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El desierto del mar de Aral

Más de tres millones de personas, afectadas por un gran desastre ecológico ocurrido en la URSS

Pilar Bonet

PILAR BONET Los gigantescos planes de irrigación de las tierras de Asia central desarrollados en la época de Leónidas Breznev han provocado una catástrofe ecológica en el mar de Aral. El cuarto mar interior más grande de la Tierra sufre un proceso de desecación cuyas trágicas consecuencias afectan a tres millones de personas y desertizan un entorno ecológico de millones de hectáreas.

Esta situación ha sido denunciada a lo largo de esta semana en Moscú por los miembros de una expedición científica que durante dos meses han recorrido 1.300 kilómetros a lo largo de cinco repúblicas asiáticas soviéticas afectadas por la muerte del Aral. Kazakistán, Uzbekistán, Kirguisia, Turkinenia y Tadjikistán han sido las etapas de un viaje que pasó también por la república autónoma de Karakalpakia, uno de los lugares con mayor mortalidad infantil del mundo.La expedición en defensa del Aral, en la que han participado escritores, intelectuales y científicos soviéticos y donde no ha sido admitido ningún extranjero, fue una iniciativa de la revista Novi Mir, y su director, Serguei Zalinguin, uno de los escritores más comprometidos en la defensa de causas ecológicas en la URSS.

El Aral, una superficie de más de 66.000 kilómetros cuadrados donde desembocan los ríos Amu-Darya y Syr-Darya, ha visto reducirse su profundidad en 13 metros y encogerse su línea de costa en 70 u 80 kilómetros en un proceso de desecación progresiva. De los territorios perdidos por el agua, más de dos millones de hectáreas convertidas en desierto, se levanta un polvo salino que supone de 75 a 100 millones de toneladas venenosas lanzadas cada año a una distancia que va desde los 400 a los 800 kilómetros. La primera nube de polvo y sal provocada por la desecación del Aral se observó en 1975 desde el espacio gracias a la nave Saliut 4.

Murieron los peces

Los últimos peces del Aral dejaron de existir hace 10 años. Los esqueletos de las barcas de pesca son ahora una de las siluetas características de las riberas del mar, y las fábricas de conservas de pescado que aquí se construyeron traen su materia prima desde el mar Báltico o Viadivostok, manifestó Grigori Resnichenko, miembro de la dirección de Novi Mir y jefe de la expedición Aral 88.

"El mar de Aral nos avisa: apartaos de mi tumba o venid conmigo a ella", afirmó Resnichenko en tono declamatorio durante un acto celebrado en la casa de los literatos de Moscú. Un excesivo regadío, acompañado del uso de fertilizantes y defoliantes venenosos, ha estropeado el agua potable de los ríos que desembocan en el Aral, denuncian los escritores ecologistas.

El desarrollo del regadío ha tenido por objeto los cultivos de algodón y arroz, base de la economía agrícola de las repúblicas asiáticas soviéticas, y en el caso del algodón, especialmente de Uzbekistán. Las condiciones de trabajo de los cultivadores de algodón asiáticos "no son mejores" que las de los africanos que trabajaban como esclavos en Norteamérica en el siglo XIX, dijo el periodista Vasil Siliúnin.

La mortalidad infantil llega a ser de 92 niños por cada 1.000 nacidos vivos en la República de Karakalpakia, en alguna de cuyas regiones se llega a 118 niños muertos por cada 1.000 nacidos. Un 93,7% de las mujeres tiene anemia por la falta de calorías y de una dieta equilibrada, afirmaba el escritor Orazbai Abdirajmanov, que reside en Karakalpakia.

La situación llega incluso a afectar la "herencia genética", afirma Siliunin, que da cuenta del nacimiento de niños "sin ano y sin extremidades", en zonas próximas al Aral.

La 'bestia negra'

P. B. La vida del Arai se divide, según Abdirajmanov, en dos partes, antes y después de la creación del Ministerio de Administración de Aguas de la URSS, en 1966. Este ministerio, que constituye una especie de bestia negra de los ecologistas soviéticos, mantiene cuantiosas inversiones en regadío y canalización que movilizan a miles de personas. Los depósitos de agua construidos en el curso del Amu-Darya, que dependen de este ministerio, llegaron a reducir prácticamente a cero el caudal que desembocaba en el Ara¡. Hace sólo dos años que el Amu-Darya ha vuelto a verter sus aguas en el mar de Aral, pero los planes de salvación del Ara¡ no compensan, según Siliunin, la evaporación del agua. En el año 2005, el Ara¡ tendrá un 40% del volumen de agua actual.

Los grandes proyectos de regadío se hicieron, según Siliunin, en época de Sharaf Rashidov, el máximo dirigente de Uzbekistán en época de Leónidas Breznev. De 1971 a 1975, Uzbekistán invirtió más de 20.000 millones de rublos (sic) en regadío, y las repúblicas de Tadjikistán, Turknienia y Kirguisia siguieron una tendencia de escasa transparencia y rentabilidad en el manejo de fondos, señaló Siliunin.

Según Novedades de Moscú, con los actuales sistemas de regadio se despilfarra la mitad del agua suministrada. Los expertos han indicado que el Ara] deberá recibir unos 35 kilómetros cúbicos de agua anuales, cantidad equivalente a la que se evapora, para mantener su nivel actual.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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