel con el primero, de parecida boyantía, si bien alterada por una codicia agresiva, que llegó a ser violenta. Uno y otro espadas actuaron con maestría.
Más recia la de Ruiz Miguel, más variada y alegre la de Esplá, que convertía en espectáculo su acabado conocimiento de las suertes.
Principalmente en banderillas. Al quinto le reunió un dificil par por tablas, intentó repetir, hubo de pasar en falso para no resultar cogido, le persiguió el toro, echaron una carrera al hilo de las tablas y ganó el torero, que aún tuvo resuello para cuartear el par y ponerse a salvo saltando la barrera. Barcelona'92 no debe perder a este hombre.
Otro par arriesgadísimo, por tablas, prendió Mendes al sexto, que dio un juego excepcional. Ese, además de surcar con el morro el ruedo, le sacaba petróleo. Hubo un momento en que Mendes le cogió el temple y ligó tres tandas soberanas de redondos. Luego lo perdió y, finalmente, falló con la espada. Su anterior toro también resultó bueno y le toreó con excesiva crispación y pico, hasta que el animalote perdió fijeza y se distraía con los ratspenats, que revoloteaban por el coso. Porque entre los Victorino hubo de todo, incluso mansos, pero siempre sobre un fundamento de emoción, que complació al cotarro y reconcilió con la fiesta a la afición torerista, sesuda y exigente.
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