El pago de la deuda externa deteriora a los Gobiernos demoliberales
Entre 1980 y 1985, el bienestar de la población de América Latina descendió un 16,8%, aumentando así el número de pobres del 33%. al 39%, más o menos, a unos 160 millones de personas. En 1988, los países latinoamericanos pagaron, en concepto de intereses de su deuda exterior, 28.900 millones de dólares, o un equivalente de más del 4%. de su PIB global. Así las cosas, los Gobiernos demoliberales que pagan mejor su deuda lo están pasando peor, como sería ya el caso de Argentina, Brasil, Ecuador, México, Venezuela y, sobre todo, Perú, que de su colapso financiero, acorralado por el FMI, se encuentra al borde de la guerra civil o de un golpe de Estado.En los países latinoamericanos la situación económica se está deteriorando, yendo de mal a peor, en función del pago de muchos miles de millones de dólares, todos los años, en concepto del servicio de la deuda pública externa, no de la amortización de sus anualidades que se van acumulando, sino de sus elevados intereses, casi un punto por encima del libor bancario de Londres, que sirve de referencia internacional para la amortización de intereses de los préstamos bancarios.
Durante 1988 subieron sensiblemente los tipos de interés internacionales, aumentando así el monto del servicio de la deuda pública externa de los países afroasiáticos y latinoamericanos. Así las cosas, el débil incremento de los precios en dólares de las materias primas exportadas por éstos, fue neutralizado o reducido a cero con el alza de los intereses del capital prestado.
Increíblemente, América Latina, entre 1982 y 1988, pagó por el servicio de su deuda exterior la fabulosa suma de 235.000 millones de dólares, pero, paradójicamente, ésta creció, en ese período considerado, unos 50.000 millones más de dólares. Y es que, como se van pagando intereses y no amortizaciones del capital debido, cada vez la deuda externa es más grande por el sistema del interés compuesto, no habiendo así dólares que alcancen para pagarla puntualmente en los términos que preveía el plan Baker. En razón de éste, el dinero recibido en préstamo en una mano hay que devolverlo con la otra, con lo que de enero a enero el dinero es del banquero.
Como consecuencia de la "sangría de oro y divisas" que está sufriendo América Latina, más la falta de capitales para desarrollo económico y tecnológico, el bienestar de su población descendió un 16,8%. durante el período de 1980-1985. Pero ello fue mucho peor para países muy endeudados: menos un 30% en Uruguay; 29%, Argentina; 27,9%, Bolivia; 26,2%, Chile; 24,3%, Costa Rica; 24,3%, Venezuela, y cifras muy similares en Brasil, México y otros países. En este sentido, siendo cada año que viene peor que el que se va, el nivel de vida en los países latinoamericanos, considerados globalmente, retrocedió, en 1987, al que tenía hace 25 años atrás.
Términos usurarios
El pago de la deuda externa, en sus términos actuales más bien usurarios, deja vacías las arcas de los bancos centrales latinoamericanos, no quedando así capitales suficientes para financiar importaciones esenciales de maquinaria, materias primas, productos intermedios, repuestos para las máquinas, alimentos y otros rubros vitales de importación. A consecuencia de ello, por ejemplo, Argentina tiene cortes de electricidad, como si fuera un país de los más subdesarrollados actualmente, mientras que en preguerra tenía el 70% del nivel de vida de Estados Unidos.Brasil, en cierto modo, con su fardo pesado de 115.000 millones de deuda externa, se halla en una profunda crisis financiera para hacer frente a su elevado servicio: pagó a sus acreedores extranjeros -bancos e instituciones internacionales- unos 12.000 millones de dólares en 1988. Así pues, ¿de qué le valió haber tenido unos 19.000 millones de dólares de superávit en su balanza de comercio exterior en ese año si la mayor parte de ellos tuvo que entregarla a sus acreedores foráneos en vez de destinarlos a desarrollo económico y tecnológico?En estas condiciones precarias, de empobrecimiento progresivo por causa del servicio de la deuda externa, los Gobiernos demoliberales de Argentina y Brasil se están desprestigiando ante las masas hambreadas y faltas de trabajo. Esta situación es muy similar en Perú, Ecuador, Venezuela, México, Colombia y en casi todos los países caribeños y centroamericanos. Por consiguiente, de nada sirve hablar pomposamente del respeto a los derechos humanos y a las libertades esenciales, de "retorno a la democracia", si el egoísmo de los banqueros extranjeros consorciados en el Club de París y en el FMI no se aviene humanitariamente a cobrar un módico interés, descontar el valor real de la deuda en el mercado secundario y dar algunos años de carencia para el servicio de la misma, al par que nuevos préstamos equitativos a los países afroasiáticos y latinoamericanos.
Mientras no se emplee una estrategia operativa para el pago de la deuda externa de éstos, la economía mundial estará amenazada de una gran depresión como la de 1929-1933, pues si el Tercer Mundo deja de importar del mundo industrialízado, millones de trabajadores de éste perderían sus empleos, habida cuenta de que ya la desocupación ascendería en la OCDE a unos 31 millones de parados. Colocar al Tercer Mundo contra la pared, mediante el pago tradicional de su pesada deuda externa, a la corta o la larga, contagiaría la crisis de éste al mundo rico e industrializado. En este orden de ideas, vivimos en un mundo planetario en que la prosperidad de los países ricos debe ser compartida con los países pobres endeudados, que representan el 75% de la población mundial, hambreada, endeudada y con mucha desocupación.
Salida de capitales
No es posible que América Latina, por ejemplo, tenga que entregar a sus acreedores extranjeros, como en 1988, cerca de 30.000 millones de dólares para cumplimentar sus obligaciones exteriores totales, restando así el capital más noble para desarrollo económico, cultural y tecnológico de una región con 420 millones de habitantes, cada vez más empobrecidos por sus prestamistas extranjeros. Esa enorme salida de capitales representó, más o menos, el 4% del valor de su producto interior bruto (PIB).
Y en el caso de Perú, bloqueado por el FMI y sus acreedores bancarios extranjeros, todo un pueblo subalimentado y cada vez más descontento, teniendo el terrorismo, por un lado, y la amenaza del golpismo, por el otro, al borde del colapso económico y financiero, plantea la crisis, no sólo de la deuda, sino de la "democracia" declamada, pero no afirmada con una política más razonable de cobro de su pesada deuda externa.
Bancos extranjeros acreedores e instituciones internacionales financieras, ante el panorama político de Argentina, Perú, Brasil, con inflaciones galopantes, debieran emplear una estrategia para el cobro de sus capitales prestados con más sentido humanista, operativo y equitativo, pues si la América Latina retrocede hacia los años de Gobiernos totalitarios o se generaliza el terrorismo, más de un Vietnam o pinochetazo se va a producir precisamente por las potencias occidentales que hablan de evitarlos o superarlos.
En suma, vivimos en un mundo planetario que, bueno o malo, hay que compartirlo entre todos los países, predicando con el ejemplo, tratando de que las palabras estén de acuerdo con los hechos. De lo contrario, algunos banqueros, inspirados en Shylock, están fabricando una bomba de retardo, quizá sin quererlo, en muchos países latinoamericanos endeudados.
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