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ARCO 89

"La transvanguardia soy yo", dice el crítico Achille Bonito Oliva

Para el teórico italiano, "España tiene el mejor contexto artístico del mundo"

Achille Bonito Oliva es, por aspiración y por derecho propio, más que un teórico del arte contemporáneo. Sus escritos, y en especial su papel de bautista y racionalizador de la corriente que dio en llamar transvanguardia, han conferido a este napolitano de 50 años un papel muy influyente en el panorama artístico mundial. Además, él mismo aspira a una situación estelar en la teoría del arte. "Yo podría decir, como Flaubert dijo acerca de Madame Bovary", afirma, "que la transvanguardia soy yo". Por lo demás, Bonito Oliva, que estuvo en Madrid para asistir a la feria Arco, se muestra entusiasta con los artistas españoles actuales, en parte, según dice, "porque muchos de ellos han hecho realidad mis teorías".

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"La transvanguardia fue un revulsivo que permitió salir del impasse que suponía la academia falsamente experimentalista de la segunda mitad de los años setenta", explica Achille Bonito. "Fue un impulso de nomadismo cultural, de curiosidad, de apertura del arte, que se encontraba un poco esclerotizado y pudo recuperar la internacionalidad de las vanguardias". Amante de las frases brillantes, Bonito resume su idea al decir que "la transvanguardia es como el SIDA, porque destruye las defensas inmunológicas de la academia vanguardista"."Yo diría", añade el teórico italiano, "que la transvanguardia fue la reacción del arte meridional a la crisis social, cultural y económica de esos años, desde el momento en que supuso la recuperación de la manualidad, de la cita en arte, de la artesanalidad y de la libertad del individuo frente a las escuelas y las filosofías colectivistas o uniformadoras. En este aspecto, me parece que hay un paralelismo con la crisis del cinqueccento italiano, que dio lugar al manierismo".

Bonito Oliva niega que la transvanguardia sea "un estilo pasado o fracasado, porque no es una academia, sino una teoría que preconiza la recuperación de todos los lenguajes artísticos; lo que sucede es que lo que se entiende por transvanguardia tiene una línea que yo llamaría histórica, figurativa y cálida, representada por Mimo Palladino y otros, y una línea más reciente, informal, abstracta y fría; pero se trata de manifestaciones de la misma teoría. El problema quizás es que las primeras manifestaciones de la transvanguardia tuvieron un gran éxito internacional y, por tanto, un gran consumo".

"Pese a que puedo decir que la transvanguardia soy yo, porque la bauticé yo", aclara Achille Bonito, "son los artistas los que hacen el arte y, por tanto, los responsables del mismo; por otro lado, si llamé a este movimiento transvanguardia es porque atraviesa la vanguardia, no porque la anule. Es por eso que pienso que algunos artistas claramente encuadrados en las vanguardias, como Joseph Beuys, Lucio Fontana o Antoni Tápies, son absolutos precursores de la transvanguardia. Me gusta comparar lo que ha significado este movimiento con un tren, el transiberiano del arte, porque no sólo recorre las opciones y los lenguajes históricos de las vanguardias, sino también las raíces culturales de las regiones europeas".

Variantes nacionales

El crítico napolitano distingue entre las distintas variantes nacionales de la transvanguardia "En España", dice, "incorpora el sentido romántico de lo grotesco, como en Goya, y el sentido clásico de lo decorativo, como en Velázquez. En Francia, es más caligráfica; en Alemania, más expresionista, y en Italia, más ecléctica. En América, los transvanguardistas han exaltado el sentido del espacio pictórico, grande como los espacios naturales de aquel continente".Al hablar de España, Bonito Oliva se muestra entusiasta, antes que nada, de Velázquez, "el mayor pintor de la historia mundial'. Por otro lado, opina que "España tiene hoy el mejor contexto pictórico y museográfico de Europa, en parte debido a la eclosión creativa y, en parte, a la inteligente política oficial, pero todavía le faltan cosas. Le falta un gran coleccionismo de arte y le faltan grandes artistas jóvenes. Tienen ustedes al mayor artista europeo vivo, Tápies, y a pintores y escultores muy buenos, como Barceló, Sicilia o Susana Solano no, pero ninguno de ellos es aún un gran artista. También carecen de una escuela crítica de dimisión internacional".

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