La Berlinale 89 reacciona enérgicamente contra los brotes de neonazismo
Anoche, en horas que se escapan del alcance de esta crónica, se inauguró la Berlinale 89 con la proyección de Relaciones peligrosas, filme interpretado por las actrices norteamericanas Glenn Close y Michelle Pfeiffer, y dirigido por el británico Stephen Frears. Este filme abrió una edición del festival que se presume menos espectacular que la pasada, pero más combativa en el terreno político.
Los alarmantes brotes de neonazismo producidos recientemente en la antigua capital alemana, han provocado una rápida y dura reacción en los organizadores del festival, que consideran inequívocamente al cine como un arte comprometido con la democracia y, por lo tanto, en la lucha contra toda forma de fascismo.A bote pronto, poniendo de manifiesto que para ellos el cine no es un arte que pueda aislarse de las sociedades de donde proviene y a las que va destinado, los organizadores de la Berlinale han puesto en marcha tres secciones retrospectivas que se han convertido inesperadamente en los platos fuertes de la programación. Estas retrospectivas, pese a ser de carácter histórico, tienen como objetivo simultáneo el presente y, en concreto, un aspecto del presente berlinés, como es el resurgimiento de un importante brote nazi entre la población de la antigua capital del III Reich.
Hace unos días, Moritz de Hadeln, director del festival, sorprendió con una sumaria y algo enigmática declaración de principios. Refiriéndose a los diez años de unión de los dos principales focos de la Berlinale: la propia competición y el Foro internacional del nuevo cine -afirmó que "se han mantenido unidos a causa de dos ideales comunes: el amor al cine y el antifascismo".
Ayer, en la presentación del programa para los próximos 12 días, Hadeln volvió a la carga con mayor explicitud: "a lo largo de este festival tendremos ocasión de reflexionar sobre lo que se desencadenó en esta ciudad hace ahora 50 años."
Desafío
Los canales de esta reflexión que anuncia Hadeln son, precisamente, esas tres secciones retrospectivas, que constituyen un desafio al nostálgico retorno de miles y miles de berlineses hacia posiciones políticas nacionalsocialistas. Añadió Hadeln: "una serie de recientes acontecimientos han despertado de pronto en esta ciudad fantasmas del pasado. En cuanto hombres de cine, esto nos hace reactualizar un vocabulario que fue muy utilizado en 1968, cuando hablábamos de antifascismo. La palabra ahora está en desuso, al menos públicamente, pero hemos llegado a un punto en el que los demócratas tolerantes no queremos a hacer más compromisos".Las tres secciones son, en primer lugar, la dedicada, con motivo de su bicentenario, a películas sobre la Revolución francesa, que, en palabras de Hadeln "fue la gran lucha para la realización de los ideales de la democracia y los derechos del hombre". La segunda es una panorámica sobre el cine del año 1939, fecha en que el nacionalsocialismo desencadenó desde esta ciudad la más terrible tragedia de la historia.
Finalmente, la tercera retrospectiva es una evocación, de la figura de un gran productor cinematográfico alemán: Erich Pommer, en cuya obra descansa la existencia de la gran escuela del expresionismo alemán desde la película fundacional El gabinete del doctor Galigari. Erich Pommer se exilió a los Estados Unidos en 1933, cuando Hitler subió al poder y en 1939 produjo en Inglaterra Posada de Jamaica, uno de los grandes filmes de Alfred Hitchcock. Pero además, Pommer era judio, lo que supone el reto máximo de los organizadores del festival al inquietante despertar del nazismo en la población berlinesa.
El festival ha iniciado esta edición jugando una carta fuerte y arriesgada. Se comenta aquí que no es improbable que algún grupo de extremistas, muy activos en violentas escaramuzas nocturnas, responda a su manera a la respuesta de Hadeln: "queremos dejar bien clara nuestra negativa a que una minoría de extremistas forme parte del paisaje de esta ciudad. Este festival no acepta, de manera inequívoca, ninguna expresión del fascismo".
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