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La cadena áurea

Juan Arias

La rovina di Kasch, inspirada en una historia africana y que está a punto de aparecer en España, fue en seguida consagrada por Italo Calvino, que le dedicó cuatro páginas de crítica soberbia, mientras que Le Nouvel Observateur la definió: "Novela de la locura absoluta, filosófica, vagabunda, alegórica, trágica y hasta folletinesca. Una declaración de guerra a todas las ideologías".A su vez, el diario La Repubblica ha escrito de La rovina di Kasch que se trata de un "libro iniciático sobre los fantasmas que se pasean por Europa desde hace dos siglos hasta hoy".

Sin paralelos

Y cuando a los cinco años de su primera obra de envergadura lanza, hace unos meses, su nueva obra, Le nozze di Cadmo y Armonia, en la que venía trabajando desde hace años y de la que han dicho los críticos en seguida que es "una historia que va desde que los dioses no habían nacido hasta la invención de la escritura", Calasso fue rápidamente calificado como el antiEco. Y si La rovina di Kasch había sido consagrada por Calvino, Le nozze di Cadmo y Armonia se ha conquistado la primera página de La Repubblica con un canto del dios de la crítica literaria de este país, Pietro Citati, que escribió que con dicha obra literaria Calasso se ha convertido en "un miembro activo de la cadena áurea que desde Homero conduce quién sabe dónde", tratándose además, añade Citati, de un "libro sin paralelismos modernos".

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Y en seguida los observadores recordaron que una distinción semejante, de una crítica literaria aparecida en primera página de La Repubblica, se la había merecido precedentemente sólo Italo Calvino, pero "después de muerto". Y ha sido el mismo Leonardo Sciascia, siempre comedido en sus palabras elogiosas, quien, comentando el caso literario de Calasso, ha dicho a este corresponsal: "Sus obras están llamadas a no morir. Calasso es hoy uno de los pocos escritores de raza que tenemos".

Lo que no gusta a Calasso es que se le contraponga a Eco. "Es un tema del que prefiero no hablar", dijo a este corresponsal durante una mañana entera de conversación con el escritor en su original casa del centro de Milán, tapizada de libros hasta el punto que hay que estar atentos a no pisarlos o a echarlos abajo cuando te mueves. "En realidad", añade, "somos dos escritores opuestos, porque la técnica de Eco es la de desmitificar, mientras que yo hago obra de mitificación, pero se trata de dos visiones igualmente modernas de concebir el mito. Nada más".

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