Un centenar de obras en la IX Bienal de Pintura de Zamora

Un total de 96 obras, representativas de las últimas tendencias de la pintura vanguardista, han sido seleccionadas para formar parte de la IX Bienal de Pintura Ciudad de Zamora (Colegio Universitario, hasta el 15 de noviembre). Sin pretensiones de hacer nuevos descubrimientos y con la ausencia de algunos de los máximos exponentes de algunas tendencias, esta edición de la Bienal de Zamora quiere dar una visión artística de los movimientos surgidos en los últimos cinco años, con un componente común de calidad.Después de la selección sobre medio millar de obras (a pesar de la premura de lo plazos), las 96 elegidas abanderan tendencias como el constructivismo, arte figurativo, informalismo, impresionismo abstracto, posmodernismo figurativo o el transvanguardismo. Ha sido un selección que ha dejado fuera por tanto, a tendencias representativas de otros movimientos vanguardistas, como el hiperrealismo, por poner un caso.

Y aunque faltan algunos nombres importantes de las tendencias expuestas, aquí están entre otros Juan Martínez, Rinaldo Paluzzi, Waldo Balart, José Balagueró, Robert Harvey, José María Pinillos, María Calvé, Julián Casado, Ana Díaz, Andrés Jiménez, Bonifacio Gómez, Soto Mesa, Concha Báez, Gabriel Pérez Juana, Cristóbal Povedano y Carlos Piñel.

Por otra parte, con un presupuesto global de 14 millones de pesetas, la Bienal zamorana se encuentra a la cabeza de las que se celebran en España, al destinar ocho millones de pesetas para premios y adquisición de obra. Además de unos cuatro millones para adquisición de obra, la Bienal está dotada con un primer premio de un millón y medio de pesetas y otros tres de un millón, 750.000 y 500.000 pesetas.

Un volumen económico que, sin embargo, no se refleja en la celebración de actividades paralelas, prácticamente inexistentes si se comparan con las que se llevaron a cabo en la Bienal anterior, dedicada a la escultura. En este sentido, la dirección de la Bienal tuvo que superar las reticenclas iniciales de la Junta de Castilla y León, que pretendía que su aportación sólo fuera dedicada a la adquisición de obra, mientras Ayuntamiento y Diputación de Zamora deberían correr con todos los gastos de organización.