Salgado: "La fotografía es la punta del iceberg"
Una muestra de imágenes de África captadas por el fotógrafo brasileño se expone en Madrid
Al personalizar sobre su actividad, fotógrafo de agencia, Sebastiâo Salgado no se siente muy cómodo, rasgo que no resulta extraño en alguien acostumbrado a captar imágenes que se diluyen en medio de la vorágine informativa. Pero el caso de Salgado es especial, ya que muchas de sus fotografías han alcanzado el punto en el que documento y talento expresivo confluyen. Ahora mismo se puede ver en Madrid, en el Canal de Isabel II, una impresionante selección de su trabajo en la zona del Sáhara. El hambre, el sufrimiento y la injusticia miran desde el papel de forma despiadada. Salgado dice que, en este caso, "la fotografía es sólo la punta del iceberg".
Cada imagen presente en la exposición tiene una historia, que Salgado cuenta al final del catálogo titulado Sahel-El fin del camino, publicado por la Comunidad de Madrid. Esas historias Salgado las recuerda de forma muy precisa, y las vuelve a referir, añadiendo detalles. Por ejemplo, la fotografía que se reproduce en esta página se sitúa en Etiopía, al oeste del Tigré. Decenas de refugiados se hacinan bajo los árboles, esperando a que se ponga el sol. Son sólo las seis de la mañana y acaban de recorrer muchos kilómetros, de noche, en su larga marcha hacia Sudán. Se esconden durante el día para escapar de la vigilancia de los aviones Mig del ejército etíope. Los guían guerrilleros, pero ellos no saben a qué facción pertenecen y sólo tratan de escapar.En otros casos, el iceberg cuya punta asoma en los trabajos de este fotógrafo brasileño es más sangrante. Por ejemplo, esa visión descorazonadora de un niño enclenque sostenido en una báscula que marca un peso insignificante. La foto fue tomada en el pueblo de Gurma Rarhous. Se trata de un lugar que a mucha gente le suena, pero no porque sepan que allí los niños se miden más en gramos que en kilos, sino porque en la zona uno de los organizadores del rallye París-Dakar, verdadero escaparate de precisión tecnológico-automovilística, murió en accidente.
La solidaridad
Cuando Salgado cuenta todo esto, no utiliza en ningún momento la acritud, sino que inicia un alegato a la solidaridad y una crítica global a las sociedades modernas. "Mi razonamiento es que justo en la época en que la tecnología está más avanzada muchos hombres se siguen muriendo de hambre, y estas fotos lo único que pretenden es servir de base para la reflexión sobre el problema del hambre. La salvación de ese mundo tiene que venir del norte, y si es cierto -y lo es- que la comida que se desperdicia en Madrid en una jornada serviría para alimentar a todo Sudán, también es cierto que la gente que muestro es tan humana como la de aquí, lo único que cambia es la brutalidad del ángulo que los encuadra".El punto de vista de Salgado es intentar la sensibilización de quienes miran. Dice no querer transmitir ninguna mala conciencia, por cuanto, asegura, tampoco la cámara fue el instrumento para ocultar su posible mala conciencia. "Yo realicé el trabajo motivado ideológica y humanamente, y en ese momento era de militancia, lo mismo que el de un médico o una enfermera".
Salgado explica que al llegar a una situación como la que vivió en el Sahara durante 15 meses, entre 1984 y 1985, Ios primeros días es difícil fotografiar, uno llora más que fotografía. Pero la vida es la vida y el hombre el animal más adaptable. Ves a la gente, su lucha heróica por ese hilo que les separa de la muerte, y todo esto supone una gran lección. ¿Que si estoy marcado? No, sólo enriquecido".
La exposición y el libro están dedicados a una organización humanitaria, Médicos sin Fronteras. "Hay dos clases de ayudas", dice, "Ia de gobierno a gobierno, que el que recibe distribuye a su antojo, y la que se puede llamar democracia de la ayuda, orgarnismos como Médicos sin Fronteras o la Cruz Roja. He estado con personas que trabajan hasta el fondo de su energía, 30 médicos y enfermeras, en campos de hasta 100.000 personas, que consultan a 1.200 diariamente. Es importante que este tipo de orgarnizaciones proliferen".
Nacido en Brasil hace 44 años, Salgado estudió y se dedicó a la economía hasta que la fotografía se convirtió en una obsesión que, según dice, continúa y se acrecienta. Trabajó como reportero en agencias, la última Magnum, en la que sigue, y ha publicado en las revistas más importantes del mundo. En 1985 recibió el premio World Press por sus imágenes de Etiopía.
Como profesional considera necesario mucho tiempo para que un reportaje sea verdadero y bueno- "lo ideal es entender la realidad y luego fotografiarla"-. Piensa dedicarse a esto hasta el final, y ha aprendido a relativizar la idea de la muerte. "He estado en peligro varias veces, pero es anédota. El riesgo de un fotógrafo se mide en días y el del soldado que está allí en años. Tú te puedes presentar como héroe, pero los héroes son otros".
Babelia
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