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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un paso importante

EL DISCURSO de Gorbachov ante las Naciones Unidas ha confirmado con creces las expectativas suscitadas. Los anuncios concretos contenidos en su intervención -sobre todo en materia de desarme- se inscriben dentro de una concepción general, distinta de la propugnada por la URS S hasta ahora, ante los problemas del universo. Desde 1960, ningún líder soviético había hablado en la ONU. Entonces lo hizo Jruschov y su tesis central fue que el socialismo y el capitalismo estaban frente a frente, y que el primero derrotaría irremediablemente al segundo. El "nuevo pensamiento" de Gorbachov, por el contrario, pone el acento en las tareas comunes que la humanidad tiene que resolver mediante la cooperación. Como ejemplos concretos, el líder soviético citó la necesidad de medidas internacionales para la defensa del medio ambiente y para reconvertir una parte de las industrias militares a la producción de bienes civiles. También estuvo presente en su discurso el problema de los derechos humanos: al destacar que uno de: los objetivos de la perestroika es garantizar la democratización del país, modificando la legislación penal, Gorbachov ha asumido, en cierto grado, las críticas que los países occidentales han dirigido al sistema soviético.Pero el momento culminante del discurso -esperado por la opinión pública mundial- ha sido el anuncio de la reducción de sus fuerzas armadas en 500.000 hombres. Y en este marco, retirar de la RDA, Checoslovaquia y Hungría seis divisiones de tanques, que serán luego desmanteladas. La reducción irá acompañada de cambios en la estructura de las unidades que permanezcan en estos países, para que tengan -según la expresión de Gorbachov- un carácter defensivo. No se trata de propuestas para una negociación, sino de una decisión unilateral que la URSS se ha comprometido pública y solemnemente a llevar a cabo, sin condicionarla a lo que ocurra en las futuras negociaciones sobre fuerzas convencionales.

La consecuencia más inmediata del discurso de Gorbachov -además de confirmar una línea favorable al desarme ya plasmada en etapas anteriores- es la de situar las negociaciones sobre armas convencionales, que deben abrirse en fecha próxima, en unas bases más positivas y flexibles que las que existen ahora, con las que no ha sido posible avanzar prácticamente nada. En este tiempo, ni siquiera se han llegado a definir de modo conjunto las fuerzas de que dispone cada bloque en el teatro europeo. Hace unos meses, Gorbachov reconoció ya que existía una situación asimétrica y que estaba dispuesto a eliminarla; el paso dado ayer en la ONU confirma esta disposición. Entre las palabras y los hechos existe siempre una distancia; pero los occidentales necesitan prepararse para negociar en un clima influido por el hecho de que la URSS estará inmersa en un ritmo de retiradas y reducciones de tropas y de maquinarias de guerra, que disminuirá la superioridad de la que hoy goza.

El anuncio de que la URSS retirará tropas de varios países del Pacto de Varsovia tiene, por otra parte, una significación concreta para la evolución de las relaciones entre el Este y el Oeste en el continente europeo. En los países directamente afectados, este gesto estimulará el deseo de los pueblos de seguir una política más nacional, más autónoma en el escenario de nuestro continente, tal como algunos de ellos estaban reclamando ya desde hace años. La situación interna es muy distinta en Checoslovaquia y la RDA, con Gobiernos reacios a la perestroika, y en Hungría, cuyos avances reformistas superan los de Moscú. Pero la retirada de tropas tiene un valor en sí misma porque refuerza, en todos los casos, las tendencias favorables al diálogo.

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El discurso de ayer no puede separarse de los graves problemas interiores a los que se está enfrentando Gorbachov, sobre todo en el terreno económico. Existe un vínculo profundo -que hechos anteriores ya pusieron de relieve- entre la política exterior soviética y los imperativos interiores de dinamizar la economía y mejorar unos niveles de vida angustiosos. La perestroika es imposible sin una disminución del peso -hoy abrumador- de los gastos militares. La existencia de ese vínculo confirma la seriedad de las iniciativas de Gorbachov en el terreno del desarme y da garantías ciertas a los países occidentales sobre la sinceridad de sus propósitos.

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