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Chernobil fue producto del secreto y la incompetencia, dice un expíritu soviético

Pilar Bonet

La obsesión por el secreto, la desinformación y la incompetencia profesional de los responsables de la energía atómica soviética fueron la causa del accidente en la central nuclear de Chernobil y sus trágicas consecuencias. Así lo sostiene un veterano experto en energía atómica en un artículo recién publicado que, según medios bien informados, había sido largo tiempo prohibido por la censura.

El artículo, aparecido en Komunist, la revista teórica del partido comunista, es un fragmento del libro El cuademo de Chernobil, escrito por el reputado experto Gregori Medvedev en 1986. En el caso de Chernobil, a 130 kilómetros de Kiev, había, según Medvedev, motivo sobrado para preocuparse por el futuro mucho antes de que sucediera el accidente el 26 de abril de 1986. El accidente costó la vida a 30 personas (dos por la explosión y 28 por la radiación) y causó heridas por radiación directa a otras 209.El Ministerio de Energía y Electrificaci6n de la URSS ocultaba las averías en centrales nucleares (que habían ocurrido también en Chernobil antes de abril de 1986) no sólo a la opinión pública y al Gobierno, sino también a los trabajadores de las centrales, afirmaba Medvedev. Esta práctica se mantuvo durante el mandato del ministro Anatoli Maiorez, titular del departamento cuando ocurrió la catástrofe. Maiorez prohibió informar en la Prensa, la radio y la televisión de las consecuencias nocivas de las radiaciones sufridas por el personal de las centrales y las poblaciones vecinas, afirma el experto. Éste confirma así la prohibición oficial denunciada anteriormente por sectores ecologistas ucranianos.

Experimento peligroso

Ninguno de los directivos de la central de Chernobil era experto en energía nuclear, señala Medvedev. El experimento que causó el accidente, que había sido rechazado por muchas otras centrales, fue realizado durante una paro planificado en el funcionamiento e inutilizó el mecanismo de refrigeración por agua de uno de los reactores.

La dirección de la central ejecutó la prueba sin permiso de las autoridades centrales, que jamás contestaron a la solicitud enviada en enero de 1986. El director de la central, Victor Brujanov, estaba preocupado )or las filtraciones de agua radiactiva un mes antes del accidente. Sin embargo, Brujanov infravaloró la avería e incluso llegó a desdeñar las indicaciones de los contadores de radicactividad, cuyas escalas eran insuficientes para evaluar la gravedad de la situación.

La incompetencia de los responsbles de la central envió a, la muerte a hombres como el ingeniero Anatoli Sitnikov, a quien el ingeniero jefe, Anatoli Fomin, mandó al tejado de uno de los bloques de la centrla para que mirara desde ahí el reactor averiado. El funcionario que recibió no menos de 1.500 roentgen, informó que el reactor había sido dañado, pero su último informe no fue tenido en cuenta y los bomberos continuaron echando agua, tal como había ordenado el viceingenieró jefe, Anatoli Diatlov. Los participantes en las tareas de extinción tropezaban con trozos de grafito altamente radiactivo procedente del reactor cuando todavía los dirigentes de la central se negaban a reconocer el daño. Britijanov, Fomin y Dyatlov fuero condenado3 a 10 años de cárcel en 1988. Fernin intentó suicidarse más tarde en la cárcel con el cristal de sus gafas, según Mednedev.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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