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Psicosis alimenticia en el Reino Unido ante los dos millones de infectados por salmonelosis

Los británicos viven desde ayer con mentalidad de asedio alimenticio: el agua, el pan, los huevos, las mermeladas, algunos tipos de queso y muchos otros componentes del diario yantar están bajo sospecha. El Gobierno ha acordado la formación de una comisión que estudie qué está pasando con los alimentos en el país, donde se ha estimado que cada año se producen dos millones de casos de infecciones por la bacteria salmonella. Todas las gallinas infectadas con esta bacteria podrían ser sacrificadas.

Margaret Thatcher accedió ayer, por fin y de un modo inesperado, a que se constituya una comisión que estudie las razones del desastre alimenticio nacional, convertido en una psicosis que puede tener repercusiones políticas. De la comisión se sabe muy poco, fuera de su objetivo último. Estará formada por científicos y representantes afectos a los ministerios de Sanidad y Agricultura y será presidida por una personalidad independiente. La oposición, que lleva tiempo clamando contra el presente estado de cosas, estima que ha forzado al Gobierno "a asumir la gravedad de la crisis" y ha pedido que en esa comisión se de voz a los consumidores, hasta ahora tenidos al margen mientras el Ejecutivo estaba conchabado con los avicultores "para ocultar la realidad", extremo desmentido por el Gobierno.

Pocas denuncias

Las cifras aproximadas de casos de salmonella (una bacteria que produce gastroenteritis aguda) habidos realmente en las islas siguen siendo una entelequia y sólo de los 41.196 denunciados se ha deducido que puede haber entre medio millón y cuatro millones, según el factor que se aplique. En Estados Unidos se considera que por cada caso denunciado hay 100 que pasan sin registrar. Los británicos creen que es probable que en 1988 se hayan producido unos dos millones de infecciones.A la crisis de los huevos -que viene coleando en público desde finales del año pasado, aunque la oposición ha filtrado documentos que prueban que ya era discutida en Sanidad en junio- se ha unido la detección de Listeria (una bacteria que produce encefalitis, y puede ser mortal) en precocinados congelados y en algunos quesos blandos. Ayer se pidió a las embarazadas que eviten a toda costa el consumo de este tipo de quesos (tipo Camembert, Brie, azules) para prevenir abortos. La advertencia también se hizo extensiva a enfermos y a personas débiles.

El Ejecutivo ha hecho saber, además, que piensa decretar la desaparición de derivados de aceites minerales usados en la actualidad como aditivos en la fabricación de pan, mermeladas, salchichas y productos de repostería. Tales derivados han dañado a animales, al acumularse en hígado, bazo y tejidos, aunque no hay pruebas de que sean dañinos para el hombre. El Reino Unido es el país de los doce que admite mayor número de aditivos y en el que las tres cuartas partes de la dieta regular consiste en alimentos procesados.

La Comunidad Europea, tras llamar varias veces la atención a Londres por la baja calidad de las aguas que beben los británicos, ha iniciado procedimientos legales para forzar el cumplimiento de la directiva sobre agua potable. A las denuncias sobre concentraciones indeseables de aluminio en Cornualles, se ha unido otras sobre el mismo mineral, junto con bacterias coliformes y plomo, en Yorshire, y de nitratos en diferentes regiones del país.

En esta situación de desarbolamiento, un fabricante de mantequilla de Cornualles ha pedido a todos los consumidores que devuelvan las terrinas de la marca después de que en una de ellas apareciera mercurio.

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